Muy buenas, queridos lectores:
Ayer nos encontramos con otra de esas noticias que nos hacen pensar que la vida inteligente cada vez escasea más en este planeta: La del tiroteo en Tucson, Arizona, donde mataron a seis personas e hirieron a una congresista del Partido Demócrata.
Cada vez que se ven noticias así, se busca el paralelismo entre el ascenso de la derecha más recalcitrante de Estados Unidos, aglutinada en torno al Tea Party, y la situación española. Y yo creo que, salvo por algunas cuestiones marginales, la situación es (afortunadamente) muy distinta.
Evidentemente, desde los años ochenta, pero sobre todo desde principios de siglo, asistimos a un ascenso de las partidos de derechas, sobre todo en sus vertientes más conservadoras, como bien se explica en este artículo, y también vemos el aumento de la importancia de los medios de comunicación más radicalmente ultramontanos. Pero no es tan sencillo.
En primer lugar, hay que poner en cuarentena el hecho de que este atentado terrorista (no hay otra forma de calificarlo) tenga un móvil político. El fulano en cuestión está claramente desequilibrado y hubiera disparado igual en un partido de baloncesto que en un mitin político, además de que sus ideas, aunque se acercan a las del Tea Party, a veces lo acercaban precisamente al lado contrario del espectro.
Otra cuestión que nos lleva a pensar que esto no es comparable es el hecho de que aquí no hay un acceso tan fácil a las armas, lo que dificultaría que algo así pasara.
El único paralelismo podría estar en el papel de los medios comunicación. Cadenas de noticias como Fox News en Estados Unidos o Intereconomía aquí hacen uso de una retórica agresiva, que busca deslegitimar a los que no piensan como ellos y que en ocasiones da publicidad a ideas más que dudosas. Cuando a esa retórica se unen mensajes políticos como el de Sarah Palin poniendo un punto de mira sobre la congresista tiroteada (o aquí, mensajes de cierta política que disparaba contra inmigrantes en un "videojuego"), y se dirigen de manera indiscriminada a una masa informe, el riesgo está en que alguien dentro de esa masa haya alguien que la pueda liar. Y con las armas que hay en Estados Unidos, siempre habrá alguien dispuesto a liarla.
En realidad, la situación no es comparable, pero sí deberíamos pensar que, en política igual que en cualquier otro ámbito de la vida, no todo vale.
Seguid cuidándoos.
Por cierto, un artículo de opinión en el New York Times sobre estas cosas.
Ayer nos encontramos con otra de esas noticias que nos hacen pensar que la vida inteligente cada vez escasea más en este planeta: La del tiroteo en Tucson, Arizona, donde mataron a seis personas e hirieron a una congresista del Partido Demócrata.
Cada vez que se ven noticias así, se busca el paralelismo entre el ascenso de la derecha más recalcitrante de Estados Unidos, aglutinada en torno al Tea Party, y la situación española. Y yo creo que, salvo por algunas cuestiones marginales, la situación es (afortunadamente) muy distinta.
Evidentemente, desde los años ochenta, pero sobre todo desde principios de siglo, asistimos a un ascenso de las partidos de derechas, sobre todo en sus vertientes más conservadoras, como bien se explica en este artículo, y también vemos el aumento de la importancia de los medios de comunicación más radicalmente ultramontanos. Pero no es tan sencillo.
En primer lugar, hay que poner en cuarentena el hecho de que este atentado terrorista (no hay otra forma de calificarlo) tenga un móvil político. El fulano en cuestión está claramente desequilibrado y hubiera disparado igual en un partido de baloncesto que en un mitin político, además de que sus ideas, aunque se acercan a las del Tea Party, a veces lo acercaban precisamente al lado contrario del espectro.
Otra cuestión que nos lleva a pensar que esto no es comparable es el hecho de que aquí no hay un acceso tan fácil a las armas, lo que dificultaría que algo así pasara.
El único paralelismo podría estar en el papel de los medios comunicación. Cadenas de noticias como Fox News en Estados Unidos o Intereconomía aquí hacen uso de una retórica agresiva, que busca deslegitimar a los que no piensan como ellos y que en ocasiones da publicidad a ideas más que dudosas. Cuando a esa retórica se unen mensajes políticos como el de Sarah Palin poniendo un punto de mira sobre la congresista tiroteada (o aquí, mensajes de cierta política que disparaba contra inmigrantes en un "videojuego"), y se dirigen de manera indiscriminada a una masa informe, el riesgo está en que alguien dentro de esa masa haya alguien que la pueda liar. Y con las armas que hay en Estados Unidos, siempre habrá alguien dispuesto a liarla.
En realidad, la situación no es comparable, pero sí deberíamos pensar que, en política igual que en cualquier otro ámbito de la vida, no todo vale.
Seguid cuidándoos.
Por cierto, un artículo de opinión en el New York Times sobre estas cosas.