lunes, mayo 29, 2017

Historia, Twitter y peligros públicos

Hola a todo el mundo:
Hace varias semanas, quizá ya un par de meses o poco más, toqué fondo como historiador. Sí, porque, a través de Twitter, me enfrasqué en una breve discusión con un historiador revisionista que me supuso perder mi tiempo y mis energías. Resulta que ha sido publicado un libro en el cual se asegura que en las elecciones de 1936 hubo irregularidades en algunas circunscripciones, lo que según la lógica de los autores revisionistas, habría hecho que las elecciones las ganara ilegalmente el Frente Popular, lo que, a su vez, justificaría el golpe de Estado de Franco que dio lugar a la Guerra Civil (por cierto, aquí os dejo una crítica a ese libro).
Yo tuve la mala idea de responder a su tuit con una pregunta retórica con la que intentaba dar medida de lo simplista de su argumento, pensando que alguien con tantos seguidores y tantos detractores ni se molestaría en responderme. Pero resulta que sí lo hizo, pero con una falacia ad hominem con la cual, en lugar de responder a mi pregunta, me atacaba, diciendo que si tenía que preguntar, no sería muy buen historiador y que mis alumnos estaban apañados conmigo. No obstante, yo no quise dar demasiadas vueltas al tema, él se limitó a decirme que dejara de leer a historiadores de prestigio internacional para leerlo a él, y la cosa no fue más allá.
Sin embargo, uno de sus seguidores sí que tenía ganas de gresca y empezó a lanzar varios tuits diarios para discutir conmigo, utilizando las personas que sigo en la red o los retuits que hago como elementos de ataque, olvidando que podemos seguir a gente con la que no estamos del todo de acuerdo o que podemos retuitear algo que nos parece interesante de gente con la que podemos estar en desacuerdo en otros muchos asuntos.
Pero lo que más me llamó la atención es que me atacó por mi artículo sobre Fidel Castro, diciendo que en él yo era condescendiente con el dictador. Y lo divertido es que en ese artículo yo decía que Castro había sido el dictador de un régimen en el que se violaban los Derechos Humanos, así que poca condescendencia creo que tuve. Luego, el buen caballero me dijo que yo era un peligro público en las redes sociales y en las aulas. A mí, que, como mucho, me conformo con ser una pequeña molestia. Por supuesto, después de decirle que me sobreestimaba porque mi trascendencia no era la suficiente como para ser considerado un peligro público, decidí dar la discusión por zanjada.
No obstante, desde entonces llevo dándole vueltas a ese episodio, y me he dado cuenta de que el verdadero problema no es que dijera que yo soy un peligro público: el verdadero problema es que esa persona deja de leer no solo lo que yo escribo, sino que también deja de leer lo que escriben otros muchos buenos historiadores, a la vez que lee y da pábulo a las teorías en ocasiones disparatadas de autores mucho menos fiables.
Entonces, desde mi punto de vista, el problema lo estamos creando los verdaderos historiadores, que dejamos de lado la divulgación y permitimos que la lleven a cabo personajes que sí son verdaderos peligros para la sociedad por sus teorías ajenas al rigor y a la verdad. Autores que, además, escriben y hablan con tanto aplomo que consiguen convencer a quienes no tienen demasiados conocimientos de que sus posturas son las únicas válidas y de que todas las demás son erróneas y directamente nocivas. Llegados a ese punto, consiguen convencer a sus seguidores de que ya no necesitan leer ni aprender más, de modo que éstos dejarán de hacerlo, y así, finalmente, se consigue que una teoría alternativa, errónea y que a veces justifica golpes de Estado y dictaduras, se convierta en una teoría aceptada por muchas personas y que en ocasiones se considerará al mismo nivel que las teorías de los historiadores serios.
Y eso sí que es verdaderamente peligroso.

 Representación de Clío, musa griega de la Historia. Imagen de dominio público tomada de aquí.

jueves, mayo 25, 2017

Los cinco discos de mi vida

Hola a todo el mundo:
Hace ya cosa de cuatro años y medio que escribo para MetalCry y, en este tiempo, he tenido también la posibilidad de conocer a gente de otros medios, como Subterráneo Heavy, Diario de un Metalhead, The Drinktim, MetRock o La Nave del Metal, llegando incluso a colaborar con algunos. Y en varias ocasiones ya, en Subterráneo llevaron a cabo una iniciativa muy interesante en la que pidieron a músicos o a compañeros de otros medios que les dijeran cinco discos que les hubieran cambiado la vida. Desde que lo vi, pensé que era algo interesante, así que aquí os dejo los míos:

A mucha gente le puede parecer extraño, pero quien me conoce bien de verdad sabe que Michael Jackson fue, durante mi infancia y mis primeros años de adolescencia, mi cantante favorito. De hecho, fue el primer cantante “de verdad” que escuché.
Bad fue un álbum que escuché en cinta hasta que me lo aprendí de memoria: cada melodía, cada palabra que creía entender (porque todavía no hablaba inglés), cada guitarreo… Me lo sabía todo, e incluso llegué a tener el cortometraje de la canción que titulaba el disco grabado de la tele en un VHS que me acompañó muchos años.
Sigue siendo un disco imprescindible.

Guns n’ Roses: Apetite for destruction

Y a Michael Jackson debo también mi amor por el Rock, y de hecho, si empecé a escuchar Rock fue precisamente por Jacko, porque con él colaboraba Slash, guitarrista de los Guns n' Roses, así que, cuando me encontré en la biblioteca del barrio con un disco de los Guns, me lo llevé a casa. No recuerdo si era el GNR Lies o el Use your illusion II, pero sí sé que me encantó. Pero cuando escuché el Apetite for destruction, todo lo que me habían gustado esos discos se vio superado por un disco que iba mucho más allá.
Apetite for destruction es, todavía hoy, un álbum sobresaliente de principio a fin, que nos muestra a cinco músicos en un estado de forma impresionante y que eran capaces de crear verdaderos himnos inmortales a peser de que, como grupo, eran, como dice un amigo mío, completamente disfuncionales.
Sin duda, un disco que me llevaría a una isla desierta.

Iron Maiden: Killers
Iron Maiden fue otro de esos grupos que descubrí en mis años de instituto, y que, desde el primer momento, se convirtió en uno de mis favoritos. Actualmente, los he visto a ellos con Bruce Dickinson a la voz, y, en solitario, he visto a Paul Di’Anno (su cantante original) y a Blaze Bayley (su tercer cantante),  y siempre los he adorado. Tengo incluso singles suyos, alguno en vinilo. Pero la magia de Killers es muy superior a la de otros discos suyos. Un disco cañero y macarra con el que demuestran su capacidad para crear grandes temas. Otros discos posteriores fueron muy grandes también y técnicamente superiores a este, pero el que más me llena es Killers.

Metallica: …And justice for all
Es el primer disco que escuché de Metallica y no me entró a la primera, reconozco que me resultó muy difícil de escuchar. Sin embargo, cuando por fin le cogí el gusto, me di cuenta de que eso era lo que me gustaba de verdad. Canciones oscuras, riffs crujientes, melodías hipnóticas, James cantando con mucha mala leche… eso es este disco. Bueno, y también un bajo que no se escucha casi nada, jajaja.
Puedo decir sin ningún atisbo de vergüenza que este disco me cambió la vida. Si no lo hubiera escuchado cuando tenía diecisiete años, no sé qué escucharía ahora.

Los Suaves: San Francisco Express
“Tienes que escuchar este disco”, me dijo alguien que todavía es amigo mío un día en su casa, cuando estábamos en el instituto. Y acto seguido, me puso la cassete. Desde el primer momento quedé asombrado al escuchar a una banda española haciendo eso. Canciones grandilocuentes y con solos interminables me enamoraron y, desde entonces, me convertí en un fan completo de Los Suaves, a los que vi diez veces en directo, de los que tengo muchísimos discos y de cuyo guitarrista, Alberto Cereijo, vi una masterclass el pasado verano.
Sin duda, uno de mis discos de cabecera.

Podría hablar de muchos discos más que son muy especiales para mí, como el Agotarás de Saratoga, por ejemplo, o el Made in Japan de Deep Purple, pero estos cinco son y llevan mucho tiempo siendo mis favoritos.

lunes, mayo 22, 2017

Gestación de alquiler

Hola a tod@s:
Desde hace algún tiempo se habla de un concepto que, sin embargo, no hace mucho que nos era totalmente desconocido: el de la gestación subrogada. No obstante, esas palabras no son sino una forma fina y elegante de nombrar a algo que sí conocíamos por las películas: el de los vientres de alquiler.
Cuando nos hablan de gestación subrogada nos hablan de la posibilidad de que las mujeres puedan ganar dinero gestando los hijos de parejas que no pueden (o no quieren) tenerlos, presentándolo como un avance y una posibilidad de desarrollo profesional.
Sin embargo, yo creo que no es tan sencillo. Desde luego, siempre habrá mujeres que se presten a hacerlo si no les sale otra cosa para trabajar. Pero, precisamente, se tratará de personas sin otros recursos ni posibilidades, lo que significa que serán personas pobres que estarán gestando para otras más acomodadas, que serán las que podrán pagar por el servicio. Por mucho que nos digan, en este caso no estaremos hablando de verdadera libertad de elección de trabajo, y, por lo mismo, tampoco veremos a una mujer de extracción social acomodada siendo gestante subrogada para una pareja de orígenes más humildes.
Además, cuando se habla de la gestación subrogada, muchas veces se habla del supuesto derecho a ser padres cuando, en realidad, no existe tal derecho. Son los niños los que tienen derecho a tener padres, pero los adultos no tienen derecho a tener hijos, y, en caso de que sí lo tuvieran, siempre podrían adoptar, cosa que, sin embargo, parece que a mucha gente no se le ocurre.
Es un tema muy complejo, pero, a pesar de eso, desde mi punto se trata, una vez más, de un tema en el que se intenta introducir una idea falaz de libertad para justificar lo que no sería sino una nueva forma de explotación. 
O eso creo.

 Imagen de dominio público tomada de aquí.

Un texto para reflexionar:
González Suárez, A. (2015): "De tumba a útero", Investigaciones feministas, vol. 6: 39-59.

viernes, mayo 19, 2017

Cocinando explotación


Hola a todo el mundo:
Supongo que habréis escuchado que hace algunas semanas varios chefs de prestigio reconocieron que tienen a becarios (me niego a utilizar la palabra en inglés que ellos usan) trabajando para ellos a cambio de nada, o, como mucho, de un alojamiento precario. Vergonzoso, ¿verdad?
No voy a ser tan maniqueo de olvidar que esas condiciones laborales se dan en otros muchos sectores económicos, o que incluso yo mismo llegué a trabajar en condiciones similares. Pero tampoco voy a dejar de decir que esos chefs de prestigio no están trabajando por sueldos “normales”, sino que cobran sueldos elevados, o que a sus clientes les están cobrando precios muy elevados. Y tan elevados son tanto sus sueldos como las cuentas que su clientela abona, que incluso de ellos se ha podido comprar una vivienda muy, pero que muy cara, a la vez que dice que, si todos sus trabajadores cobraran, su negocio no sería viable. Entonces, sí que creo que es destacable la hipocresía y, sobre todo, la falta de ética.
¿Por qué digo esto? Pues porque en realidad, ese chef no nos está diciendo que su negocio no sea viable sin trabajadores no remunerados, sino que los niveles de ganancia y enriquecimiento a los que él aspira no se podrían alcanzar si pagase a sus trabajadores. Entonces el problema no es tanto el modelo de negocio que busca, sino el enriquecimiento que quiere conseguir.
Ahí veo yo el problema.
Foto de David Monniaux (2005) tomada de aquí.

sábado, mayo 06, 2017

El futuro de Francia



Hola a todo el mundo:
Esta temporada hay muchos temas interesantes que comentar, algunos más trascendentales y otros mucho menos. Sin embargo, hoy me apetece hablar de uno de los temas más trascendentales de estos días: las elecciones francesas de este año.
Como todo el mundo sabe, la primera vuelta de estas elecciones fue un descalabro para los partidos tradicionales, especialmente para el Partido Socialista, lo que significa que a la segunda vuelta pasaron Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen.
A pesar de que un político como Macron puede parecernos que no es la opción más interesante para la ciudadanía, desde mi punto de vista mucho peor sería la victoria de Le Pen. Su discurso demagógico, populista y, sobre todo, racista pondría en peligro desde algo tan inmediato como la propia pertenencia de Francia a la Unión Europea hasta la recepción de refugiados de países como Siria. Todo esto tendría unas consecuencias a largo plazo demasiado peligrosas.
Por eso, desde mi punto de vista, no hay alternativa. Yo creo que los franceses que todavía creen en la democracia no tienen más remedio que votar a Macron aunque no estén de acuerdo con sus propuestas, para evitar la victoria de Le Pen. A partir de ese momento, la izquierda tiene cuatro años para reorganizarse, llevar a cabo una oposición productiva y volver a presentarse como una alternativa de Gobierno.
Por el bien de Francia y por el bien de Europa.