domingo, diciembre 31, 2006

Hoy la esperanza murió

Tomo prestado un verso de una canción de WarCry para titular este post porque creo que expresa bien lo que muchos sentimos hoy. A estas alturas todos sabemos que ayer ETA volvió a poner una bomba, esta vez en el aparcamiento de la terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Pero este hecho no sólo significa la vuelta de la violencia, ni la ruptura del alto el fuego. Significa el final de la esperanza depositada por miles de demócratas en este proceso.
Puede que algun@s de vosotr@s recordéis un texto que escribí hace meses, con motivo de la proclamación del alto el fuego, y que envié por e-mail. Texto que algun@s dijisteis que era el que más os había gustado (sinceramente, yo creo que era normalito) y que otr@s criticasteis con saña, dando lugar a una cadena de correos de crítica, respuestas y más críticas. De un modo u otro, en ese texto dije algo, que hasta ayer mantuve pese a todo, y que era que "tenemos derecho a la esperanza". Y eso es lo que me duele: que nos hayan robado la esperanza de ver el final de la violencia ahora. Que nos obligen a esperar a otra ocasión para ver la llegada de la paz.
Puedo entender la reivindicación nacionalista de los etarras, aunque no la comparta ni acepte sus métodos. Puedo considerar justificadas las múltiples posturas que hay al respecto en los distintos partidos políticos y asociaciones que se han referido a este tema. Hasta ayer, lo único que no aceptaba bajo ningún concepto era el uso de la violencia.
Hoy tampoco acepto que nos roben la esperanza.
- ¿Y no dices nada de la ejecución de Sadam? - preguntará alguien.
Debería, pero la actualidad más cercana es la más urgente. Tal vez mañana.
Feliz año.

domingo, diciembre 17, 2006

Navidad, navidad

No quería decirlo, pero he de reconocer que odio la Navidad. No quería decirlo porque cuando uno dice algo así, siempre hay alguien que lo acusa de ser un amargado, un antisocial o cualquier otra cosa. Pero la verdad es que no me gusta.
Nota del autor: Si algún amante de la Navidad considera que puede sentirse ofendido si sigue leyendo, le recomiendo que no continúe con la lectura de este texto. En caso de que alguien se arriesgue a proseguir, el autor declina toda responsabilidad sobre los daños que pueda sufrir la salud mental del lector. Avisados quedáis. Y luego que no se queje nadie.
No soporto el hecho de que, para conmemorar el nacimiento de alguien que fue alumbrado en un pesebre, se tengan que hacer grandes dispendios en forma de fiestas y comidas. El consumismo que va unido a estas fechas no hace más que cabrearme. No me gusta la hipocresía que supone el tener que cenar con familiares con los que no se tiene contacto en todo el año, y fingir que nos alegramos. Me molesta tener que fingir alegría porque sí, y me exaspera el rollo de los que dicen que estas fechas son para recordar a los que ya no están (personalmente, a quien tengo que recordar lo recuerdo en cualquier momento, y a quien no recuerdo en todo el año, tampoco lo recuerdo en Navidad). Pero sobre todo, odio que las Navidades ahora duren tanto tiempo.
Porque ahora, los catálogos navideños de los centros comerciales llegan a los buzones en octubre, y las cadenas de televisión programan películas navideñas desde principios de noviembre. Y eso es un verdadero engorro. Por eso, después de varias semanas en las que me resulta imposible tirarme en el sofá un domingo por la tarde a ver la tele sin que se me llene la pantalla de Papás Noel y renos con brillantes narices, hoy he tomado la decisión de decirlo: ODIO LA NAVIDAD.
Y si alguien no está de acuerdo conmigo, lo acepto, y hasta puedo aceptar que me llame antisocial. Pero que nadie intente hacerme cambiar de idea, que ya llevo demasiados años intentando esquivar en la televisión las películas del tipo de Vaya Santa Claus y los mensajes de Nochebuena del rey.

lunes, diciembre 11, 2006

La muerte y el asesino

La verdad es que esta semana no sabía sobre qué escribir. Pero la actualidad volvió otra vez, como tantas otras, al rescate. Ayer por la tarde la CNN me informó de algo que después volvería a oír una y mil veces en otras tantas cadenas de televisión y de radio. Hablo de esa noticia que esta mañana estaba en la primera página de casi todos los periódicos del mundo: Augusto Pinochet ha muerto. Y además ha muerto (suprema ironía para un dictador) el Día Mundial de los Derechos Humanos.
Ha muerto ese Comandante en Jefe del ejército chileno que el 11 de septiembre de 1973 se levantó contra el Gobierno que juró defender (y que le había concedido ese cargo), para después instaurar una de las dictaduras más crueles de Latinoamérica; ése al que esta misma mañana el escritor chileno afincado en Gijón Luis Sepúlveda (al que algunos de vosotros admiráis y otros odiáis) definió como un "pedazo de mierda enquistado en el corazón de América Latina".
Pero sobre todo ha muerto el responsable de la tortura, desaparición y asesinato (o, en el menos malo de los casos, exilio) de miles de chilenos. Por eso, creo que debemos pensar un poco en la situación de Chile después de la dictadura. Debemos pensar en el hecho de que el dictador no fue enjuiciado por crímenes contra la Humanidad, según las Cortes chilenas porque su estado de salud no le permitía hacer frente al proceso. Debemos pensar que tras la dictadura no fue acusado de nada en su país (aunque esto sea algo sobre lo que los españoles también sabemos un par de cosas). Debemos pensar en fin, que en este mismo momento se le están rindiendo honores militares en su funeral, honores al militar que traicionó a su Gobierno.
Qué cosas. No pudo comparecer ante la justicia humana (la única en la que creo, dicho sea de paso) aquél que ejecutó a tantas y tantas personas sin permitirles un juicio justo, sin permitirles siquiera uno injusto.
Sin embargo, no considero que su muerte sea la solución. De hecho, me hubiera gustado que viviera mucho más. Muchos años para ver cómo se le condenaba por genocida. Muchos años para ver cómo todo el dinero que amasó robando a su propio país volvía a las manos de su pueblo. Y sobre todo, considero, como decía anoche uno de los responsables de Amnistía Internacional en España, que su muerte no puede parar el proceso contra los demás responsables de Crímenes contra la Humanidad en Chile, porque si él ya no va a poder ser juzgado, sí podrán serlo muchos de sus subordinados.
Dicho todo esto, me gustaría terminar este texto con la frase que pronunció Salvador Allende, el Presidente al que Pinochet derrocó y asesinó, el mismo día del golpe de Estado, y que resume, creo, los sentimientos que muchos podemos sentir en este momento: "(...) Sepan que más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por las que pase el hombre libre en busca de un mundo mejor (...)". Las alamedas se han abierto por fin para el pueblo chileno.
P. D.: Acabo de leer el último artículo de Arturo Pérez-Reverte, y vuelve al tema que yo tocaba la pasada semana. Podéis leerlo en la página de la revista en que lo publicó ( www.xlsemanal.com ) y en su página personal ( www.capitanalatriste.com ).

domingo, diciembre 10, 2006

Malos tiempos para la lírica

Bueno, colegas. Ante la falta de ideas para esta semana, se me ocurrió recuperar un viejo poema que escribí hace un tiempo. Pero antes de dejaros leerlo, quiero decir un par de cosas. En primer lugar, que lo escribí hace tres o cuatro años, por lo que es muy viejo. Si alguien quiere psicoanalizarme a partir de estos versos, seguramente sabrá a qué situación hacen referencia. Pero también habría que tener en cuenta que en este tiempo la cosa cambió bastante, y que la situación a la que se refiere el poema en cuestión es ahora muy diferente (menos mal). Otra cosa que hay que tener en cuenta es que yo nunca he sido buen versificador, de manera que no creo que sea un buen poema; además, precisamente por eso, es muy poco probable que volváis a leer una poesía mía en este blog, por lo menos a corto (o medio) plazo.
Sin más dilación, ahí va el poema, que se titula "Esa sombra":

Esa sombra,
ausente pero siempre
presente;
cuya presencia se nota
aunque esté a miles de kilómetros.
Sombra planeando
sobre un mar de dudas,
sobre un océano de palabras sin sentido,
para demostrar que con su sola presencia
puede desestabilizar una vida.
... Y mil más si se lo propone.

A ver qué os parece (comentarios, críticas, sugerencias, quejas, ruegos y preguntas, por los cauces habituales).

martes, diciembre 05, 2006

Lenguajo sexisto

Las noticias no dan más que disgustos. Lo digo porque, una vez más, resulta que ha saltado a la palestra de la actualidad una reinvindicación de ésas que ponen los pelos de punta. La semana pasada, se volvió a exigir que dejen de utilizarse vocablos neutros y que sean sustituidos por palabras en las que se acepte el género femenino. Por ejemplo, que no sólo exista la palabra "estudiante", sino que también se acepte la forma femenina: "estudianta". Personalmente, aunque sólo sea por lo mal que suena, espero que la Real Academia no la acepte.
Antes de que nadie me tire flores y diga lo buenas que son mis ideas para los textos que cuelgo en este blog, quiero dejar claro que sobre este mismo tema ya escribió algo Arturo Pérez-Reverte (que, como sabéis, es uno de mis escritores favoritos) en la revista XLSemanal, que podéis consultar en esta dirección:
El artículo en cuestión se titulaba "La osadía de la ignorancia", y seguramente estaba bastante mejor escrito que éste.
En ese artículo, Pérez-Reverte dejaba clara una cosa que a mí me parece muy importante. Que quienes "luchan" porque el idioma no sea sexista, realmente, desconocen ese idioma. Porque si hacen tales reivindicaciones es porque no conocen el concepto de palabras neutras (o sea, ésas que valen indistintamente para los dos sexos) y porque son lo bastante ignorantes como para olvidar que la Real Academia lleva unos cuantos años ocupándose de estas cosas del idioma y por lo tanto, algo debe de saber sobre él la susodicha Academia. Y lo que más me molesta, es que olviden que la lengua española es la lengua en la que escribieron algunos de los literatos más importantes de la Historia y que hay que tener un cierto respeto por el idioma que éstos utilizaron.
Por eso, antes de que los periódicos se nos llenen de "estudiantos" y "estudiantas", "albañilas", y demás lindezas por el estilo, y antes de que hasta el lenguaje pase a ser "lenguajo", quiero dejar clara mi postura.
Antes de que terminen por empobrecer nuestro idioma sin remedio.