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lunes, diciembre 30, 2019

Reflexiones sobre el acceso a la cultura


Como ya sabéis, me gusta viajar, y más en compañía. Y cuando viajo, me gusta visitar sitios interesantes, ya sabéis, museos, monumentos y esas cosas. Sin embargo, cada vez más veces me siento decepcionado, no tanto por el lugar a visitar, sino por su masificación.
Ya me fijé hace algunos años cuando visitamos la exposición de El Bosco en el Museo del Prado, poco antes cuando, estando en Londres por primera vez, quisimos ver la Piedra Rosetta, y me volvió a pasar hace menos de un mes cuando, estando en Sevilla, visitamos La Giralda.
Se trata de eventos, restos o lugares que interesan a mucha gente que tiene derecho a verlos. Pero a veces, por un afán de recaudar más por las visitas, se fuerza al máximo la capacidad del lugar por albergar visitantes, y eso se traduce en una mala experiencia para el visitante, que, normalmente, ha pagado por realizar esa visita.
Porque no se disfruta igual la visita cuando hay que “pelearse” con otras cuarenta personas para echar un breve vistazo que cuando la cantidad de gente es menor y se puede contemplar algo con tranquilidad.
No sé cuál puede ser la solución para que la experiencia de los visitantes sea más satisfactoria. Supongo que puede consistir en poner cupos a la cantidad de gente que puede realizar las visitas cada día, para que, de esa manera, sea más cómodo para los visitantes.
El problema es que, quizá, eso signifique que los beneficios económicos de las visitas se reduzcan.
¿Y se consideraría la posibilidad de hacer eso?

viernes, octubre 23, 2015

Dentro del Agujero, para salir del Agujero

Este fin de semana, C. y yo nos acercamos a ver The Hole a Oviedo. Por si alguien no lo sabe, The Hole es un espectáculo en el que se mezclan el teatro, el cabaret burlesque y en algunos momentos, también el circo, todo ello aderezado con música, mucho humor, a veces irreverente, y altas dosis de provocación e incluso erotismo.
Pero sobre todo, es un espectáculo divertido, en el que sus dos horas de duración se nos pasan en un suspiro sin que tengamos necesidad de mirar el reloj más que durante el intermedio, y más bien por la impaciencia porque se reanude el espectáculo.
Desde luego, también os digo que el show no es para todo el mundo. El humor que, como dije antes, a veces es irreverente, aunque a nosotros nos entusiasmó, puede que haya personas a las que no les haga maldita gracia. Y los artistas (muy) ligeros de ropa pueden incomodar a determinadas personas, especialmente en las primeras filas que son, por supuesto, las que se van a encontrar con la interacción de los actores y actrices.


Cuando nos dimos cuenta, los nueve hombres y cinco mujeres del elenco, junto a Cristóbal (que no diré qué o quién es para no estropear la sorpresa a quienes vayáis a ver The Hole), estaban ofreciéndonos el último número y nos dejaban con ganas de más música, baile, provocación, humor y, en general, espectáculo.
Hay que verlo, pero recordad, lo que pasa en The Hole… se queda en The Hole.

viernes, marzo 20, 2015

Terrorismo cultural

Desde hace unos días, no hago más que encontrarme con noticias culturales que me hacen sentirme mal, como historiador, como arqueólogo, y como persona preocupada por la cultura en general. Por un lado, cuando leí que ISIS había llevado su barbarie no solo a las personas a las que aniquila, sino también a la destrucción de unos restos arqueológicos irremplazables, los de la antigua ciudad de Nimrud. No solo quieren destruir a todos aquellos que no creen en la misma (mala) interpretación del Islam, sino que además quieren destruir un pasado que es de toda la Humanidad.

Luego está la noticia de que el Gobierno se planteaba bajar el IVA cultural del 21% al 10%, una demagógica, electoralista y populista medida motivada por la cercanía de las elecciones. Que claro, este anuncio hace que todos los medios afines del Gobierno y sus votantes convencidos digan lo buenos que son Rajoy y Montoro, olvidando, claro, que, por un lado, cuando ellos llegaron el IVA de la cultura estaba al 8%, con lo que al final, el IVA cultural en realidad no solo no habrá bajado, sino que se habrá incrementado a lo largo de la legislatura, y por otro, que el daño causado con el IVA al 21% ya está hecho y no creo que vayan a devolvernos lo que pagamos de más en libros, discos, entradas a museos, al teatro o a conciertos. Y después de liarla, van y dicen que al final seguramente no lo van a hacer.

Y en un ámbito todavía más local, me cabrea mucho que en Mérida, una de mis ciudades predilectas, se haya decidido usar el anfiteatro romano para hacer partidos de pádel. O sea, que se va a montar una estructura muy invasiva en un edificio de unos dos mil años de antigüedad para el disfrute de unos pocos. Vergonzoso, como si no hubiera otros lugares.
Y sobre todo, destructivo.
Actualización (21-3-2015): Anoche supimos que, finalmente, el torneo de pádel ha sido suspendido. Es una victoria para el sentido común. 

lunes, diciembre 29, 2014

Reflexiones sobre la cultura (de masas)

Hola a todo el mundo.
No sé si os habéis parado a pensarlo, pero hasta hace relativamente poco tiempo, la cultura era algo que estaba limitado solo a las élites sociales, a las clases altas. No todo el mundo sabía leer, y el acceso a actividades culturales, como el teatro, estaba orientado a personas muy concretas, las que podían pagar por asistir a esos espectáculos. La mayor parte de la población era totalmente ajena a la cultura.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el acceso a la cultura se ha ido democratizando. Ahora lo raro es que alguien no sepa leer (que entienda o no lo que lee ya es otra historia), y cualquiera puede ir al cine, al teatro o a cualquier espectáculo musical. O a un museo. Y además, con el desarrollo de medios de comunicación, como la televisión primero o internet ahora, podemos acceder a esa cultura a través de esos medios. A eso se le aplica el controvertido concepto de "cultura de masas".
Sin embargo, al convertirse la cultura en algo que está al acceso de todo el mundo, esa misma cultura ha tenido, necesariamente, que banalizarse y volverse más accesible, lo que ha dado lugar a que los mensajes sean cada vez menos profundos y las obras menos interesantes (por eso cada vez hay menos obras maestras).
Pero además, como resulta que esas obras culturales están al alcance de cualquier persona, nos encontramos con que el cine, la literatura o una canción pueden ser también herramientas para transmitir unos valores y una ideología, que siempre serán los valores y la ideología que interesa a determinadas personas que sean transmitidos a un número mayor de otras personas. La cultura se convierte así en un medio de propaganda.
Pero también puede ser al revés, porque nos encontramos con el hecho de que determinados productos culturales tienen éxito debido a una propaganda que no llega a través de ellos mismos, sino a través de los medios de comunicación. Solo así se entiende que películas o libros que no son objetivamente mejores que el resto de los que aparecen cada año tengan un éxito mayor que el resto, como Ocho apellidos vascos o 50 sombras de Grey. Porque nos convencen de que es lo que hay que ver (o leer) este año.
Y por lo mismo se agotan en cuestión de horas las entradas de conciertos como los de AC/DC: porque se nos convence de que es el concierto que toca ver este año. Una vez vendidas esas entradas, los mismos que nos convencieron nos dirán que el concierto que hay que ver es el siguiente concierto multitudinario que se anuncie, sea de Pitbull, de Miley Cyrus o de Metallica, tanto da.
Ninguno de nosotros somos inmunes a esta propaganda, todos respondemos a ella, yo el primero. Sin embargo, sí tenemos que ser conscientes de ella, para que, cuando nos encontremos viendo esa película que, en otras circunstancias, ni se nos hubiera pasado por la imaginación ver, nos preguntemos cuando hay de elección deliberada y cuanto de sugestión en el hecho de verla.

Para saber más:
CHOMSKY, Noam y RAMONET, Ignacio: Cómo nos venden la moto, Barcelona, Icaria, 2001 (11ª edición).
PARRA, Gregorio: La Gran Conspiración. El cine como imagen de nuestro tiempo, Madrid, Celeste, 1991.

domingo, septiembre 14, 2014

¿Qué hacen con la cultura?

El otro día leí una noticia que me preocupó mucho: Los problemas de financiación que tiene el Museo Reina Sofía. En un contexto de crisis tal vez sea normal ver recortes en muchas instituciones. Pero llegar al nivel de tener que decir que una institución ha tocado fondo es demasiado.
No sé vosotr@s, pero yo creo que, si se quiere sacar este país de la crisis, habrá que invertir en actividades que realmente creen riqueza, y la cultura es una de ellas. Los museos, como el mismo Reina Sofía, o el Prado, atraen turistas, y esos turistas consumen. Sí, los museos pueden dar dinero.
Y además, los museos pueden servir para trabajar en la creación de esa "Marca España" de la que tanto habla el (des)Gobierno.
Pero no parece que haya una verdadera voluntad de servirse de esos recursos culturales que tenemos para promover la imagen del país y atraer dinero, de forma que se pierde una oportunidad de oro para incentivar actividades que pueden ayudar a salir de la crisis.
Aunque claro, desde el momento en el que Rajoy decidió poner de Ministro de Cultura a Wert, ya estaba claro que su interés por la cultura era escaso o nulo, y ese interés quedó claro cuando el mismo Wert no protestó por la subida del IVA cultural al 21%.
Está claro. Con este (des)Gobierno, nuestro país terminará siendo un yermo cultural.
Ya lo veréis. 

domingo, diciembre 12, 2010

Cosas de la cultura

Muy buenas, queridos lectores:
Aunque este texto va con la etiqueta de Actualidad, en realidad se refiere a algo que ya pasó hace algún tiempo. Voy a hablar de por qué creo que a Oviedo no le concedieron la capitalidad europea de la cultura para 2016.
Hace un año o poco más se intentaba que dicha capitalidad se la concedieran a una candidatura conjunta presentada por Gijón, Oviedo y Avilés. Fue lo que un colega mío bautizó en plan de coña como "Ovigilés 2016". Sin embargo, poco después de esa candidatura sólo quedó la de Oviedo, y sinceramente no sé si fue porque Gijón y Avilés se desmarcaron o porque desde Oviedo prefirieron seguir en solitario. Y la verdad, me da lo mismo el motivo de la separación, pero creo que fue el motivo principal de que la capitalidad no llegara a Asturias.
Oviedo es, desde luego, una ciudad interesante, y con una intensa vida cultural. No en vano, allí están los museos más importantes de Asturias, allí es donde se celebra la gala de entrega de los Premios Príncipe de Asturias, y en sus teatros hay ópera y zarzuela. Todo eso está muy bien, por supuesto.
Pero creo que no es suficiente. Hace falta una apuesta más arriesgada por cuestiones culturales más actuales. Precisamente el tipo de apuesta que se hubiera encontrado en Avilés y, sobre todo, en Gijón, lo que hubiera completado mucho la candidatura.
Desde mi punto de vista (repito, mi punto de vista, no intento ni de lejos sentar cátedra), igual una apuesta por el Arte actual representado en el Centro Niemeyer de Avilés y en Laboral Centro de Arte de Gijón hubiera estado muy bien. Añadir un interés mucho mayor por la música en directo como hay en Gijón también hubiera ayudado (recordemos que en Oviedo los conciertos se limitan a las fiestas de San Mateo, mientras que en Gijón los hay financiados por el Ayuntamiento durante todo el verano; en Avilés también hay aportaciones interesantes en ese aspecto). Y además, en Gijón se celebra un Festival Internacional de Cine independiente, que podría también haber ayudado a que la balanza se inclinara hacia al lado asturiano.
Ya nunca sabremos qué hubiera pasado si se hubiera mantenido la candidatura conjunta. Puede que al final tampoco hubiera sido elegida. Pero yo creo que mantenerla hubiera ayudado mucho.
¿A vosotros que os parece?