viernes, abril 25, 2014

Así no...

Hola a todo el mundo:
Supongo que no habréis dejado de escuchar las declaraciones de ayer de la señora Mónica de Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, en las que abogaba, entre otras muchas cosas, por pagar sueldos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional a los trabajadores sin formación, o quitar el subsidio de desempleo a aquellos parados "que no sirven para nada".
Ahora podría preguntarme qué formación tienen los empresarios españoles para pedir esas cosas (que, por supuesto, nuestro Gobierno acabará por concederles). O cuánto dinero público reciben de los ciudadanos para ponerse así de chulos. Pero no lo voy a hacer, que luego la gente me llama demagogo.
Símplemente voy a recordar algo muy sencillo y fácil de entender para cualquiera con dos dedos de frente: si la gente no tiene dinero, no consume. Así que unos trabajadores bien pagados y unos trabajadores que han perdido su empleo y ahora cobran un subsidio, podrán seguir consumiendo. Incluso puede que consuman cosas que produzcan esos empresarios que ahora exigen que se les trate mal.
Y, a lo mejor, si la gente consume, la economía se reactiva.
¿O no?

viernes, abril 18, 2014

Eterno Gabo

Buenos días a todo el mundo:
Estos días no tenía ni ganas ni ideas para escribir. Ni tampoco intención, porque al ser época de vacaciones de Semana Santa, no me apetecía escribir sobre el mundo real. Pero, sin embargo, hoy tenía que empezar el día sentándome delante del ordenador para escribir algo. Un homenaje a mi escritor favorito. A mi mayor referente intelectual.
Un texto en homenaje a Gabriel García Márquez, que, como sabéis, falleció anoche.

Ahora a todo el mundo le gusta y todo el mundo lo ha leído hasta saberse sus obras de memoria. De hecho, hace un rato escuché en la radio unas declaraciones de José Ignacio Wert, nuestro Ministro de Educación y Cultura, con las que intentaba que nos creyéramos que sabía quién era Gabo. Sin éxito, claro.
Y también vamos a leer y escuchar muchos reportajes en los que nos expliquen su vida y su obra. Por eso, con este texto no quiero ahondar en su figura como periodista ni como escritor. Lo que quiero es recordar lo que significó para mí acercarme a su literatura.
Recordar esas horas de insomnio leyendo Crónica de una muerte anunciada, la primera novela suya que leí. Esas (pocas) tardes en la playa leyendo La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. Esos ratos de mi época de arqueólogo en los que, después de trabajar y de ducharme, mientras esperaba a que mis compañeros se ducharan también para irnos a tomar unas cervezas, estuve leyendo El amor en los tiempos del cólera. O esa vez, que nos quedamos unos cuantos colegas en casa de uno de nosotros y, como me desperté un buen rato antes de que lo hicieran los demás, me leí casi entero el breve El coronel no tiene quien le escriba mientras esperaba a que el resto fuera amaneciendo.
También hubo libros que me costaron mucho más, claro, porque su estilo en ocasiones podía ser muy complejo. Por ejemplo, Cien años de soledad, el que hoy es mi libro favorito, fue un texto que me costó mucho, hasta el punto de que llegué a pensar que no iba a poder terminarlo. O El otoño del patriarca, compleja hasta el punto de que tuve serias dificultades para captar su trama.
Y están esas obras marcadas por su amor por el periodismo, que son crónicas periodísticas transformadas en literatura, como Relato de un náufrago o Noticia de un secuestro (el primer libro suyo que me compré).
Y también hay textos mucho más fáciles, obras menores podríamos decir, como el crepuscular y decadente Memoria de mis putas tristes, o esos libros de relatos como Los funerales de la mamá grande, en los que podemos leer varias historias cortas que nos atraparán, pero solo durante un rato.
Que tenéis que leerlo ya lo sabéis. Ahora depende de vosotr@s.

P. D.: El título de este texto son las palabras que anoche colgó en su perfil de Facebook una periodista, compañera de mi curso de Community Manager, que me hicieron lanzarme a Twitter para confirmar que sí, que Gabo había muerto.

lunes, abril 07, 2014

Amaral, Marhuenda y el mundo real

Hola a todo el mundo:
Echadle un vistazo a este videoclip:


Es el vídeo del último single de Amaral, que se hizo público hoy mismo. En él, el grupo presenta a los políticos como víctimas de las cosas que ellos mismos provocan. Interesante, ¿verdad?
Como siempre, para algunos será un ejemplo de demagogia, para otros una maniobra publicitaria, y para otros será las dos cosas.
Y luego está el señor Francisco Marhuenda, director del diario La Razón, que hace un rato, en el programa de La Sexta Al rojo vivo dijo algo así como que "Es muy fácil hacer estas cosas cuando se es millonario". 
Esa frase, que, seguramente mucha gente considerará acertada, no es más que el ejemplo de que cada vez hay más gente a la que no le gusta que se diga que el "España va bien" del Gobierno no es más que una falacia. 
A lo mejor Amaral son millonarios, no lo sé. Tampoco me gustan lo suficiente como para seguirlos y estar realmente interesado en conocer el devenir de su existencia. Pero, aunque lo fueran, no creo que eso impidiera que tuvieran conciencia social. Pero es que, teniendo en cuenta la situación de los músicos de nuestro país, dudo mucho que sean millonarios.
Porque en el mundo real cada vez es menos habitual que los músicos vivan exclusivamente de la música. Hace algunas semanas, tenía la oportunidad de entrevistar a Pau Monteagudo, de Uzzhuaïa, y, entre las muchas cosas que me contaba, me decía "no vivimos de la música, tenemos nuestros trabajos". Y un grupo "grande", como Hamlet, tuvo que recurrir a la fórmula del crowfunding para poder financiar su último proyecto.
Y también hay músicos que viven de la música pero no solo de SU música, porque de lunes a viernes enseñan a tocar los instrumentos que tocan en sus bandas. Es el caso de gente como Jero Ramiro, Pablo García, o algunos de los antiguos componentes de Avalanch
Así que, en vista de lo que acabamos de decir, mi opinión es que es muy reduccionista pensar que todos los músicos son millonarios. 
O incluso creer que todos viven de lo que componen.

P. D.: Como bien saben todos los que me conocen, mis gustos musicales están muy alejados de la música de Amaral. Solo los vi hace ya un montón de años como teloneros de Celtas Cortos. No obstante, las falacias hay que señalarlas, aunque afecten a quien no nos interesa.