jueves, enero 29, 2015

Grecia eterna

Hola a todo el mundo:
Como todos sabemos ya, el domingo fueron las elecciones en Grecia, y el partido que ganó, rozando casi la mayoría absoluta, fue Syriza, un partido que canaliza el descontento de amplias capas de la ciudadanía y que, por eso, presenta también bastantes puntos en común con Podemos.
Esta victoria es la muestra de que no se puede esperar que la población de un Estado esté siendo continuamente masacrada con recortes sin que haya consecuencias. Es la muestra de que la ciudadanía no puede soportar indefinidamente unas medidas de austeridad que solo sirven para que su situación sea cada vez peor. Y, sobre todo, es la muestra de que la gente no quiere que la recuperación (o lo más parecido a ella) sea dirigido por los mismos responsables de la crisis y de los recortes.
Hay quien se escandaliza con este resultado, y dice que es lo peor que podía pasar (a las portadas del lunes de diarios como La Razón me remito). Pero no podemos saberlo todavía. Syriza acaba de ganar las elecciones, todavía ni siquiera han formado Gobierno, así que no podemos saber como va a ser su política, si va a hacer todo lo que prometió o no, si va a responder a las expectativas creadas o no. Ahora tenemos que esperar.
¿Este resultado nos presagia una posible victoria de Podemos aquí? No estoy seguro de ello, porque, pese a los puntos en común que tienen, no estoy seguro de que sean exactamente iguales ni de que la situación sea equiparable. También tenemos que esperar.
Sin embargo, más que la victoria de Syriza, a mí lo que de verdad me preocupa de la situación griega es que la ultraderecha se haya consolidado como tercera fuerza y que la socialdemocracia se haya hundido.
Y de eso apenas se habla…

miércoles, enero 21, 2015

Demasiado rápido

Hola a todo el mundo:
El otro día, en clase de inglés me pasó algo que me dejó perplejo. En un ejercicio con el que se buscaba que aprendiéramos expresiones útiles se nos preguntaba por la región que el pasado año había sido objeto de disputa entre Rusia y Ucrania. Crimea, claro. Y me di cuenta de que, en ese momento, no recordaba el nombre de esa región. Y eso, a pesar de que en su momento leí muchísimas noticias y artículos sobre ella, y a que incluso en este blog se colgó un texto sobre esas cuestiones, obra de un amigo mío. Pero nada, por más que pensaba, era incapaz de recordarlo.
Entonces me puse a reflexionar sobre esa situación. ¿Cómo era posible que alguien que lee las noticias a diario, que las escucha en la radio mientras desayuna, y que come y cena con el informativo de fondo, no recordara el nombre de un enclave que había sido el tema más importante de la política internacional del primer tercio de 2014? Y no se me ocurrió una respuesta que me dejara conforme.
Sin dejar de lado que este hecho también podría deberse a que yo no hubiese escuchado las noticias con la suficiente atención como hubiera sido deseable, se me ocurrió una explicación que, pese a ser parcial, sí podría explicar esta situación hasta cierto punto. Tal vez la respuesta podría ser que el volumen de noticias que escuchamos cada día es tan elevado, y la velocidad con la que unas sustituyen a otras anteriores tan rápida, que puede que seamos incapaces de asimilarlas como deberíamos.
Mientras escribo este texto, tengo mi perfil de Twitter abierto en otra pestaña, y los tuits se van sucediendo a tanta velocidad que muchas veces ni siquiera soy consciente de lo que dicen. Y puede que eso se relacione con lo que estamos diciendo. Tal vez las noticias se suceden a un ritmo demasiado rápido como para poder interiorizar lo que dicen.
Incluso nos podemos poner un poco "conspiranoicos" y pensar que el motivo de que los titulares se sucedan tan rápido es ni más ni menos que para conseguir que olvidemos rápido las importantes gracias a que las menos importantes nos distraen.
Pero eso no sería posible, ¿verdad?

viernes, enero 16, 2015

Cuentos completos

Hola a todo el mundo:
Después de varios días de textos más serios, hoy me apetecía volver a escribir sobre Literatura. Bueno, la verdad es que llevaba ya varios días queriendo colgar este texto, pero la realidad me obligó a escribir de otras cosas más inmediatas. Tal vez recordéis que en mi último texto del año pasado os hablé de los mejores libros que me había leído en 2014, y puede que también os acordéis de que al final, dije que no incluía los Cuentos completos de Mario Benedetti en esa lista porque todavía no lo había terminado.
Pues bien, la semana pasada los terminé y puedo decir que es de lo mejor que he leído en mucho tiempo. Un libro muy grueso, mastodóntico, en el que se reúnen todos (¡¡TODOS!!) los relatos que escribió el uruguayo, más de cien cuentos que van desde los de una página hasta algunos de alrededor de veinte, en los que se tratan temas tan serios como las dictaduras (la uruguaya, claro, pero también la argentina y la española), y otros tan banales como el fútbol. En los que los protagonistas son, igualmente, niños, adultos, e incluso en uno, una pequeña hormiga. Incluso en dos, aterradores, el autor no nos habla de las torturas en las dictaduras a través de los ojos de los torturados (como hace en muchos otros), sino a través de los de torturadores. Durísimo.
Sin duda, uno de los autores esenciales de la literatura latinoamericana, de la literatura en lengua castellana y, por supuesto, de la literatura universal.
Leedlo, hacedme caso.

miércoles, enero 14, 2015

Los orígenes del fanatismo

Desde hace varios días, desde el atentado a la revista Charlie Hebdo, llevo dándole vueltas a una serie de reflexiones sobre los orígenes de los movimientos extremistas y fanáticos, de cualquier signo.
Porque, si nos damos cuenta, muchas veces (no siempre, claro), las personas que se unen a esos movimientos extremistas proceden de regiones, ciudades o barrios deprimidos, suelen ser personas desarraigadas, con pocas expectativas, escasa formación, y, por ello, mucho más permeables a la propaganda. Entonces, aparecen personas que les ofrecen algo que les falta (cobijo, comida, un empleo…), para ganarse su confianza, y, a partir de ese momento, comienza una labor de proselitismo, que busca que esas personas que antes no tenían nada a lo que agarrarse, desarrollen una (supuesta) identidad, sea esta religiosa, racial, social, cultural o como sea. Y eso se consigue a través de mensajes sencillos, en los que todo es blanco o negro, todo se reduce a "nosotros", que somos el "bien", contra "ellos", que son el "mal".
Hecho eso, se consigue “reclutar” a esa persona para su causa, y ya tenemos un efectivo más que es “carne de cañón”. Y digo “carne de cañón” con toda la intención, porque, por supuesto, el que recluta y crea toda la superestructura ideológica que vertebra el discurso fanático y extremista no se va a manchar las manos, el que se las va a manchar es el reclutado.
Con todo esto que estoy diciendo no estoy tratando de crear un discurso buenista, neutral y equidistante para justificar la violencia. No lo hago, porque la violencia nunca es justificable. Simplemente intento mostrar que, desde mi punto de vista, se puede saber qué perfiles de persona son más susceptibles de ser “reclutados” por los grupos extremistas, tanto fundamentalistas del Estado Islámico como grupos ultraderechistas, y que esos grupos extremistas saben quiénes son más permeables a sus mensajes.
Por eso creo que lo que deben hacer los Estados que quieren evitar el crecimiento de estos extremismos es trabajar en esas zonas deprimidas, trabajar con esas personas que son permeables al fanatismo, implementando programas formativos y proporcionando oportunidades (formativas, laborales, de integración…), para evitar, en la medida de lo posible que haya personas que sientan que solo son alguien dentro de ese grupo fanático.

lunes, enero 12, 2015

Algunas cuestiones sobre la libertad de expresión

Desde hace algún tiempo, desde el atentado de la semana pasada, se habla mucho de la libertad de expresión. Y es muy importante que se haga, porque siempre es importante que seamos conscientes de nuestros derechos y nuestras libertades. Pero también de nuestros deberes y nuestras responsabilidades con respecto a esas libertades. Es decir, que debemos saber que somos libres para decir lo que queramos, pero también tenemos que tener claro que no debemos insultar a nadie amparándonos en esa libertad de expresión, o seremos acusados de difamación (aunque todos conocemos casos en los que eso es más que flexible).
Pero es muy interesante que se hable de libertad de expresión precisamente en España, porque aquí sabemos mucho de ataques a la libertad de expresión y censura. No hablo de casos como el del atentado contra la revista El Papus durante la Transición, o el más reciente de la bomba puesta en un teatro en el que iba a actuar Leo Bassi. Esos dos ejemplos son similares al de la revista Charlie Hebdo, y, por ello, no son más que ataques terroristas, que deben ser condenados sin paliativos. Me refiero a casos de censura como los de la revista El Jueves, tanto en el caso de hace algunos años, en que secuestraron el ejemplar en cuya portada aparecían los príncipes (hoy reyes) en actitud sexual, como el del año pasado, en el que se impidió que se publicara uno en cuya portada aparecía una visión bastante crítica de la sucesión monárquica. O el caso actual, de un humorista que está siendo juzgado por un sketch humorístico en La Tuerka.
Seguramente habrá quien diga que estos ejemplos que pongo son muestras precisamente de lo que decía en el primer párrafo, de que la libertad de expresión está mediatizada por el derecho de los demás a no ser insultados u ofendidos, y puede que tengan razón. Sin embargo, me pregunto cuántos de los que ahora llenan su boca con las palabras “libertad de expresión” hablando del atentado a Charlie Hebdo aplaudieron (y todavía aplauden) esos ejemplos de censura…

jueves, enero 08, 2015

Je suis Charlie

Cuando todavía no nos habíamos acostumbrado al nuevo año, 2015 ya nos trajo ayer una de las noticias más trágicas que podemos imaginar: un atentado terrorista, en este caso un atentado yihadista en París, en la sede de la revista satírica Charlie Hebdo, a la que se vino a sumar hoy mismo otro tiroteo también en París. En este caso es mucho más que un atentado contra la vida de las personas, es también un atentado contra la misma libertad de expresión.
Este es un momento de dolor, por supuesto, pero también un momento en el que debemos ser conscientes de que acusar a todos los musulmanes de terrorismo es simplista e injusto. Tanto como lo sería acusar a todos los vascos de ser etarras, a todos los sacerdotes de ser pederastas o a todos los empresarios españoles de ser tan mangantes como Díaz Ferrán.
Y sin embargo, ya salió Marie Le Pen, seguramente después de brindar con champagne y tratando de ocultar su alegría, buscando sacar rédito político de este atentado. Y, desgraciadamente, estoy seguro de que lo conseguirá.
Como también sé que es muy posible que este atentado sirva de excusa para los radicales de ultraderecha para atacar a los musulmanes, obviando el hecho de que la mayoría de los musulmanes no creen en la violencia, aunque se sientan ofendidos por las viñetas de Mahoma.
Pero es que esa es otra, porque ahora todos hemos visto esas famosas viñetas que habrían sido la excusa para llevar a cabo la matanza, incluso quienes jamás habían escuchado el nombre de la revista. Es lo que, en el mundo de internet, se conoce como el “Efecto Streisand”.
Me preocupa mucho que cosas así puedan pasar, y me preocupan también las posibles consecuencias que pueden tener. Bastaba mirar ayer por la tarde y por la noche Twitter para encontrarse con que en España uno de los temas que era trending era #StopIslam, y a través de esa etiqueta se vertía todo el odio del que mucha gente era capaz, en claro contraste con el hecho de que, a esa misma hora, en Francia, uno de los trending topics era precisamente #IslamNonCoupable. Debería hacernos pensar.
Hay muchas formas de demostrar indignación por algo que no nos gusta, en este caso, las caricaturas de Mahoma, sin necesidad de ejercer la violencia y sin llegar a quitar una vida (o doce, como en este caso). Por eso, por el respeto a la vida y por respeto a la libertad de expresión, Je suis Charlie aussi.