viernes, marzo 28, 2014

Para cabrearse (mucho)

Hola a todo el mundo:
Supongo que ya habréis escuchado eso de que se ha cambiado el nombre del Aeropuerto de Barajas por el de Adolfo Suárez, como homenaje al primer presidente de la democracia. Y también que le va a tocar al Estado (o sea, a nosotros), pagar para que se rescate a las autopistas de peaje. Y no sé a vosotros, pero a mí me parece mal.
Sobre lo del nombre al aeropuerto, por dos motivos. Uno, porque es una medida que no es más que un mero golpe de efecto. Ahora que se ha muerto, a todo el mundo le cae bien Adolfo Suárez, incluso a aquellos que lo insultaban. Pero, la verdad, ponerle su nombre a un aeropuerto no es la mejor forma de homenajearlo, porque supondría un gastar un dinero que sería mucho mejor dedicar a otras cosas. Por ejemplo, a la investigación contra el Alzheimer, que sí sería un buen homenaje.
Luego está lo del rescate de las autopistas de peaje, que, como siempre, supone que papá Estado (o sea, nosotros) tenga que hacerse cargo de los negocios ruinosos de las grandes empresas.
Y todos estos grandes gastos inútiles nos los comunican la misma semana en la que hemos sabido que España es, según un informe de Cáritas, el segundo país de la Unión Europea en pobreza infantil, sólo superado por Rumanía.
¿Es para cabrearse o no?

miércoles, marzo 26, 2014

Una de zombis

Hola a todo el mundo:
De vez en cuando veo The walking dead, aunque es una serie que, la verdad, nunca me ha gustado especialmente. Vi entera la primera temporada y, después, he visto bastantes capítulos, pero sin prestarle demasiada atención.

Supongo que a quien me conoce, esto le resultará extraño, porque nunca he ocultado lo mucho que me gusta el cine de terror. Pero es que, después de mucho reflexionar, me he dado cuenta de que, si no es una serie que entusiasme, es, precisamente, porque no es una serie de zombis. Evidentemente, hay zombis. Pero, en realidad, los zombis no son lo más importante de la trama.
En realidad, la serie nos habla de la condición humana y las relaciones humanas en una situación extrema y desesperada. Que, en este caso, está motivada por un apocalipsis zombi, pero que bien podría estarlo por cualquier otra cosa.
En la serie no (sólo) vemos a gente que escapa de los zombis, se esconde de ellos o lucha contra ellos. Lo que vemos la mayor parte del tiempo es a personas que compiten o colaboran con otras personas para hacerse con el control de unos recursos, unos alimentos, un lugar seguro…
En definitiva, que es una serie que va mucho más allá de lo que podríamos esperar en un primer momento.
Precisamente por eso no me entusiasma, porque yo me puse a verla pensando que iba a ver una serie de zombis, cuando en realidad es otra cosa muy distinta.
Así que, si alguno de vosotros todavía no se ha puesto con ella y quiere hacerlo, que tenga eso en cuenta.
Luego no digáis que no os avisé.

martes, marzo 25, 2014

Austeridad y recortes

Hola a todo el mundo:
Cuánto tiempo, ¿verdad? Simplemente es que no tenía ideas, nada más.
Debería hablar de las Marchas por la Dignidad del sábado día 22, pero lo único que se me ocurre es que me parece una pena que unas marchas multitudinarias que deberían hacer que el (des)Gobierno reflexionase se vean empañadas por unos disturbios de una violencia desmedida (una violencia que, por supuesto, jamás y bajo ningún concepto es justificable).

O también podría escribir sobre la muerte de Adolfo Suárez, pero hay historiadores especialistas en la época contemporánea que lo harían mucho mejor que yo.

Así que voy a compartir con vosotros una reflexión que me vino el otro día a la cabeza. Sobre eso que nos dice el (des)Gobierno de que sus medidas son medidas “de austeridad”.
Que yo creo que es mentira. Porque en circunstancias como éstas, la austeridad implicaría reducir los gastos más superfluos o menos inmediatos y priorizar los más importante y urgente, ¿no? Pero resulta que el (des)Gobierno recorta en cosas esenciales, como educación, sanidad o dependencia, y sin embargo, no se atreve a tocar cosas más superfluas.
Porque nos hablan de que hay que apretarse el cinturón, pero yo no veo que ellos lo hagan, porque no se ha bajado el sueldo de los políticos. Ni se ha reducido el número de coches oficiales. Ni el de cargos puestos a dedo (que son el verdadero cáncer de nuestro sistema). Tampoco se ha perseguido el fraude fiscal, sino que, al contrario, se llevó a cabo una amnistía fiscal que, en realidad, casi podríamos decir que premiaba a los defraudadores.
Entonces, podemos concluir que esto no es austeridad. Son unos recortes motivados por unos intereses ideológicos.
Ni más, ni menos.

miércoles, marzo 05, 2014

Unas palabras sobre la inmigración

Desde hace ya algunas semanas, la inmigración es uno de los temas que más tiempo ocupan en las noticias, debido al hecho de que ya van varios intentos de llegar a nuestro país por parte de inmigrantes subsaharianos. Sin embargo, una escucha atenta de esas mismas noticias nos lleva a darnos cuenta de que las cifras que se mencionan son un tanto confusas, ya que parece que, según lo que nos dicen, cada día habría más inmigrantes intentando llegar a tierras españolas. Y no serían uno ni dos: ayer escuché que habría 80.000, cuando el día antes había escuchado la mitad, y la semana pasada 30.000. Casi parece que los medios nos quieren asustar para que aceptemos las políticas inmigratorias de cuchillas y disparos.
Pero lo más relevante de esta cuestión no es la cantidad de personas que intenta llegar aquí, sino el motivo por el que lo hacen y el motivo por el que eligen España y no otros países.
El motivo para salir de sus países está claro: buscan una vida mejor, igual que hacemos nosotros cuando nos echamos la mochila a la espalda y dejamos de vivir en una ciudad de provincias y vamos a Madrid o a Berlín o a Londres o a donde buenamente podemos.
Pero lo que parece que mucha gente todavía no asimila es el motivo por el cual vienen aquí. No voy a hacer el chiste de El Jueves según el cual vendrían por un efecto llamada debido al triunfalismo del Gobierno, sino que voy a hablaros de la realidad: vienen porque España es uno de los países de la frontera meridional de la Unión Europea. O sea, que no quieren venir a España, quieren venir a Europa.
Entonces eso significa que estamos ante un problema de toda la Unión, no sólo de España, y por ello la política de inmigración, en estos casos, debería venir indicada desde Europa.
Vamos, digo yo.

lunes, marzo 03, 2014

Reflexiones sobre la situación de Ucrania

Hola a todo el mundo:
No suelo recibir colaboraciones en este blog, pero esta vez tengo el lujo de contar con la de uno de mis colegas, el también historiador Miguel Menéndez, que me ha enviado este texto sobre la situación actual de Ucrania. Disfrutadlo:

Los acontecimientos en Ucrania han venido a demostrar dos cosas: la primera es que los euroescépticos que lo somos a la fuerza (es decir, que no carecemos de interés por un proyecto europeo pero la palabra neoliberalismo se nos atraganta como a otros la palabra solidaridad o el concepto de justicia social) tenemos motivos más que de sobra para continuar siéndolo, vista la actitud de la UE ante un gobierno surgido de una votación parlamentaria en la que faltaba la mitad de la Rada y custodiada por poco menos que matones en la puerta, curiosamente afines al partido que se ha hecho con el poder. Un espectáculo lamentable, que demuestra una vez más que cuando hablamos de parné, la vieja Europa y los jóvenes Estados Unidos no tienen ningún problema en ir de la mano. Porque lamento ser tan adepto y adicto a la realpolitik, pero en el caso ucraniano no hablamos de revolución, ni de europeísmo o post-sovietismo. Hablamos de pasta.  Y de mucha.

Hubo una lógica y una dinámica prerevolucionaria en Ucrania, pero se la han robado al pueblo en sus propias narices para utilizarla a favor de los que una buena parte de los presentes en el Maidan rechazan: el partido Batkivshchyna. Y no, pese a lo que diga Marhuenda, el ABC o cualquiera de los palmeros y voceros de lo que nos ronda por aquí, Batkivshchyna no es equivalente a los manifestantes de la Plaza de la Independencia. Es una parte, una minoría, pero quizá la única minoría con medios para responder cuando Yanukóvich se creyó capaz de controlar la situación a golpe y disparo. Las elecciones se han fijado en Mayo; no entiendo muy bien por qué tres meses, aunque si miramos en nuestra propia casa, no puedo evitar pensar que es para que al nuevo gobierno de Kiev le dé tiempo a vender el país a trozos y a endeudarlo hasta las cejas con nuestros nuevos viejos amigos: la troika y el FMI. Una historia que resulta familiar. Al Sur ya no pueden exprimirlo más, y me temo que han puesto el punto de mira en el Este.

Pero quizá más importante es la segunda: Rusia se ha hartado de poner su mejor cara a Occidente. Como anécdota, el jueves pasado, recién formado el nuevo pseudogobierno de Kiev, tomaba café con dos amigos que estaban un poco perdidos sobre quién es quién en Ucrania, gracias sobre todo a la magnífica (nótese la ironía) cobertura hecha de las protestas por los medios españoles, excepto por personas como Alberto Sicilia, todo un ejemplo de periodismo vocacional y valiente. La reflexión sobre por qué el periodismo libre y de calidad en este país parece que ha quedado relegado a sitios como Twitter o blogs personales mejor para otro día.

El caso es que me preguntaron (la cara y la cruz del historiador) qué iba a pasar. Yo les explicaba que Rusia no iba a consentir bajo ningún concepto intromisiones en Crimea, y afirmé que además dudaba mucho que se quedara de brazos cruzados con el resto del país, y que no descartaran una intervención militar aunque fuera de baja intensidad, especialmente en la península. Me miraban horrorizados, como si no se lo pudieran creer. Como si de repente hubiese vuelto la Unión Soviética. Les expliqué que no tenía nada que ver con la URSS, al igual que en la época de la URSS ese tipo de acciones (p.e. Afganistán) no tenían mucho que ver con la URSS. Geoestrategia y Geopolítica. Just Business. Al día siguiente, paramilitaresque resultaron ser rusos ocupaban el Parlamento de Crimea y los aeropuertos de Sebastopol y Simferopol. Hoy lunes, Crimea está bajo control ruso, y me atrevería a decir que una larga sombra de incertidumbre se extiende por el resto del país. Medvedev ha anunciado la ejecución de un acuerdo (con una extraña vehemencia que dudo sea casualidad) firmado entre Rusia y la Ucrania de Yanukòvich por el cual se construye un puente sobre el estrecho de Kerg, para literalmente unir Crimea y Rusia.

Desde luego no seré yo quién defienda a Putin, y cualquiera que me conozca sabe que me parece uno de los gobernantes más esperpénticos que Rusia ha tenido la desgracia de padecer y que su historial de asuntos internos (las chicas de Pussy Riot, su homofobia, la sombra de Litvinenko, Chechenia) demuestra que no es lo que personalmente llamaría un demócrata de toda la vidaal igual que no se lo llamo a muchos de los que padecemos por estas latitudes. Lo que quiero remarcar es que es el mismo perro con otro collar. Europa y Estados Unidos están, como Frank Zappa, en esto por la pasta. Rusia también. No tenía intereses geopolíticos en Libia ni los tiene en Siria, pero en Ucrania sí, y bastantes. El caso, como siempre es lo que queda en medio.

Por consiguiente, lo más triste es la conclusión: parece ser que cuando los ricos hablan de sus cosas los pobres tienen que callarse, porque nadie les va a escuchar. El pueblo ucraniano, el que resistió en el Maidan, han visto su revolución robada por los políticos contra los que buena parte  de los manifestantes protestaban. Yanukovich y su régimen de oligarcas y corruptos ha sido sustituido, de manera ilegítima para más cachondeo, por el partido de Timoshenko, a la que el Parlamento sacó de la cárcel por votación para que se pasara por allí. Curiosamente estaba en la cárcel por corrupción. Ha renunciado a colocarse al frente del país, y el puesto ha recaído en Turchínov, político y homófobo pastor bautista muy próximo a ella. Por establecer un símil, es como si el 15M diera lugar a un Gobierno del PSOE o del PP, y además ilegítimo.

Mientras escribo estas líneas, el FMI se ha plantado en Kiev a ofrecer 35.000 millones de euros, que estiman sus técnicos, para reactivar la economía. Sin embargo, los parados, los ucranianos que tienen que pagar 20 euros por una consulta médica, los que están hartos de corrupción y de oligarquías, los que pasan frío en invierno por los chanchullos de sus gobernantes con el gas, los que aspiran a vivir y no a sobrevivir, siguen y seguirán igual. Se han quedado solos. Les han robado la revolución en sus narices y además ahora ya no le importan a nadie: ya es la hora del business, y a partir de aquí juegan los mayores. Los peques a callar.

domingo, marzo 02, 2014

Política a debate

Hola a todo el mundo.
Supongo que no hace falta que os cuente que esta semana se celebró el Debate sobre el Estado de la Nación. Porque durante toda la semana hemos podido escuchar diferentes interpretaciones del mismo que, por cierto, no nos dejaron claro quién fue el ganador, porque esas interpretaciones dependían de la ideología de quien las hiciera. O de quién pagara al que las hacía.
Desde mi punto de vista, el Debate sobre el Estado de la Nación, más que como una forma de hacer público el estado de nuestra situación, me parece interesante porque nos permite conocer de primera mano la (escasa) talla moral y política de nuestros representantes a través de sus palabras. Y, normalmente, las palabras que más nos pueden servir para esto son las del Presidente del Gobierno.
Este año, Rajoy optó por enfocar sus discursos en clave electoral, con las miras, supongo, en las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Así que lo que escuchamos fue, más que discursos para el Debate, discursos propios de un mitin electoral. De este modo, Mariano se sirvió de una retórica triunfalista con la que nos intentaba convencer de lo bien que va todo y lo mucho que le debemos, una retórica que debe mucho a aquel conocido “España va bien” de su maestro y Mesías. Pero hubo un pequeño problema: que tan triunfalista era su tono, que nos preguntábamos de qué país estaba hablando, porque en España las cosas no van así de bien.
Con el paro que tenemos y la situación que, en general, estamos viviendo los ciudadanos, de recortes, bajadas y congelaciones de sueldos y pérdida de derechos en general, las palabras de Rajoy fueron un auténtico insulto a nuestra inteligencia. Con el apoyo de sus (cada vez más numerosos) medios de comunicación afines, podrá convencer a quienes, en realidad, ya están convencidos, pero no podrá convencer a quienes cada día vemos una realidad que él se niega a ver.
Además, con su discurso de triunfo nos está dejando clara una cosa: que es insensible al sufrimiento de tantas personas, porque lo único que le importa es el poder. Si para mantenerse en él tiene que mentir y embaucar, lo va a hacer.
Hasta ahora pensaba que Rajoy era un mediocre incompetente superado por una realidad que es incapaz de comprender. Ahora además sé que es una mala persona.