viernes, mayo 29, 2015

Días de resaca

Hola a todo el mundo:
Como todos sabemos, el domingo fueron las elecciones municipales y autonómicas, unas que resultaron muy reñidas y que muestran que la gente ya empieza a estar harta de las formas de gobernar de los partidos tradicionales. Por eso, ahora estamos de resaca electoral, y también en los verdaderos días de reflexión.
No cabe duda de que el Partido Popular ha sido el que ha sacado más votos, pero tampoco cabe duda de que su soberbia, sus corruptelas y sus formas en ocasiones casi mafiosas de gobernar les han pasado mucha factura, y también su sucia campaña electoral. Ahora se encuentran superados por unas circunstancias que no se esperaban y por una realidad que no alcanzan a entender, y por eso parece que compiten por ver quién dice la mayor tontería.
El ascenso de Podemos ha resultado sorprendente y van a ser determinantes en muchos lugares, y eso es así a pesar de las campañas llevadas a cabo por parte de los medios de comunicación, que nos querían convencer de que se estaban desinflando. Por lo mismo, Ciudadanos no han crecido tanto como nos querían hacer creer, y por eso, no tendrán tantas llaves como pensábamos al principio de la campaña. Por su parte, el PSOE se empieza a recuperar poco a poco, y UPyD e Izquierda Unida parecen condenados a desaparecer, aunque Izquierda Unida, al menos en lugares como Asturias, sigue teniendo cierta importancia.
Ahora se abre un momento de llevar a cabo pactos, con los que los partidos demostrarán si realmente les importan los ciudadanos o solo querían poder.
Se abren momentos de cambios y ahora los ciudadanos, y los políticos como representantes nuestros, debemos demostrar que estamos a la altura. 

domingo, mayo 24, 2015

Oscuridad

¿Alguna vez habéis sentido la oscuridad interior de una persona con solo hablar con ella? Esta es la pregunta que se hizo Rafa la mañana en que se le acercó en la parada del autobús un hombre que le preguntó qué bus debía coger para llegar al centro.
Era un hombre bien vestido, claramente estaba recién duchado, y hablaba con mucha educación. Sin embargo, algo en él hacía que Rafa se estremeciera y se pusiera a la defensiva. Era algo extraño y no sabía explicarlo, pero tanto era así que en cuanto respondió a su pregunta, Rafa se apresuró a consultar las redes sociales en su teléfono móvil, como queriendo indicar que no quería continuar con una conversación que le incomodaba profundamente.
Mientras descubría que ese día no había ningún trending topic en Twitter que pudiera servirle en su actividad, Rafa observó a una pareja que llegaba a la parada del autobús con una niña pequeña. Dos collarines rodeaban los cuellos de los padres y la niña se colgaba, juguetona, de los brazos de sus padres. El hombre los miró a los tres.
- ¿Habéis tenido un accidente? – preguntó.
Incómoda por la familiaridad del hombre, la mujer le respondió tímidamente que sí, mientras su marido miraba extrañado y la niña seguía intentando llamar la atención de sus padres.
- Yo tuve uno una vez – continuó el hombre.
Y a partir de ese momento, la oscuridad pareció cernirse sobre todas las personas que estaban en la parada de autobús, cuando el hombre explicó con detalle el punto de inflexión que había supuesto ese accidente, cuando el exceso de velocidad había sido la causa del accidente en el que había fallecido su familia.
Rafael, que, con la vista fija en la pantalla de su smartphone, no había dejado de escuchar ni una palabra, no pudo evitar preguntarse:
¿Se puede sentir la oscuridad de una persona con solo escuchar su voz?

viernes, mayo 22, 2015

Reflexiones electorales

Hola a tod@s:
Como sabemos, estamos en plena campaña electoral para las elecciones municipales y autonómicas, y todos los partidos están lanzando su artillería para conseguir nuestros votos. Sin ir más lejos, el otro día pudimos ver a Esperanza Aguirre, que se presenta a candidata a la Alcaldía de Madrid, disfrazarse de chulapa en las fiestas de San Isidro, o presentarnos a su perro. Pero claro, como sabemos todos, ella no es populista, los populistas son los demás.
Y el otro día, Aznar dijo que no quiere que "vuelva la izquierda", en una clara apología de la dictadura de partido único, sobre la que, sin embargo, nadie ha comentado casi nada. 
Por cierto, ya que hablamos del Partido Popular. Resulta que, al menos aquí en Asturias, la propaganda del partido que nos envían a casa no trae su logotipo en el sobre. ¿Será que se avergüenzan de ser populares? La verdad, con lo que están haciendo, razones no les faltarían.
También podemos escuchar a los mismos que durante los últimos cuatro años no han hecho nada, o que incluso han dicho que había que recortar los presupuestos públicos, prometernos obras faraónicas e iniciativas maravillosas para las que, oh sorpresa, ahora sí hay dinero.
Y también podemos escuchar a la nueva sensación de la política española, Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, que nos dice que viene a regenerar una política de la que habría que echar a todos los nacidos después de la proclamación de la Constitución (menos mal que entonces yo todavía no había nacido, porque si no, según su lógica, mis reflexiones no serían válidas…). Y precisamente, Albert Rivera y los suyos son los que más me preocupan ahora mismo. Como dijo uno de vosotros hace algunos días, "me huelen mal".
Porque si bien su discurso rupturista puede relacionarse con el de Podemos, el fondo que tienen es bien diferente, pues no deja de ser una actualización de las mismas premisas que presenta el Partido Popular, pero limitándose a cambiar las formas faltonas y desagradables de los populares por otras más cercanas a la ciudadanía, pero mandándonos el mismo mensaje. Si a eso le añadimos el hecho de que el propio Rivera y muchos de los miembros de Ciudadanos militaran anteriormente en el Partido Popular (cuando no en otros partidos todavía más a la derecha), pocas esperanzas tengo de que puedan presentar un mensaje netamente distinto del de Rajoy y compañía.

miércoles, mayo 20, 2015

Poder sindical

El otro día escuchamos la noticia de que las organizaciones empresariales habían llegado a un acuerdo con los sindicatos para que el próximo año hubiera una subida de sueldos de hasta un uno por ciento. Superada la etapa de la risa floja y del sarcasmo al leer la noticia, todos llegamos a la conclusión de que esto no era más que una rendición de los sindicatos a las exigencias de unos empresarios que, cada vez más, están demostrando que pueden controlar hasta las decisiones gubernamentales.
Sin embargo, a pesar de todos los errores que los sindicatos están cometiendo en los últimos tiempos, yo sigo pensando que su labor es válida, aunque también creo que sería necesario llevar a cabo una profunda reforma en su funcionamiento para que pudieran cumplir con su cometido de forma verdaderamente efectiva.
En primer lugar, la labor de los sindicatos en la negociación colectiva en determinados sectores sigue siendo válida, sobre todo en aquellos en los que la afiliación es elevada, aunque siempre recordando que el poder empresarial sirve de contrapeso hasta el punto de que, en muchos casos, el poder sindical queda reducido tan solo a negociar cuestiones tales como las vacaciones o similares, es decir, cuestiones menos trascendentales y profundas de lo que nos gustaría.
No obstante, también creo que la pérdida del poder de los sindicatos puede llegar a ser nefasta para el sistema político de un país. Por poner un ejemplo, en el caso británico, el desmantelamiento de los antaño poderosos sindicatos de los trabajadores del sector minero-metalúrgico durante la época de Margaret Thatcher, unido al hecho de que el Partido Laborista empezó a fijar su atención más en las clases medias que en las clases trabajadoras, hizo perder a esas clases trabajadoras sus referentes políticos, lo que les hizo volver la mirada hacia partidos populistas y xenófobos, como el partido ultraderechista UKIP, que, incapaz de ofrecer soluciones, se limitó a presentar culpables.
¿De verdad querríamos un escenario así en nuestro país, ahora que parece que el PSOE también está olvidando el significado de la “O” de sus siglas?

martes, mayo 19, 2015

Reflexiones sobre la función pública

Muy buenas a todo el mundo:
Recordaréis que Juan Rossell, presidente de la CEOE, hizo el otro día unas declaraciones en las cuales abogaba por la privatización de la sanidad y la educación para que fueran más “productivas”. En primer lugar, el hecho de que las haga como presidente de una Confederación que defiende los intereses de los empresarios privados, pero que está financiada con dinero público, es, como mínimo, sorprendente. Pero, al margen de ese hecho, hoy quisiera hacer algunas reflexiones sobre la importancia que tiene el sector público en general, y más en particular la sanidad y, sobre todo, la educación, en un país como el nuestro.
En primer lugar, la existencia de servicios públicos asegura que cualquier ciudadano (o ciudadana) pueda acceder a ellos independientemente de su nivel económico, lo que asegura una cobertura universal de las necesidades de la ciudadanía.
En segundo lugar, las exigencias para entrar a formar parte de los cuerpos de funcionarios son, al menos en nuestro país y en el ámbito de la educación, que es el que más conozco, muy superiores a las que tienen los que prestan servicios análogos en el sector privado. Eso se hace para asegurar que solo puedan prestar esos servicios los profesionales mejor preparados y más eficientes.
Se habla mucho de que los funcionarios son unos privilegiados, por su sueldo y sus vacaciones. Eso es mentira. Por cada funcionario de nivel “alto”, que puede tener un sueldo más o menos elevado, hay otros que pueden ser interinos a media jornada (o incluso, contratados por días), o simplemente funcionarios de nivel más bajo, cuyos sueldos son más modestos, e incluso, en algunos casos, directamente bajos. Pero lo más relevante que hemos de recordar cuando hablamos del sueldo de los empleados públicos es que los que más ganan no son los funcionarios por oposición, sino los "asesores", puestos a dedo por los políticos, que son muchos más de los necesarios y cobran infinitamente más que los funcionarios de verdad.
Cuando se habla de la educación, se critica la gran cantidad de vacaciones que se tienen o las “pocas” horas al día que se trabaja, y eso es, en cierto modo, una falacia. Sí es cierto que el horario de un docente puede tener veinte o veintitantas horas semanales, pero en ese horario no se contemplan claustros o juntas de evaluación, a las que hay que asistir, pero que no se incluyen en el horario. Ni, por supuesto, las horas que hay que dedicar a preparar las clases o los materiales que se van a facilitar a los alumnos, ni las muchas horas de formación permanente que se exige realizar.
También se habla mucho de la supuesta mayor eficacia de lo privado frente a lo público, que también me parece muy llamativo. En primer lugar, porque, por ejemplo, en el caso de la sanidad, la comparación con países, como Estados Unidos, donde prima lo privado, o con países como Alemania, con modelos mixtos, la diferencia de gasto demuestra que lo privado suele ser más caro para las arcas estatales. Además, como se ve en muchos casos, en el caso de la sanidad, los centros privados hacen solo las intervenciones más sencillas y baratas, mientras que tratamientos más complejos y caros se derivan a una sanidad pública que, por definición, siempre va a tener (o debería tener), más medios, en tanto que está respaldada por un Estado.
En segundo lugar, si hablamos de educación, a todos se nos llena la boca hablando del informe PISA y de los buenos resultados de países como Finlandia, pero muy poca gente dice que en Finlandia, la educación privada supone solo el tres por ciento del total de la educación, y la educación concertada no existe.
Por último, en tercer lugar, esa supuesta mayor productividad de lo privado me hace reír cuando recuerdo la necesidad que ha habido de subvencionar (o incluso rescatar) a tantas empresas privadas.
Para que luego digan.

viernes, mayo 15, 2015

Una de empresarios

Hola a todo el mundo:
Hoy es 15 de mayo de 2015, así que debería estar hablando del aniversario del movimiento 15M, que surgió, entre otras cosas, para buscar alternativas a un sistema político anquilosado e incapaz de responder a una realidad que ni comprende ni quiere comprender. Sin embargo, me parece más interesante hablar de las últimas propuestas de nuestros amigos empresarios (o, como dice uno de vosotr@s, “empresaurios”).
Como sabéis, el otro día, desde las organizaciones empresariales se dijo que habían llegado a un acuerdo con los sindicatos, y que los sueldos podrían subir hasta un uno por ciento. Qué gran subida, ¿verdad? Hasta un uno por ciento. ¿Qué vamos a hacer con tanto dinero? Pero muy pronto, en la misma conversación, matizaron y nos dijeron que, claro, eso dependerá de las circunstancias y que los sueldos también podrían bajar, y que ese uno por ciento no es más que el límite máximo de subida, y que una subida por encima de ese uno por ciento podría hacer aumentar la inflación. Me parece muy interesante que nos avisen, porque casi habían conseguido que me creyera que iban a hacer algo bueno por sus trabajadores.
Cuando escucho estas cosas, me pregunto dos cosas. La primera, como decía el otro día un economista en La Sexta, que cómo es posible que digan que una subida en el sueldo de los trabajadores superior al uno por ciento haría subir la inflación, cuando sabemos que los sueldos de los directivos, mucho más altos que los de sus trabajadores, suben muy por encima de ese uno por ciento. ¿Es que esas subidas no generan inflación?
La segunda cosa que me pregunto si de verdad nuestros empresarios son tan ignorantes como para no darse cuenta de que unos trabajadores mal pagados no consumen, y si no consumen… pues los productos de las empresas de esos empresarios no se venden. No es tan difícil de entender, basta con pensar un poco para darse cuenta.
Y de las declaraciones de Joan Rossell del otro día, esas en las que abogaba por la privatización de la educación y la sanidad, prefiero no decir nada, más allá de comentar que es curioso que las haga cuando la CEOE, la organización que preside, está financiada con dinero público…

viernes, mayo 08, 2015

Propaganda electoral

Hola a todo el mundo:
Como sabéis, ya estamos metidos de lleno en la campaña electoral para las elecciones autonómicas y municipales, de modo que, a partir de hoy, vamos a escuchar un montón de promesas por parte de todos, y un silencio muy notorio por parte de los que están gobernando y aspirando a la reelección cuando alguien les pregunte por qué están prometiendo lo mismo que prometieron hace cuatro años y no cumplieron en todo este tiempo. Lo de siempre, vamos.
Además, para aderezar mucho más esta campaña, ayer se hicieron públicos los datos del último barómetro del CIS, en los cuales se nos habla de la intención de voto de los ciudadanos (por cierto, ¿a vosotr@s os preguntaron?, porque a mí no), que nos hablaría de un escenario de cuatro partidos, en el que los dos mayoritarios continuarían siéndolo, pero muy debilitados, y Podemos y Ciudadanos se consolidarían como dos partidos bisagra muy poderosos.
En relación con esta encuesta del CIS, ayer, mientras cenaba, escuché en las noticias de una cadena generalista decir que, frente a la encuesta de enero, se podía observar el desplome de Podemos y el importante despegue de Ciudadanos. Cambié de cadena y en el informativo de esta también estaban comentando estos datos, y hablaban de que Podemos había caído hasta quedar a tres puntos de Ciudadanos. Curiosamente, olvidaron decir que Ciudadanos siguen por detrás de Podemos, así que sería más correcto decir que son Ciudadanos los que están a tres puntos de Podemos.
¿Os habéis fijado en la retórica tan diferente que usaron para hablar de Podemos y para hablar de Ciudadanos? Tal parece que quisieran convencernos de la pérdida de fuelle de Podemos y presentarnos a Ciudadanos, más moderados y aseaditos ellos, como la alternativa más clara e incluso deseable.
El poder de los medios de comunicación es muy grande, así que sería deseable que, conscientes de ese poder, escogieran palabras menos subjetivas, ¿no os parece?
A no ser, claro, que todo se haga con una intencionalidad determinada, la de perjudicar a Podemos.
Pero eso no sería posible, ¿verdad? Seguramente lo que pasa es que yo soy demasiado malpensado…