miércoles, febrero 24, 2010

La mala educación

Hace tiempo ya que decir que en nuestro país la buena educación brilla por su ausencia se ha convertido en un tópico. Y últimamente tenemos dos ejemplos muy llamativos:

El primero, el del ex-Presidente del Gobierno José María Aznar al sacar el dedo a los estudiantes de la Universidad de Oviedo que se metían con él. Como dijo Forges en su viñeta, "Todo un estadista".

El segundo, el del fulano que quería ir a Eurovisión y que se hace llamar John Cobra, que, cuando la peña lo abucheba, salió con insultos e improperios varios.

Ahora parémonos a pensar. En ambos casos, la mala educación de los protagonistas estuvo motivada por los abucheos que habían recibido antes, de modo que habría quien hasta las justificara esos comportamientos.

Entonces... ¿qué diferencia hay entre uno y otro? Pues la verdad, yo creo que ninguna. Los abucheos no estaban justificados y no tenían que haber sucedido. Pero la reacción de Aznar y del Cobra ese tampoco. Hacía falta que se portaran con algo más de decoro.

Pero claro, si un ex-Presidente no puede dar ejemplo de saber estar, ¿cómo esperamos que lo dé un aprendiz de rapero?

lunes, febrero 15, 2010

200 y subiendo

¿Sabéis? Éste es el texto 200 de este blog, que lleva más de tres años funcionando (bueno, en realidad sería el 201, pero un texto desapareció por causas que no viene a cuento explicar). Puff... cuánto tiempo, ¿verdad? Que no es por tirarme el rollo, eh, pero no conozco otros casos de blogs que lleven tanto tiempo siendo una sola persona quien los actualiza. Y en este tiempo he escrito (y vosotros lo habéis leído y habéis participado con vuestros comentarios) sobre casi cualquier tema. Bueno, creo que no escribi sobre Física Cuántica, pero todo se andará, jejejeje.
Pero claro, un blog no es un ensayo en el que se intente dar una visión objetiva de la realidad. En un blog lo que se hace es dar una opinión, con todo lo que eso conlleva. Cuando hablamos bien de algo, muchas veces somos criticados por aquéllos a quienes no les gusta. Pero cuando intentamos ser conciliadores y buscar algo parecido a la objetividad puede ser todavía peor, porque nos pueden caer palos de todos los lados.
Pero mientras las críticas sean constructivas, eso no es malo. Siempre intenté expresar mis opiniones (que comparto conmigo mismo y con mi mecanismo) de forma respetuosa y bien argumentada. Cuando en los comentarios se me llevaba la contraria, yo intentaba defender mi postura con argumentos y, cuando veía que mi comentarista llevaba la razón, yo, humildemente, rectificaba. Porque ésa es la gracia de los blogs. Que sean foros en los que todos podamos expresar nuestras opiniones y enriquecernos mutuamente (ya sabéis, recordad la Filosofía de COU y eso que decía Hegel de la tesis, la antítesis y la síntesis).
Y la suerte que yo he tenido es que en general, mis lectores-comentaristas-amigos suelen (soleis) ser bastante respetuosos a la hora de expresar vuestras opiniones, aunque me llevéis la contraria. Y por eso nunca había borrado un comentario, a no ser que se tratara de spam descarado.
Y digo "había borrado" porque el sábado borré uno. De vez en cuando vuelvo sobre textos anteriores para releerlos y, sobre todo si fueron especialmente polémicos, ver si tienen nuevos comentarios. A veces me llevo sorpresas agradables. Y otras no tanto.
Quizá recordeis que en el texto que colgué allá por el mes de junio sobre el concierto de La Fuga de Avilés, mencioné que me gustó el grupo principal (que, en definitiva, era al que iba a ver), pero mucho menos el telonero. Dije que no me gustó su actitud y que, de todas maneras, su música no es, en general, de mi agrado. No buscaba sentar cátedra, sólo dar una opinión, que tal vez fuera errónea, pero que era la mía en aquel momento. A alguien no le gustó y lo dijo con educación y me hizo darme cuenta de que mi tono había sido demasiado duro, por lo que no tuve problemas en reconocer que, tal vez, si hubiera conocido más esa música la hubiera disfrutado.
Pero el sábado vi que un fulano, además amparándose en el anonimato, me había puesto a parir a mí y de paso a los músicos de La Fuga (que ya me diréis lo que les importará a ellos que los critiquen en los comentarios de mi blog).
Pensé en hacer una furibunda respuesta que empezara con un "Querido troll", pero luego me di cuenta de que es muy posible que el comentario llevara allí varios meses y el chorbo en cuestión jamás lo leyera. Y por eso, y también porque la educación y el respeto son algo muy importante, pues lo borré. A ver qué va a ser eso de entrar en un blog ajeno (que es como una casa ajena, hombre) faltando al autor. Coño ya.
Así que ya sabéis. Decid lo que os apetezca, pero con buen rollito. Que, como decían en Año Mariano "hay que ser buenos" (sí, lo es, es un guiño al cine español después de los Goya de anoche, en los que triunfaron las dos grandes películas del año pasado, Celda 211 en los premios "artísticos" y Ágora en los "técnicos"; vedlas si todavía no las habéis visto).
Un saludo.

sábado, febrero 06, 2010

Magia en directo

No se me ocurre otra forma de definir lo que vi anoche en la Sala Albéniz. El concierto de los cordobeses Medina Azahara fue magia en estado puro. Vaya por delante que no es, ni mucho menos, mi grupo favorito, que no esperaba que el concierto fuera nada del otro mundo, y que si iba era sobre todo porque nunca los había visto y porque no suelen acercarse demasiado a menudo por Asturias. Por eso, la sorpresa que me llevé fue más que agradable.
A la sala nos dirigimos, como viene siendo habitual, Miguel (alias Garry) y yo, y nos encontramos con un público muy heterogéneo. Es lo que tiene que los Medina lleven treinta años sonando en radiofórmulas a la vez que son entrevistados en revistas de Heavy como la Kerrang!, que lo mismo se podía ver a serios padres de familia junto a heavys de la vieja escuela, con greñas y chupas de cuero, al lado mismo de jovencit@s con la mayoría de edad recién cumplida, piercings y camisetas de Dolce & Gavanna.
A eso de las diez de la noche, mientras una enorme cantidad de humo inundaba el escenario, salieron Manuel Martínez y sus huestes, que comenzaron a interpretar "Aya", intro de su último, reciente y muy recomendable disco Origen y leyenda. Sin embargo, esto sería lo único que este concierto tendría en común con lo que esperábamos. En efecto, cuando comenzó la primera canción, nos dimos cuenta de que no era "Origen y leyenda", sino una bastante anterior. Me sé la letra, pero no computo cuál es hasta que me encuentro a mí mismo cantando ese estribillo que dice "Sed felices esta noche y soñad". ¡Su madre! ¡Han salido con "A toda esa gente"!
Después de ciertos problemas, continúan con "Favorita de un sultán", a la que siguen "Palabras de libertad" y "Todos necesitamos a alguien". Entre este repertorio y las pintas de los músicos, sobre todo del guitarrista Paco Ventura, da la sensación de que nos han mandado en una máquina del tiempo a hace una o dos décadas.
Continúan con "La tierra perdida (O. U. A.)", con un público entregado, a la que siguen "Tierra de libertad", "Solo y sin ti" y la clásica "Paseando por la mezquita".
Por fin, se acuerdan de que están presentando un disco nuevo y tocan "Origen y leyenda", seguida de "Aquí me tienes hoy". Los músicos, sobre todo el cantante Manuel Martínez, se muestran muy cercanos, disfrutan, no sólo están haciendo su trabajo: Están compartiendo su música con nosotros.
Suenan "Abre la puerta" y "Me culpas de todo". Entonces, se marcan un par de versiones incluidas en su último disco: el tema de Camarón "Al padre santo de Roma" y la canción de Las Grecas "Te estoy amando locamente"; que no es que las tocaran, es que nosotros nos las sabíamos. Después de este momento tan festivo (como diría alguien que yo me sé, "tan ranchito"), Manuel se sienta para, como decía él, "ponerse serio", y así interpretan "Solos tú y yo", preciosa balada en la que las parejas se achucharon como corresponde. Recuerdan su tierra con "Córdoba", tocan "El lago", "Algo nuevo" y, para regocijo de todos, para su falsa despedida, la única, la esperada, la grandiosa "Necesito respirar", en la que todos nos desgañitamos como locos (que ya tocaba escucharla en directo tocada por Medina en un concierto de verdad, y no por orquestas en alguna fiesta patronal).
No habían terminado de bajarse del escenario cuando todo el público empezó a cantar eso de "¡Eh, Medina, así no se termina!". Entonces, Paco Ventura volvió para hacer un largo solo con el que demostró por qué es uno de los mejores guitarristas de este país. De nuevo apareció una banqueta en el escenario para que Manuel se sentara y cantase la reciente "Que te quiero" (parece que está de moda eso de empezar los bises con una canción lenta), a la que siguió, ya para terminar, "Todo tiene su fin". Vuelven a interpretar la música de la intro para que Manuel presente a la banda, en la que, por cierto, se incluye como cantante de apoyo el que es cantante de Santelmo, la nueva banda del ex-Saratoga Jero Ramiro. Pero no se fueron entonces, no, se quedaron casi diez minutos saludando, dando la mano a los que estábamos en las primeras filas, haciéndose fotos y firmando autógrafos. Todo un ejemplo de buen rollo.
En resumen, un gran concierto, mucho más cañero y divertido de lo que yo me esperaba, con unos músicos enrollados y majísmos que se esforzaron por hacernos disfrutar. Faltó que tocaran "Velocidad" y, siendo muy puristas, "Navajas de cartón", pero por lo demás el repertorio fue inmejorable. La única "pega" fue que Manuel, desde mi punto de vista, se apoyó demasiado en el segundo cantante y en el público ("Necesito respirar" la cantamos más nosotros que él). Pero como dijo Miguel, el contar con un segundo cantante (además de con los coros de Paco Ventura y del teclista Manuel Ibáñez) permitía que cuando Manuel orientaba su micrófono hacia nosotros el sonido no quedase demasiado desangelado.
Total, para los que no fuisteis al concierto os digo que no tenéis ni idea del espectáculo tan genial y mágico que os perdísteis.
Nos vemos.

lunes, febrero 01, 2010

Avatares de la vida

La verdad es que la película Avatar no me atraía demasiado, pero ante el hecho de que estábamos a punto de ser los únicos de nuestro entorno que todavía no la habíamos visto (hasta en broma hablamos de hacer un grupo en Facebook llamado "Yo no vi Avatar"), anoche Álvaro, Alejandro y yo nos acercamos a verla. Y ya puestos, en tres dimensiones.
El problema de que todo el mundo nos hable bien de una película es que lo más probable es que al final salgamos diciendo "Está bien, pero tampoco era para tanto". Y eso es lo que me pasó a mí. Pero ojo, ni digo que esté mal (que no lo está) ni que no valiera la pena pagar por verla en tres dimensiones. Sólo digo que no creo que sea para darle tanto bombo.
En primer lugar, la propuesta de las tres dimensiones no está demasiado aprovechada, aunque tampoco es que la película lo necesitara demasiado. Sólo en algunos momentos sí sirvió para crear efectos espectaculares, pero en la mayoría de las escenas no aportó demasiado. Concretamente, creo que en la escena de la batalla final podría haber dado mucho más juego.
Por lo demás es una película que, a pesar de sus casi tres horas, no se hace larga, porque es muy entretenida. Pero eso sí, la historia está bien, pero no es original (es lo malo de soltar a un historiador en un cine a ver una película así, jejeje, que acaba fijándose en cosas raras). Me explico: Resulta que lo que hace es mostrar el colonialismo del siglo XIX, pero llevándolo a otro planeta en el siglo veintitantos. Sí, porque el motivo para ir a ese planeta son recursos del subsuelo, y la relación con los indígenas se plantea desde el punto de vista de la superioridad del colonizador (superioridad que es muy clara desde el punto de vista técnico). Exactamente igual que hicieron las potencias europeas durante ese siglo en Asia y África.
Por otro lado, la relación entre el protagonista y la hija del jefe de la tribu introduce un matiz que yo no me esperaba (reconozco que fue la vez que menos sabía de la peli que iba a ver, recomendaciones aparte), además de que permite que el protagonista se vaya identificando con los nativos de una forma que me recordó vagamente a Bailando con lobos.
Eso sí, el final sí me sorprendió.
En conclusión, yo creo que si no la habéis visto os gustará, pero de todas formas, sigo pensando que es otro ejemplo de lo que puede triunfar una película si tiene una buena campaña de marketing detrás.
Nos vemos.