miércoles, junio 19, 2013

Cuestiones complejas...

Hola a todo el mundo:
Como todos sabéis ya, estos días se estuvo celebrando el cónclave anual de la CEOE. O como me gusta decir, el aquelarre. Y aunque sus participantes se lo curraron mucho, lo prepararon con tiempo e intentaron llevar a cabo una puesta en escena que cambiara un poco la imagen que esta organización está dando a la sociedad (a fin de cuentas, su anterior presidente está en la cárcel), al final, solo nos quedaremos con el hecho de que uno de sus dirigentes dijo que cuatro días de permiso por el fallecimiento de un pariente cercano es demasiado.
Veamos, señores empresarios, señores empresarios que tanto dinero público necesitan, por cierto. Sé que a ustedes les sonará raro, pero esos cuatro días suponen mucho más que desplazarse. Son días en los que hay que hacer papeleo, porque, repetimos, esos cuatro días se dan por un familiar directo, no por el primo segundo de la tía del pueblo. Alguien, en definitiva, que estaba cerca de nosotros, así que seremos nosotros los que tendríamos que encargarnos de solucionar ese papeleo.
Pero es que, aparte del papeleo, esos días son también los que, probablemente, se encuentren entre los peores de la vida del trabajador al que le quieren racanear días de permiso. Aunque me imagino que a ustedes los sentimientos de los trabajadores les importan bien poco.
Y saliéndome un poco del tema, me gustaría recordarles una cosa que tal vez se les olvida, pero que puede ayudarles a ganar más dinero (que es, en definitiva, lo que a la gente como ustedes les importa): que un trabajador contento y bien pagado, produce más y mejor y, además, consume más.
O sea. Que si ustedes dan sueldos dignos y buenas condiciones laborales (y se dejan de hablar de rebajar el salario mínimo, o de implantar mini-jobs, o de exigir la imposición de reformas laborales que destrozan los derechos laborales), sus trabajadores se identificarán con la empresa, trabajarán más a gusto y serán más productivos. Y además, si encima tienen salarios dignos, podrán consumir, comprando los bienes que sus empresas (las de ustedes) producen y reactivando la economía nacional. Aunque sé bien que, mientras se reactiven sus economías (las de ustedes), poco les importa que se reactive la economía nacional.

Otro tema que me preocupa estos días es uno del que se está hablando mucho. Lo de las propiedades supuestamente vendidas por la infanta Cristina. Primero se dijo que, después de venderlas, no habrían declarado ese dinero. Luego, que se demostró que dichas propiedades no habían sido vendidas por la infanta, sino que ya pertenecían a los supuestos compradores. Entonces se dijo que todo había sido un fallo de la Agencia Tributaria, que se habría hecho un lío con los DNI, poniendo, por error, el de la infanta en los documentos correspondientes.
Y a mí todo eso me resulta muy extraño. Porque equivocarse al poner un número de DNI es posible en teoría. Yo mismo me encontré con que el mío era casi igual al de un compañero de Universidad (teníamos en común cinco cifras y la letra). Pero en la práctica, un error con el DNI de un miembro de la Familia Real ya es más complicado, porque los suyos tienen solo dos cifras (y la letra), con seis ceros delante (aquí podéis insertar el chiste de Los Simpsons sobre el número de Seguridad Social del señor Burns). Así que es difícil que alguien se equivoque con un número de DNI tan poco corriente.
Pero además, el error no se habría cometido una sola vez, sino varias, porque las fincas supuestamente vendidas estarían en cuatro provincias distintas, y en cada transacción haría falta que hubiera un notario y un registrador de la propiedad, que se tendrían que equivocar una vez cada uno. No es imposible, pero es altamente improbable, sería algo así como una posibilidad entre no-sé-cuántos mil millones
En unos días espero haber leído (y reflexionado) lo suficiente como para poder aportar algo al respecto.
Y ahora que hablamos de delitos financieros y gente de baja catadura moral, voy a haceros una recomendación literaria: Ahora mismo estoy leyendo un libro titulado Calle Erottaja, del finlandés Karo Hämälainen (en español, eh, que con el finlandés todavía no me atrevo, jejeje), una novela sobre los tiburones financieros que nos metieron en esta crisis (el título hace referencia a la calle de Helsinki en la que se encuentran las sedes de los grandes bancos y entidades financieras). Para leer con calma y reflexionar sobre los movimientos bursátiles.
Y también sobre lo mala que es la gente…

jueves, junio 06, 2013

De aquí se sale... pero a ver como

Hola a todo el mundo:
El otro día, comentaba con una de vosotros que en esta crisis se está haciendo todo lo contrario a lo que se hizo en crisis anteriores. Es decir, que antes se intentaba incentivar el consumo para crear crecimiento, y ahora se opta por la austeridad. Que, como ya ha tenido que reconocer el propio Fondo Monetario Internacional, es lo que más está hundiendo a Grecia.
Entonces, la colega me dijo que dejara de una vez la demagogia, que de la crisis de los años treinta se había salido con una guerra. De la crisis de 1973 no dijo nada, por supuesto.
Claro, que puestos a buscar formas de salir de la crisis, ya que lo de las guerras queda mal visto, podríamos buscar otras soluciones. Como, por ejemplo, la colonización del espacio.
Ahora hablando en serio. Cuando hablo de colonizar el espacio, no lo digo en sentido estricto, sino en un sentido más metafórico. Me estoy refiriendo a que, una posible solución a la crisis podría ser una inversión fuerte en Investigación, Desarrollo e Innovación.
Sería muy sencillo: Si los Gobiernos invierten en I+D+i, los investigadores, esos mismos investigadores que o son precarios o se ven obligados a irse al extranjero, tendrían una situación económica más estable, que les permitiría consumir más. De su consumo, se derivaría, lógicamente, una mayor demanda de productos.
Entonces habría que contar con la racionalidad de los empresarios de este país, porque ante esa mayor demanda, lo lógico no sería subir los precios, sino producir más. Y para producir más, tendrían que contratar a más gente (a ser posible, no con mini-jobs, sino con trabajos dignos y pagados como corresponde).
Esa gente a la que se contratara dejaría de está en el paro (obviamente), tendría liquidez económica, consumiría más, dando lugar a más demanda, que daría lugar a más necesidad de contrataciones… Y así se reactiva la economía.

Y ahora habrá quien pregunte de dónde saldría el dinero para esas inversiones iniciales. Pues hombre, yo creo que no precisamente de subir indefinidamente el IVA o de recortar en servicios esenciales (sanidad, educación, dependencia), sino de medidas un poco más racionales. Por ejemplo, eliminando cargos innecesarios. Sí, porque no es lógico que un político tenga entre veinte y treinta asesores (elegidos a dedo, por supuesto) cobrando entre cincuenta y sesenta mil euros anuales por no hacer casi nada.
O eliminando coches oficiales, que no me parece normal que tengamos tantos en este país.
O haciendo que toda esa gente que defrauda a Hacienda o no paga lo que debería pague de una vez y de paso, devuelva lo que ha dejado de pagar. Pienso, por ejemplo, en los clubes de fútbol, que tienen unas deudas millonarias con el fisco. O en la Iglesia, a la que se exime de ciertos impuestos como el IBI (antes de que nadie saque a relucir a Cáritas: alrededor del 95 por ciento de su presupuesto procede de donaciones privadas).
O persiguiendo con más ahínco el fraude que llevan a cabo las grandes fortunas, que son las que de verdad defraudan.

Si dinero hay. Lo que hace falta es querer buscarlo.