Hola a tod@s:
Úlltimamente tengo muy poco tiempo para escribir, pero no me olvido de vosotros, eh, que nadie se piense. Pero además, como gracias a mi colaboración con la web de música
MetalCry mis crónicas aparecen en un medio con bastante más repercusión que este humilde blog, he decidido que aquí sólo voy a escribir sobre música cuando quiera reflexionar sobre ella o cuando me apetezca escribir sobre un concierto antiguo. Como voy a hacer ahora, que me apetece hablaros del primer gran concierto al que fui en mi vida. El que dieron
Deep Purple el 20 de septiembre de 1998 en la plaza de toros de Oviedo, en plenas fiestas de San Mateo.
Ahora imaginaos cómo fue la cosa. Yo, con diecisiete añitos, empezando en este mundo del Rock n' Roll y aprendiendo a tocar la guitarra me encuentro a pocos metros de semejantes estrellas. Todavía lo recuerdo y se me pone la piel de gallina, colegas.
Pues eso, que yo todavía no tenía mucha experiencia en lo que se refiere a conciertos y mucho menos fuera de mi ciudad, allá me fui, con mi colega
Varo (todavía no había fichado a
Garry para estas cosas, jejeje, aunque sí que nos conocíamos).
Llegamos a la plaza con algo de tiempo, para ver también a los teloneros, unos Buenas noches, Rose, que en ese momento se estaban sobreponiendo a la marcha de su cantante
Jordi "Skywalker", así que nos encontramos con un sitio estupendo en la primera fila.
La verdad es que la actuación de los Rose se desarrolló con muchas ganas, hicieron lo que pudieron y le echaron muchas ganas, pero el público pasaba de ellos. Los únicos momentos en el que el público reaccionó fue cuando se le rompió una cuerda al guitarrista que había asumido la labor de cantar y su compañero tocó el riff de "Smoke on the water", y cuando el cantante intentó ganarse al público enseñándonos su colgante que, como nos dijo intentando hablar en asturiano, había sido un regalo de su abuela. Hicieron lo que pudieron, pero el público no estuvo a la altura, así que se fueron sabiendo que lo habían hecho bien, pero que faltó feeling con la gente.
Pero pronto, las luces se apagaron, el telón cubrió el escenario y empezamos a darnos cuenta de que lo bueno estaba a punto de empezar.
Ian Gillian y sus huestes salieron a darlo todo con "Vavom: Ted the mechanic", la canción que abría el primer disco grabaron con el guitarrista Steve Morse, que fue seguida de la mítica "Strange kind of woman".
El grupo estaba pletórico y hacía todo lo posible por hacernos disfrutar. Además, para sorprendernos todavía más, entre canción y canción, las luces del escenario se apagaban para que la siguiente canción fuera una sorpresa. Sin embargo, el que no lo daba todo era el público. De hecho, parecía que la mayoría de los que estábamos allí éramos maniquíes que no reaccionaban ante el espectáculo. Es más, en varios momentos me apeteció dar un salto, subirme al escenario, quitarle el micrófono a Ian Gillian y gritarle a la gente "A ver, que estais viendo a unas leyendas de la música, actuad en consecuencia".
Pero al grupo le daba igual esa falta de participación del público, y seguían dándolo todo, con temas como "Bludsucker", "Almost human" o "Woman from Tokyo", que nos hacían disfrutar como enanos.
Steve Morse se pone al borde del escenario y se marca un larguísimo solo para demostrar su genialidad (y para hacerme ver lo mucho que todavía tenía que aprender con las seis cuerdas), y que sirvió para introducir la mítica "Smoke on the water".
"Smoke on the water"... ¿Qué decir de esta canción que no hayan dicho ya otros, seguramente mejor que yo? Pues que nunca había visto ni vi después una mayor comunión entre el público (que hasta ese momento, repito, parecía casi dormido) y la banda como la que vi durante esa canción. Cuando Ian Gillian cantó por última vez ese verso que dice "smoke on the water" orientó su micro hacia nosotros y todos cantamos eso de "and fire in the sky" como si tuviéramos una única voz. No sé cuánta gente habría allí esa noche, pero estoy seguro de que para muchas de esas personas eso de "smoke on the water and fire in the sky" era todo el inglés que sabían, pero sigue siendo uno de los momentos más especiales que he vivido en un concierto.
Después de esta canción, el maestro Jon Lord hizo un genial solo con su teclado, que sirvió para encarar el final del concierto, que fue con "Lazy", "Perfect strangers" y una "Speed king" que sirvió como cierre antes de los bises.
Pero poco tuvimos que esperar, y en un par de minutos se volvieron a subir a las tablas para interpretar "Seventh heaven" y, para terminar, la genial "Highway star", que sonó espléndida y que fue una verdadera bomba.
Durante mucho tiempo (hasta que vi a
Iron Maiden en 2003), este concierto de Deep Purple fue el mejor que había visto en mi vida, y todavía hoy lo recuerdo con mucho cariño.
Tanto, que no sé si lo habré podido expresar con suficiente claridad.
Un saludo.