viernes, marzo 20, 2015

Terrorismo cultural

Desde hace unos días, no hago más que encontrarme con noticias culturales que me hacen sentirme mal, como historiador, como arqueólogo, y como persona preocupada por la cultura en general. Por un lado, cuando leí que ISIS había llevado su barbarie no solo a las personas a las que aniquila, sino también a la destrucción de unos restos arqueológicos irremplazables, los de la antigua ciudad de Nimrud. No solo quieren destruir a todos aquellos que no creen en la misma (mala) interpretación del Islam, sino que además quieren destruir un pasado que es de toda la Humanidad.

Luego está la noticia de que el Gobierno se planteaba bajar el IVA cultural del 21% al 10%, una demagógica, electoralista y populista medida motivada por la cercanía de las elecciones. Que claro, este anuncio hace que todos los medios afines del Gobierno y sus votantes convencidos digan lo buenos que son Rajoy y Montoro, olvidando, claro, que, por un lado, cuando ellos llegaron el IVA de la cultura estaba al 8%, con lo que al final, el IVA cultural en realidad no solo no habrá bajado, sino que se habrá incrementado a lo largo de la legislatura, y por otro, que el daño causado con el IVA al 21% ya está hecho y no creo que vayan a devolvernos lo que pagamos de más en libros, discos, entradas a museos, al teatro o a conciertos. Y después de liarla, van y dicen que al final seguramente no lo van a hacer.

Y en un ámbito todavía más local, me cabrea mucho que en Mérida, una de mis ciudades predilectas, se haya decidido usar el anfiteatro romano para hacer partidos de pádel. O sea, que se va a montar una estructura muy invasiva en un edificio de unos dos mil años de antigüedad para el disfrute de unos pocos. Vergonzoso, como si no hubiera otros lugares.
Y sobre todo, destructivo.
Actualización (21-3-2015): Anoche supimos que, finalmente, el torneo de pádel ha sido suspendido. Es una victoria para el sentido común. 

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