martes, octubre 15, 2019

Cuaderno de viaje: Madrid (7-9 de septiembre de 2019)


Creo que ya lo dije más veces: Madrid es una de mis ciudades favoritas. Y por eso, un acuerdo al que he llegado con C. es el acercarnos por allí al menos una vez al año. Una ciudad en la que tenemos buenos amigos y en la que hay muchas cosas que hacer bien lo valen, ¿no os parece? Si a eso le añadimos que el día 8 de septiembre era fiesta en Asturias y que esa fiesta se pasó al lunes alargando el fin de semana, ya teníamos la excusa perfecta.

Sábado 7 de septiembre:

El sábado apenas madrugamos, porque queríamos coger el autobús a media mañana. Un viaje tranquilo hasta Madrid, con la consabida parada en Villalpando para comer algo, y nos plantamos en la Villa y Corte.
Esta vez no estábamos en el mismo hostal del Barrio de las Letras en el que solemos quedarnos, sino en un hotel bastante cercano, tanto que cogíamos el metro en la misma estación. Llegamos rápido y después de descansar y ducharnos nos lanzamos a explorar.
Nuestra primera parada iba a ser en una cervecería del Barrio de las Letras que habíamos descubierto el año pasado, pero estaban de vacaciones, así que nos sumergimos en el metro en dirección a Malasaña para tomar algo en una cervecería de allí que no conocíamos, La Pirata, donde pasamos un rato agradable tomando unas birras y disfrutando de su ambiente acogedor.
De allí dando un paseo hasta la calle Cardenal Cisneros, donde ya habíamos estado el año pasado tomando cervezas, para acercarnos al Oldenburg, un sitio que el año pasado no habíamos llegado a conocer. Allí nos quedamos a tomar unas birras y a comer algo. De allí, al hotel, que hay que descansar.

Domingo 8 de septiembre:

El Día de Asturias nos levantamos temprano y desayunamos en el hotel, con intención de ir al Museo del Prado. Según llegamos, una cola que se movía con fluidez nos llevó a entrar en el Museo. Pasamos por la exposición de Velázquez, Rembrandt y Vermeer, por la de Fra Angelico, y deambulamos un buen rato por la colección permanente viendo cuadros de Velázquez, Goya, Tiziano, El Greco, Rubens y alguno más.
De allí al metro, porque habíamos quedado con una pareja que habíamos conocido en nuestras vacaciones. Con ellos tomamos algo y fuimos a comer a un restaurante mexicano propiedad de Joaquín Sabina. Muy interesante.

Pero como no sería un viaje nuestro sin una de nuestras habituales desorientaciones, después de estar con ellos cogimos el metro para pasar por el hotel a dejar unas cosas antes de quedar con algunos amigos. Y nos dimos cuenta de que hubiéramos llegado antes andando. Encima, nos dijeron que estaban justo en el mismo sitio donde nos habíamos separado de los otros colegas.
Del hotel a donde habíamos quedado, esta vez sí, fuimos andando. Recorrimos la calle Atocha, subimos la cuesta de Moyano, pasamos junto a la estatua a Pío Baroja y entramos en el Retiro, viendo a unos músicos que cantaban canciones de Celtas Cortos, a un par de chavales que estaban allí con sus guitarras acústicas, a una chica que leía sentada en la hierba con la espalda apoyada en el tronco de un árbol… Todo muy bucólico, justo antes de llegar a la escultura del Ángel Caído.

Llegamos a donde nos esperaban nuestros amigos, y tomamos algo con ellos, poniéndonos al día del verano, que no nos habíamos visto. De allí, salimos del Retiro pasando por el Palacio de Cristal y nos dirigimos al hotel otra vez, pero antes paramos para comernos un bocata de calamares con una cerveza en un sitio que nos habían recomendado y que nos quedaba de paso. Unas últimas compras y, ahora sí, al hotel.

Lunes 9 de septiembre:

El lunes no teníamos muchas ganas de madrugar, porque estábamos muy cansados del domingo, así que después de desayunar, aunque nuestra idea era pasar por Malasaña a ver algunas tiendas, decidimos deambular por el Barrio de las Letras, asomándonos a los escaparates de librerías y tiendas de instrumentos, e incluso aprovechando para asomarnos a la Real Academia de la Historia (ya sé que tengo que hacer para consultar su biblioteca, jajaja). De allí, a la plaza Mayor, y de vuelta al hotel, que hay que coger los trastos para volver a casa.

En resumen:

Que me encanta Madrid, ya lo dije. Y que me queda mucho por ver todavía, así que habrá que volver.
Como me dijo una antigua compañera de trabajo, Madrid está bien de vez en cuando…

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