
Este es un momento
de dolor, por supuesto, pero también un momento en el que debemos
ser conscientes de que acusar a todos los musulmanes de terrorismo es
simplista e injusto. Tanto como lo sería acusar a todos los vascos
de ser etarras, a todos los sacerdotes de ser pederastas o a todos
los empresarios españoles de ser tan mangantes como Díaz Ferrán.
Y sin embargo, ya
salió Marie Le Pen, seguramente después de brindar con champagne y
tratando de ocultar su alegría, buscando sacar rédito político de
este atentado. Y, desgraciadamente, estoy seguro de que lo
conseguirá.
Como también sé
que es muy posible que este atentado sirva de excusa para los
radicales de ultraderecha para atacar a los musulmanes, obviando el
hecho de que la mayoría de los musulmanes no creen en la violencia,
aunque se sientan ofendidos por las viñetas de Mahoma.
Pero es que esa es
otra, porque ahora todos hemos visto esas famosas viñetas que
habrían sido la excusa para llevar a cabo la matanza, incluso
quienes jamás habían escuchado el nombre de la revista. Es lo que,
en el mundo de internet, se conoce como el “Efecto Streisand”.
Me preocupa mucho
que cosas así puedan pasar, y me preocupan también las posibles
consecuencias que pueden tener. Bastaba mirar ayer por la tarde y por
la noche Twitter para encontrarse con que en España uno de los temas
que era trending era #StopIslam, y a través de esa etiqueta se
vertía todo el odio del que mucha gente era capaz, en claro
contraste con el hecho de que, a esa misma hora, en Francia, uno de
los trending topics era precisamente #IslamNonCoupable. Debería
hacernos pensar.
Hay muchas formas de
demostrar indignación por algo que no nos gusta, en este caso, las
caricaturas de Mahoma, sin necesidad de ejercer la violencia y sin
llegar a quitar una vida (o doce, como en este caso). Por eso, por el
respeto a la vida y por respeto a la libertad de expresión, Je suis
Charlie aussi.
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