Tomo prestado un verso de una canción de WarCry para titular este post porque creo que expresa bien lo que muchos sentimos hoy. A estas alturas todos sabemos que ayer ETA volvió a poner una bomba, esta vez en el aparcamiento de la terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Pero este hecho no sólo significa la vuelta de la violencia, ni la ruptura del alto el fuego. Significa el final de la esperanza depositada por miles de demócratas en este proceso.
Puede que algun@s de vosotr@s recordéis un texto que escribí hace meses, con motivo de la proclamación del alto el fuego, y que envié por e-mail. Texto que algun@s dijisteis que era el que más os había gustado (sinceramente, yo creo que era normalito) y que otr@s criticasteis con saña, dando lugar a una cadena de correos de crítica, respuestas y más críticas. De un modo u otro, en ese texto dije algo, que hasta ayer mantuve pese a todo, y que era que "tenemos derecho a la esperanza". Y eso es lo que me duele: que nos hayan robado la esperanza de ver el final de la violencia ahora. Que nos obligen a esperar a otra ocasión para ver la llegada de la paz.
Puedo entender la reivindicación nacionalista de los etarras, aunque no la comparta ni acepte sus métodos. Puedo considerar justificadas las múltiples posturas que hay al respecto en los distintos partidos políticos y asociaciones que se han referido a este tema. Hasta ayer, lo único que no aceptaba bajo ningún concepto era el uso de la violencia.
Hoy tampoco acepto que nos roben la esperanza.
- ¿Y no dices nada de la ejecución de Sadam? - preguntará alguien.
Debería, pero la actualidad más cercana es la más urgente. Tal vez mañana.
Feliz año.
Puede que algun@s de vosotr@s recordéis un texto que escribí hace meses, con motivo de la proclamación del alto el fuego, y que envié por e-mail. Texto que algun@s dijisteis que era el que más os había gustado (sinceramente, yo creo que era normalito) y que otr@s criticasteis con saña, dando lugar a una cadena de correos de crítica, respuestas y más críticas. De un modo u otro, en ese texto dije algo, que hasta ayer mantuve pese a todo, y que era que "tenemos derecho a la esperanza". Y eso es lo que me duele: que nos hayan robado la esperanza de ver el final de la violencia ahora. Que nos obligen a esperar a otra ocasión para ver la llegada de la paz.
Puedo entender la reivindicación nacionalista de los etarras, aunque no la comparta ni acepte sus métodos. Puedo considerar justificadas las múltiples posturas que hay al respecto en los distintos partidos políticos y asociaciones que se han referido a este tema. Hasta ayer, lo único que no aceptaba bajo ningún concepto era el uso de la violencia.
Hoy tampoco acepto que nos roben la esperanza.
- ¿Y no dices nada de la ejecución de Sadam? - preguntará alguien.
Debería, pero la actualidad más cercana es la más urgente. Tal vez mañana.
Feliz año.
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