12
de agosto: Devoción y guerra
El
domingo hacía un día espectacular, y decidimos ir hasta la iglesia de Times Square para ver una misa góspel. La liturgia es muy curiosa y diferente a la
que conocemos aquí, con un peso enorme de la música, que hace que la
celebración sea muy emocionante. Las muestras de devoción de la gente son
enormes y nos resultaron muy llamativas. Después de ver la misa
respetuosamente, nos fuimos y empezamos a caminar. Pasamos por el Carnegie Hall y llegamos hasta la 5ª Avenida
y la recorrimos parándonos en todo lo que nos llamaba la atención, desde la
tienda de Tiffany’s hasta la tienda oficial de la NBA pasando por la Torre Trump.
Al
cabo del rato hacía falta buscar donde comer. En el reportaje que habíamos
visto poco antes de iniciar el viaje habíamos conocido la existencia de una
hamburguesería regentada por españoles que presumían de hacer unas hamburguesas
muy buenas y de tener buena cerveza, el Black Iron Burger & Beer, así que
hacia allí nos dirigimos. Efectivamente, sus hamburguesas son muy sabrosas, lo
cual no deja de ser lógico: si vas a competir en casa de otros, lo mejor es
hacerlo bien. La cerveza que probamos también estaba muy bien.
Volvimos
al hotel para descansar y ponernos una ropa más fresca, y nos dirigimos hasta
el muelle, que está muy cerca del hotel, donde pudimos ver el Intrepid Sea, Air & Space Museum, un museo en el cual la mayor parte de su colección está en
un portaaviones de la Segunda Guerra Mundial. Allí pudimos ver el propio barco,
un submarino nuclear de la Guerra Fría, aviones y helicópteros militares, un
avión supersónico comercial (el Concorde), y también lo que más nos gustó: un
transbordador espacial. Una pasada.
A
cenar algo y al hotel, que al día siguiente queremos hacer mucho.
13
de agosto: Estatua de la Libertad
El
lunes día 13 amaneció lloviendo con ganas, pero nosotros no nos asustamos, que
estamos acostumbrados a la lluvia y, además, teníamos la visita al pedestal de
la Estatua de la Libertad reservada desde hacía varios meses. Sin embargo, hizo
falta pararse a comprar unos ponchos para la lluvia muy poco favorecedores para
salir adelante.
Con
unas pintas que eran como para (no) vernos y aprovechando que teníamos tiempo, nos
acercamos hasta Wall Street para hacernos unas fotos con el Toro, aunque la
lluvia las dejó bastante deslucidas. Luego cogimos el ferry y hacia fuimos
hacia la Estatua. Como tal vez recordéis, el año pasado ya habíamos estado
allí, pero esta vez lo que nos apetecía era ver el pedestal. Dentro hay un
museo en el que se puede conocer como fue el proceso de construcción de la
estatua, y, además, disfrutar de las vistas desde lo alto del pedestal, que son
impresionante.
Después
de la vista, comimos algo, conociendo a una familia de Taiwán que, al enterarse
de que éramos españoles, nos preguntaron si es verdad que vamos todos los días
a los toros. Fue una decepción para ellos descubrir que no.
Otra
vez al ferry para ir a la isla de Ellis, donde pudimos ver cosas que el año
pasado no habíamos visto. Conocimos más en profundidad el proceso de
inmigración en Estados Unidos e incluso hacer una simulación de examen de
ciudadanía. Sacamos un 9, por cierto.
De
vuelta a la isla de Manhattan y aprovechando que ya no llovía, volvimos al Toro
para hacernos unas fotos en condiciones, y luego de vuelta al hotel, desde
donde compramos unas entradas para el Museo de Arte Moderno (el MOMA). Salimos
para cenar unos trozos de pizza a un precio muy barato, y al hotel a descansar.
14
de agosto: Museo y béisbol
Aprovechando
que teníamos incluida con la City Pass la visita al Museo de Historia Natural,
allí nos fuimos por la mañana, para disfrutar de su colección que abarca desde
el espacio hasta la evolución, pasando por animales o restos de las culturas
maya y azteca, no sin antes ver una peli sobre el estudio de la fauna del Amazonas.
Después
de pasar por delante del Edificio Dakota y de comer unos bocatas de pastrami volvimos al hotel para descansar hasta la
hora de ir al Yankee Stadium a ver a los Yankees contra los Tampa Bay Rays. El partido
empezó con algo de retraso, pero lo que nos resultó bastante cargante fue el
hecho de que, tal vez porque no lo entendemos, nos resultó muy aburrido. Pero
bueno, es una experiencia más.
15
de agosto: MOMA, Staten Island y cerveza
En
nuestro último día completo en Nueva York nos levantamos para ir dando un paseo
hasta el MOMA para poder visitarlo. Es un impresionante museo de arte
contemporáneo en el que pudimos desde obras impresionistas a ejemplos de lo más
rabiosamente actual. Estuvimos un rato largo recorriéndolo y profundizando en
su colección.
A
la vuelta al hotel, como todavía no era demasiado tarde, decidimos parar a
tomar una cerveza en una cervecería, de nombre Valhalla, que nos quedaba a
medio camino, y allí, entre que los precios de la comida eran razonables, que
el camarero era majo y que tampoco nos apetecía volver tan pronto al hotel,
decidimos comer allí. Luego, al hotel a descansar.
A
media tarde volvimos al metro para luego coger al sur de Manhattan el ferry a
Staten Island, una islita muy chula a la que se llegaba en un ferry gratuito.
Recorrimos la isla un rato, comimos unos helados a unos precios muy baratos y
volvimos a Manhattan en otro ferry.
Una
vez allí, cenamos algo rápido y luego volvimos al Valhalla para despedirnos de
la cerveza neoyorkina.
16
de agosto: La vuelta a España
Nuestro
último día en Nueva York lo dedicamos simplemente a terminar de hacer el
equipaje, desayunar bien, y luego, mientras esperábamos que nos fueran a
buscar, pasear por el muelle junto al río Hudson. Por cierto, que allí vimos a
una pareja que, cubierta con una toalla, se movían de manera muy sospechosa. Ya
me entendéis…
De
vuelta al hotel para coger nuestro equipaje y al aeropuerto JFK para volver a
España. El vuelo lo pasamos durmiendo, y llegamos a Barajas por la mañana.
Y entonces empezó la última parte de nuestro viaje...
Y entonces empezó la última parte de nuestro viaje...
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