Preparativos:
Tal
vez recordéis que el año pasado estuvimos de viaje en Nueva York y que la
experiencia nos había sabido a muy poco, así que este año decidimos que había
que volver, ya por más tiempo, para poder disfrutar de la ciudad mucho más.
Pero es que, además, unos amigos nos habían regalado unas cajas de
experiencias, y se nos ocurrió que las podíamos usar en Madrid, así que nuestro
viaje de una semana en Nueva York se alargó con un fin de semana en Madrid. Si
a todo esto le sumamos que pocas horas antes de subirnos al autobús que nos
tenía que dejar en Barajas vimos un reportaje sobre Nueva York que nos puso los
dientes largos, comprenderéis que teníamos muchas ganas de emprender nuestra
nueva aventura.
9
de agosto: El viaje
Nuestro
viaje empezó, como tantas veces ya, cogiendo un autobús nocturno hacia la
Terminal 4 de Barajas. Esta vez, C. fue la que durmió y yo el que apenas pude
dormir nada, así que llegué al aeropuerto hecho un trapo. Coger el bus
lanzadera hasta la terminal correspondiente fue lo primero que hicimos al
llegar al aeropuerto, y desde allí a hacer todos los trámites para subirnos al
avión. El viaje no fue demasiado movido, con C. durmiendo y yo viendo
películas.
Llegamos
a Nueva York y nos dirigimos al mismo hotel del año pasado, para descubrir que
desde nuestra ventana se veía la sede de la revista New Yorker. Esto promete.
Una
ducha y nos zambullimos en el metro para subir hasta un outlet para comprar
algo de ropa, que en Nueva York está muy barata y nuestras familias nos habían
pedido. Mejor quitar de en medio estas compras cuanto antes, ¿verdad?
De
vuelta al hotel nos equivocamos de salida del metro y nos dimos de bruces nada
menos que con la sede del New York Times que resulta que está a tiro de piedra
del hotel. Esto mola.
Cenamos por allí cerca y a descansar, que estamos muy cansados y mañana queremos hacer
muchas cosas.
10
de agosto: El día de la cultura
Madrugamos,
desayunamos fuerte en el hotel y al metro para subir hasta el Museo Metropolitano (el MET), en el que estuvimos un rato muy largo, viendo desde
piezas del Egipto predinástico hasta cuadros de Seurat, pasando por una
exposición que yo calificaría de entre sorprendente e irreverente en la que se
mostraban iconos religiosos reinterpretados por diseñadores de moda.
Salimos
del museo, comimos unos perritos calientes sentados en Central Park y nos dirigimos
al Guggenheim, que está muy cerca del MET, y allí nos adentramos en el complejo
mundo del arte contemporáneo, con una exposición de Giacometti y una exposición
permanente con obras de Picasso o Brancusi.
Salimos del museo, cruzamos Central Park de un lado a otro y cogimos el metro para ir al hotel a descansar, que todavía queríamos hacer algunas cosas, aunque antes nos paramos en una tienda de los Yankees de Nueva York para comprar a un precio muy barato unas entradas para su partido del martes.
Por
la noche salimos en dirección a Times Square, que no está lejos del hotel,
cenamos algo de camino, nos paramos en una tienda de gorras (solo de gorras,
sí) y nos dirigimos hacia el Empire State Building, para poder disfrutar de las
vistas nocturnas de la ciudad. Una cola bastante considerable, pero, aun así,
la experiencia vale la pena. De vuelta al hotel recorriendo unas calles
abarrotadas de gente y a descansar.
11
de agosto: Cerveza
El
sábado amaneció lloviendo pero eso no impidió que nos decidiéramos a ir hasta
Brooklyn para conocer algunas fábricas de cerveza muy interesantes, siempre con
el paraguas plegable en la mochila, como corresponde a asturianos como
nosotros. Llegamos a Brooklyn y muy pronto localizamos la fábrica de Other Half,
en la que, además, pudimos probar dos de sus birras. Eso sí, a un precio
bastante elevado.
Otro corto viaje en metro, que en Nueva York las distancias son grandes incluso dentro del mismo distrito, y nos dirigimos a Brooklyn Brewerey, una fábrica de cerveza en la que tienen montada una infraestructura muy grande (hasta un cumpleaños había). Tomamos algo y visitamos la fábrica.
Llovía
bastante cuando salimos, así que decidimos hacernos fuertes en un sitio con muy
buena pinta para comer algo y esperar a que escampara. Comimos bien, bebimos
más buena cerveza, pero en Nueva York no hay (casi) nada barato.
Decidimos
ir hacia el Puente de Brooklyn y lo cruzamos entero hasta Manhattan, haciendo
unas fotos que quedaron algo deslucidas por la lluvia. Una vez al otro lado,
recorrimos Chinatown, Little Italy, y el Soho. Al metro y al hotel, que estamos
destrozados.
Continuará...
Continuará...
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