El resultado de las elecciones del
domingo nos dejó a tod@s bastante descolocad@s. Nadie podía esperar que un
partido corrupto y totalitario como el Partido Popular, que tanto daño ha hecho
a nuestro país, pudiera mejorar sus resultados de forma tan clara. Sin embargo,
lo que me parece más relevante no es eso, sino la progresiva pérdida de
relevancia de la izquierda.
El Partido Socialista se mantiene
como segunda fuerza, pero perdiendo cinco escaños con respecto a diciembre y
obteniendo un resultado cada vez peor. Y creo que sería el momento de que
pensaran cómo deben enfocar ese hecho.
Sigo considerándome
socialdemócrata, pero cada vez me resulta más difícil reconocer al PSOE y a
otros partidos similares europeos como tales, porque me da la sensación de que
han olvidado sus raíces obreras y de defensa de los trabajadores para adoptar
unas formas más cercanas a las de los partidos más “centristas”. Eso les está
llevando a perder buena parte de su base social, y está propiciando el
crecimiento de partidos diferentes. Por eso, creo que dentro del partido
debería plantearse un debate para ver por dónde debería continuar su evolución,
lo que podría, desde mi punto de vista, abocar hacia la refundación del PSOE.
Por su parte, Podemos e Izquierda
Unida, unidos para estas elecciones en Unidos Podemos, tampoco consiguen
consolidarse del todo como referentes de la izquierda. Sí es verdad que asumen
más el rol de defensores de los trabajadores y de los desfavorecidos, pero en
ocasiones lo hacen a través de una retórica que parte demasiado de ideas
marxistas que mucha gente puede considerar trasnochadas o incluso vacías de
contenido. No me entendáis mal, no digo que el marxismo haya perdido toda su
validez como instrumento de análisis de la sociedad (de hecho, sigo pensando
que estaría bien que más gente se leyera a Marx para entender muchas cosas), pero
sí opino que habría que buscar maneras de transmitir esos mensajes de manera
que calaran mejor en la sociedad y “asustaran” menos a los potenciales
votantes.
Mientras la izquierda no asuma
estas realidades, tenemos Rajoy para rato.
Desgraciadamente.
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