Hola a todo el
mundo.
Hace un par de
semanas o poco más estuve en un encuentro con el director de cine
Michael Haneke, con motivo de la concesión del Premio Príncipe de
Asturias. Fui con mucha curiosidad, porque solo había visto un par
de películas suyas, y sus palabras me enseñaron mucho sobre crear y
contar historias. Y me llamó mucho la atención que había muchísima
gente. El Teatro Jovellanos estaba abarrotado.
Lógicamente entre
toda esa gente habría grandes fans del director y de su cine, pero
también gente que, como yo, lo conocemos poco pero teníamos interés
por profundizar, y también gente que, sin conocerlo, quería saber
de qué iba su cine con vistas a conocerlo. Pero seguramente, también
habría gente que fue solo para aparentar y tirarse el rollo. Solo
por el postureo y el aparentar
Que siempre gente
así, eh, y además en todas partes. Son los que dan la brasa con la
última película de moda sin haberla visto. Que ponderan hasta la
saciedad libros que ni han leído ni leerán jamás. O que hablan
maravillas (o critican) a tal o cual grupo (o a tal o cual escritor o
director de cine o lo que sea) que nunca han escuchado.
Todos hemos conocido
gente de esa calaña. Ahora mismo recuerdo a una compañera de
Facultad que iba todos los días cargada de libros que, por supuesto,
nunca leyó. Y a otro con el que, recién licenciados, tuve una
discusión sobre la obra del griego Estrabón que, al darme cuenta de
que, en realidad, no había leído, yo zanjé ofreciéndome a dejarle
la copia de su Geografía que está en mi estantería.
Y es que no os voy a
mentir, colegas. A mí esa gente me carga mucho.
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