jueves, octubre 24, 2013

¿Y no será por el precio?

Hola a todo el mundo:
Esta semana debería hablar de cosas verdaderamente importantes, como la derogación de la llamada Doctrina Parot o de la huelga general que hay hoy en la educación española, y que se ha convocado en todos los niveles educativos y a la que están llamados docentes de todas las agrupaciones sindicales (incluidas las conservadoras) y también alumnos e incluso padres. Pero sobre la Doctrina Parot no me considero lo bastante conocedor del tema como para que mis palabras fueran verdaderamente valiosas. Y sobre la huelga, aunque la apoyo como ciudadano y como profesor, y me parece un tema muy importante e interesante, tampoco voy a escribir nada porque valoro lo bastante mi tiempo como para que no me apetezca perderlo escribiendo sobre Wert.
Así que voy a escribir sobre algo un poco más amable: el cine. Y no porque ayer por la tarde estuviera en el encuentro Michael Haneke que se celebró en el Teatro Jovellanos con motivo de la concesión al cineasta del Premio Príncipe de Asturias, sino porque esta semana también fue la Fiesta del Cine.
Como todos sabéis, la Fiesta del Cine es una promoción que consistió en que, descargándose de internet una acreditación nominal, podíamos ir al cine por solo dos euros y noventa céntimos. Y el resultado fue el que todos nos esperábamos: colas, salas abarrotadas y, para los exhibidores, unos ingresos que probablemente hacía mucho que no veían.
Y es que no es por la calidad de las películas. Ni siquiera por la estupidez de poner el IVA al 21% (lo que ha hecho la puñeta no solo al cine, sino también a la literatura, el teatro, y la música, tanto en directo como en lo que se refiere a los discos). Si la gente no va al cine es, simplemente, porque el cine es caro. Muy caro.
Cuando hace algunas semanas fui con algunos de vosotros a ver Las brujas de Zugarramurdi, tuvimos que pagar la friolera de ocho euros. Y eso de vez en cuando puede estar bien. Pero pagarlos habitualmente sería un gasto inasumible.
Por eso, iniciativas como la de la Fiesta del Cine me parecen útiles, porque sirven para que podamos ver películas en su mejor versión (sigo diciendo que ver una peli en la sala de un cine es algo especial) a un precio razonable.
Ahora es el momento de que los exhibidores se pregunten qué les resulta más rentable: tener a poca gente viendo las películas porque las entradas son caras, o tener a mucha gente que ha pagado una entrada barata.
La pelota está en su tejado.

Por cierto, por si alguien tiene curiosidad, la peli que fui a ver en la Fiesta del Cine fue Metallica: Through the never. Un poco corta para mi gusto, pero la posibilidad de ver una película en tres dimensiones por menos de tres euros no se puede desaprovechar.

No hay comentarios: