Hola a todo el
mundo:
Normalmente, las
mañanas del domingo las dedico a leer por internet los artículos
semanales de un par de escritores, concretamente Arturo Pérez-Reverte
y Javier Marías. Y eso lo hago independientemente de a qué hora me
haya acostado la noche anterior. Sin embargo, este domingo no lo
hice, y no porque la noche anterior me hubiera portado mal, sino,
simplemente porque estaba muy cansado de un viaje que hice desde
Salamanca. Y por eso, cuando mis padres llegaron a casa para comer,
cuando mi madre me preguntó si había leído a esos autores le dije
que no, así que no fue difícil que ella entendiera que tampoco
había sentido el interés de leer el artículo de Juan Manuel de Prada. Y entonces, mi madre me tendió el suplemento que venía con
el periódico que habían comprado y me dijo que lo leyera; que me
iba a cabrear mucho.
Normalmente no suelo
leer a Juan Manuel de Prada, y cuando lo hago, suelo encontrarme con
artículos sectarios, en los que habla de cosas que desconoce o que
no comprende y que, sorprendentemente, no están tan bien escritos
como sería de esperar para un escritor. Por eso no suelo acercarme a
lo que escribe.
Y este artículo que
me ha movido a escribir hoy es sobre un tema que yo sí conozco: y es
que le dio por escribir sobre bilingüismo.
En primer lugar,
este artículo no es más que la segunda parte de otro que había
hecho hace varias semanas para defender a Ana Botella después de que
esta demostrara su “dominio” del inglés. Y sigue las mismas
pautas.
Se critica en el
texto de este domingo la educación bilingüe, como algo inútil y
contraproducente. Lo que no deja de ser curioso, toda vez que la
derecha lleva tiempo hablando de lo buena que es la educación
bilingüe y lo mucho que sirvió ese modelo educativo para que hoy su musa y
lideresa Esperanza Aguirre controle la lengua de Shakespeare (y, por
lo que se dice, parece ser que eso es verdad). Si tan bueno fue que
ella estudiara según ese modelo, ¿por qué habría de ser mala la
educación bilingüe en sí misma?
Pero lo más grave
del texto de Prada es que parte de la idea de que no necesitaríamos
saber otros idiomas si protegiéramos el nuestro. Dicho en otras
palabras: que sabiendo castellano, deberíamos ser capaces de
hacernos entender en cualquier parte.
No voy a decir qué
opinión me merece esta forma de pensar, pero sí por qué creo que
es errónea. Por la simple y sencilla razón de que saber idiomas no
sobra y siempre nos va a ser útil, para viajar, para trabajar o,
simplemente, para poder acercarnos a otras culturas sin la necesidad
de la intermediación de un traductor.
Y porque, si
relacionamos este texto con el otro que os enlacé más arriba,
porque aunque él diga que los gobernantes no necesitan saber
idiomas, yo creo que es imprescindible, y no solo para evitar que
hagan el ridículo también a nivel internacional, sino también para
evitar que cualquier ceporro (o ceporra) llegue a tener poder.
Otra vez.
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