Muy
buenas:
Revisando
los textos políticos que escribí durante los últimos dos meses en
este blog, me dí cuenta de que utilizo varias veces las palabras
“política suicida” para referirme a la política llevada a cabo
por nuestro Gobierno. Sin embargo, no explico por qué lo hago. Ni
por qué uso ese concepto y no otros.
Porque
tal vez podría ser más claro utilizar las palabras “política
agresiva”, o incluso “política sociópata” para hablar de lo
que hace este Gobierno, por su costumbre de ir en contra de los
intereses y el bienestar de los ciudadanos. Pero en cambio, utilizo
las palabras “política suicida”.
Y el
motivo es muy claro: porque su política va, supongo que de forma
deliberada, contra nosotros, contra los ciudadanos. Pero, de forma
inconsciente, esa política va también contra el propio Gobierno y
contra toda la clase política. Porque esa política, injusta,
errática, ineficaz y chapucera, al perjudicar a los ciudadanos, hace
que éstos empiecen a considerar que el Gobierno, lejos de intentar
salir de la crisis, lo que busca es hacerla más profunda. Y ese
descrédito progresivo del Gobierno, a la larga, se convierte también
en el descrédito de toda la clase política.
Y así,
mediante su forma chapucera de gobernar, este Gobierno está
consiguiendo no sólo perder los apoyos de la ciudadanía, sino
también conseguir que esa ciudadanía considere que todos los
políticos son iguales, y que todos son culpables de nuestra
situación.
Y por
eso digo que la suya es una “política suicida”.
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