martes, diciembre 18, 2012

Un año después

Hola a todo el mundo:
Hoy voy a empezar con una anécdota personal: Cuando yo iba al colegio, uno de mis amigos estaba un poco a uvas, y todos los compañeros teníamos que ayudarlo en todo. Una tarde, me llamó a casa para preguntarme qué había que hacer para el día siguiente. Yo le dije qué deberes teníamos y la cosa quedó así. Al día siguiente, al llegar a clase un compañero nos preguntó si habíamos estudiado para Ciencias Sociales, que ese día la profesora iba a preguntar la lección. Yo no había estudiado, pero como os podéis imaginar, sí me había leído el tema por razones obvias: era Historia y me gustaba. El amigo que me había llamado la tarde anterior tampoco lo había hecho, y me decía que yo era el responsable de que no hubiera estudiado y, entre llantos, me culpaba de todos los males que pudieran sobrevenirle ese día.
Llegamos a la temida hora de la clase de Ciencias Sociales y la profesora, sabiendo ya cómo era ese chaval, decidió hacerle una pregunta fácil y no molestarlo más. Le preguntó entre qué años iba el siglo XIX, que es algo que no venía en el tema pero que ella interpretaba que todos debíamos saber ya (a fin de cuentas, estábamos en octavo de EGB). Pues bien. El colega había decidido ya que, le preguntaran lo que le preguntaran, iba a decir que, por mi culpa, no había estudiado. Y eso hizo: dijo “No lo sé, porque no estudié, que Pablo no me avisó”. Por supuesto, la profesora lo puso a parir por no saber la respuesta, por no haber estudiado, por ni siquiera haber leído el tema (porque de haberlo leído habría sabido que esa pregunta NO venía en él) y por chivato.
Han pasado ya más de quince años y no volví a saber gran cosa de ese chaval. Pero todos conocemos a alguien así. Son los estudiantes que suspenden porque el profesor les tiene manía. Los entrenadores cuyos equipos pierden porque hay una conspiración arbitral.
O los gobernantes que no tienen culpa de lo mal que vayan sus países, sino que la culpa es de los anteriores. Como los que tenemos.
Porque estos días, el Partido Popular celebró un cónclave para “celebrar” su año en el Gobierno y para, de paso, decir que, si todo está peor ahora que hace un año, no es por su culpa, sino por culpa del Gobierno anterior.
Claro. Que haya más paro no se relaciona con que su reforma laboral haya abaratado el despido. Que la prima de riesgo esté muy por encima ahora que hace un año no es porque su política sea errática y chapucera. Que la gente esté en su contra no se relaciona con que hayan recortado en educación, sanidad o dependencia, o con que hayan impuesto unas tasas judiciales absurdas (cortesía de un Ministro que puede decir que gobernar es “repartir dolor” sin ni siquiera ponerse colorado), o con que quieran imponer el repago sanitario… O con que más que Ministros parezca que lo que tenemos sean varias bromas de mal gusto (un Ministro de Economía que fue alto cargo de uno de los bancos en los que empezó la crisis, una Ministra de Trabajo que jamás trabajó, o un Ministro de Educación que, bueno, que es Wert y con eso ya se dice todo).
No. Para nuestro Gobierno, la culpa de todo la tiene Zapatero. Y cuando se cansa de repetir este mantra, nos dice que la culpa es nuestra, que vivimos “por encima de nuestras posibilidades”. Que ya hay que tener poca vergüenza para decir eso.
Sé que a Rajoy le costará creérselo (a mí también me cuesta, de verdad), pero resulta que el Presidente del Gobierno es él, y es él el que tiene que sacarnos de este pozo, no hundirnos más en él.
Se ampara además Rajoy para cometer todas sus tropelías en que tiene mayoría absoluta. Olvidando que los que le votaron y le dieron esa mayoría absoluta lo hicieron porque él prometió justo lo contrario de lo que hizo (como bien señala Ignacio Escolar en su último artículo).
Y lo peor de todo es que, cuando llegue la próxima campaña electoral, Rajoy tendrá la desvergüenza de decir que si no pudo hacer nada en esta legislatura fue por la herencia recibida, y que si le votamos, hará todo lo que nos había prometido el año pasado.
Pero mirad. De todas las cosas por las que jamás se debería perdonar a Rajoy todo el mal que está haciendo, la que me parece más grave (y eso que hay para elegir) es que nos haya robado la ilusión, que haya conseguido que no tengamos esperanza de que esto pueda mejorar a corto o medio plazo o que haya conseguido convencer a algunos de que esto es el justo castigo por nuestros actos.
Hay que fastidiarse. Que el análisis político más certero sobre este año lo hiciera antes de las elecciones El Gran Wyoming

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