Muy buenas:
Cuando ayer volví a escribir, llevaba más de dos semanas sin hacerlo, y, supongo que por la falta de costumbre, se me pasaron por alto dos detalles: Primero, que era el Día del Libro, y segundo, que el texto que escribí fue el número doscientos cincuenta en este blog. Así que hoy, que es el Día del Libro más uno, voy a escribir el texto docientos cincuenta más uno. Y, por supuesto, sobre libros.
Ahora se están poniendo de moda los lectores de libros electrónicos, y unos dicen que son muy útiles y otros que pierden la gracia de los libros "tradicionales" en papel. Y nos dicen que hay que elegir.
Y digo yo: ¿por qué? ¿Es que no somos lo bastante maduros como para poder compaginar las dos modalidades sin tener que decantarnos sólo por una?
A ver. Que todo tiene su lado bueno y su utilidad, y se pueden usar los dos sin renunciar a ninguno. Que son libros, hombre, no el Madrid y el Barcelona.
Cuando se tienen muchos libros (y os lo dice uno que de vez en cuando tiene que meter en una caja los libros que menos usa y subirlos al trastero para hacer sitio para libros nuevos), la aparición de los lectores electrónicos es una bendición. La posibilidad de tener cientos en un aparatito pequeño es un sueño hecho realidad. La opción de viajar con tropecientos libros y que sólo pesen unos gramos es genial. Y sobre todo cuando tenemos ingentes cantidades de material en pdf bajado de internet (por ejemplo, esos artículos de revistas científicas, que no todo va a ser pirateo, jejeje) que si imprimiéramos nos ocuparía muchísimo espacio.
Pero los libros tradicionales tienen su parte buena también. Desde esa cosa tan buena que tienen de que se te caen al suelo y siguen "funcionando", a la opción de poder guardar entre sus páginas esa notita que te escribió la persona que te lo regaló. Y eso no lo va a tener ningún lector electrónico.
Que todo tiene su lado bueno, que no hay por qué elegir. Que podemos seguir teniendo los libros en papel sin ser unos eternos anticuados, y podemos tener un lector electrónico sin necesidad de quemar los libros en papel.
Que no por gustarnos los libros en papel rechazamos la tecnología y no por usar los lectores más modernos vamos a renunciar al papel.
Que se puede compaginar.
Coñe, qué manía con hacernos elegir para todo.
Pa' algo en lo que podemos usar las dos cosas...
Cuando ayer volví a escribir, llevaba más de dos semanas sin hacerlo, y, supongo que por la falta de costumbre, se me pasaron por alto dos detalles: Primero, que era el Día del Libro, y segundo, que el texto que escribí fue el número doscientos cincuenta en este blog. Así que hoy, que es el Día del Libro más uno, voy a escribir el texto docientos cincuenta más uno. Y, por supuesto, sobre libros.
Ahora se están poniendo de moda los lectores de libros electrónicos, y unos dicen que son muy útiles y otros que pierden la gracia de los libros "tradicionales" en papel. Y nos dicen que hay que elegir.
Y digo yo: ¿por qué? ¿Es que no somos lo bastante maduros como para poder compaginar las dos modalidades sin tener que decantarnos sólo por una?
A ver. Que todo tiene su lado bueno y su utilidad, y se pueden usar los dos sin renunciar a ninguno. Que son libros, hombre, no el Madrid y el Barcelona.
Cuando se tienen muchos libros (y os lo dice uno que de vez en cuando tiene que meter en una caja los libros que menos usa y subirlos al trastero para hacer sitio para libros nuevos), la aparición de los lectores electrónicos es una bendición. La posibilidad de tener cientos en un aparatito pequeño es un sueño hecho realidad. La opción de viajar con tropecientos libros y que sólo pesen unos gramos es genial. Y sobre todo cuando tenemos ingentes cantidades de material en pdf bajado de internet (por ejemplo, esos artículos de revistas científicas, que no todo va a ser pirateo, jejeje) que si imprimiéramos nos ocuparía muchísimo espacio.
Pero los libros tradicionales tienen su parte buena también. Desde esa cosa tan buena que tienen de que se te caen al suelo y siguen "funcionando", a la opción de poder guardar entre sus páginas esa notita que te escribió la persona que te lo regaló. Y eso no lo va a tener ningún lector electrónico.
Que todo tiene su lado bueno, que no hay por qué elegir. Que podemos seguir teniendo los libros en papel sin ser unos eternos anticuados, y podemos tener un lector electrónico sin necesidad de quemar los libros en papel.
Que no por gustarnos los libros en papel rechazamos la tecnología y no por usar los lectores más modernos vamos a renunciar al papel.
Que se puede compaginar.
Coñe, qué manía con hacernos elegir para todo.
Pa' algo en lo que podemos usar las dos cosas...
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