Muy buenas, queridos lectores:
Llevo algunas semanas leyendo mucho más que antes, a personas que jamás me había planteado leer y adentrándome en regiones de la condición humana que tal vez debieran quedar siempre escondidas. Ya sabéis, estoy leyendo las columnas de opinión de diarios a los que antes jamás habría osado acercarme. Y eso sí que es ver naves más allá de Orión...
Entre unas cosas y otras, estoy encontrando reflexiones interesantes, otras no tanto, y también mucha tontería redactada sólo para llamar la atención. Pero lo bueno de todo esto es que me hace pensar y plantearme mis propias reflexiones. Y entonces es cuando me doy cuenta de algunas cosillas.
Creo recordar que fue Churchill (espero que si no lo fue, algun@ de vosotr@s me corrija) el que dijo que la democracia es el peor sistema político, si exceptuamos a todos los demás. Y, tanto si fue él quien lo dijo como si no, creo que tiene razón.
El sistema democrático, con todas sus limitaciones, asegura las libertades de los ciudadanos, y así nos permite expresarnos, reunirnos y actuar, siempre dentro del marco legal, claro. Y menos mal, porque en ciertos países, como España sin ir más lejos, de períodos de falta de libertades sabemos un rato.
Pero la democracia también encierra (entre otros, supongo) un peligro. Al concedernos la libertad de expresión, también la concede para aquéllos que defienden ideas contrarias a la propia democracia, que pueden servirse de las instituciones democráticas precisamente para cuestionar el propio sistema y no precisamente con intención de mejorar sus carencias, sino con intención socavar el sistema mismo.
Y por eso creo que debemos estar muy atentos para reconocer cuándo en un mensaje aparentemente inocente se ocultan ideas que buscan desestabilizar la democracia, y con ella, las garantías a nuestros derechos.
Pensad en ello.
Nos vemos.
Llevo algunas semanas leyendo mucho más que antes, a personas que jamás me había planteado leer y adentrándome en regiones de la condición humana que tal vez debieran quedar siempre escondidas. Ya sabéis, estoy leyendo las columnas de opinión de diarios a los que antes jamás habría osado acercarme. Y eso sí que es ver naves más allá de Orión...
Entre unas cosas y otras, estoy encontrando reflexiones interesantes, otras no tanto, y también mucha tontería redactada sólo para llamar la atención. Pero lo bueno de todo esto es que me hace pensar y plantearme mis propias reflexiones. Y entonces es cuando me doy cuenta de algunas cosillas.
Creo recordar que fue Churchill (espero que si no lo fue, algun@ de vosotr@s me corrija) el que dijo que la democracia es el peor sistema político, si exceptuamos a todos los demás. Y, tanto si fue él quien lo dijo como si no, creo que tiene razón.
El sistema democrático, con todas sus limitaciones, asegura las libertades de los ciudadanos, y así nos permite expresarnos, reunirnos y actuar, siempre dentro del marco legal, claro. Y menos mal, porque en ciertos países, como España sin ir más lejos, de períodos de falta de libertades sabemos un rato.
Pero la democracia también encierra (entre otros, supongo) un peligro. Al concedernos la libertad de expresión, también la concede para aquéllos que defienden ideas contrarias a la propia democracia, que pueden servirse de las instituciones democráticas precisamente para cuestionar el propio sistema y no precisamente con intención de mejorar sus carencias, sino con intención socavar el sistema mismo.
Y por eso creo que debemos estar muy atentos para reconocer cuándo en un mensaje aparentemente inocente se ocultan ideas que buscan desestabilizar la democracia, y con ella, las garantías a nuestros derechos.
Pensad en ello.
Nos vemos.
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