Después de una semana en la que mis horas de sueño fueron más bien escasas, ayer no tenía ni la más mínima gana de salir de casa, pero bueno, ya que tenía la entrada y que hacía ya un par de meses que no iba a ningún concierto, pues me acerqué a mi querida sala Albéniz a ver a los powermetaleros alemanes Rage. Y, pese a algunas salvedades que os comentaré más adelante, valió la pena hacerlo.
Me bajé del autobús en la plaza del Instituto (comúnmente conocida como plaza del Parchís), a la que da la calle en la que está la sala, cuando las campanas de una iglesia cercana daban las nueve, y en cosa de un par de minutos ya había llegado a mi destino, justo cuando los teloneros, los checos Seven, acababan de empezar a tocar. Su música es muy potente, y su guitarrista, Honza, es muy técnico y un verdadero artista. Desde el principio de su actuación, con "Forbidden", hasta el final, con "Lost hero", pasando por temas como "Hidden trail", "Dream Metal", "The road" y alguno en su lengua, demostraron que son unos chavales muy prometedores y con muchas ganas de comerse el mundo. Después de alrededor de tres cuartos de hora de actuación, se bajaron del escenario, dejándonos a todos un muy buen sabor de boca. Espera un momento, ¿qué es eso? Anda, si está ahí su repertorio. Oye, sí, te hablo a ti, el que está desmontanto los efectos, ¿a que no te importa que me lo quede? Gracias. Y así es como su repertorio, escrito a mano con rotulador negro, llegó a uno de los bolsillos de mis vaqueros.
Entonces, cuando sólo pasaban cinco minutos de las diez de la noche, una intro nos indicó que los alemanes estaban a punto de salir a escena, para presentar, supuestamente, su reciente y más que notable Strings to a web, que, sin embargo, no tuvo la presencia esperada en su set. El batería, Andre Hilgers salió y se sentó detrás de las cajas, y le siguieron el genial guitarrista bielorruso Victor Smolski y, por supuesto, el afable bajista y cantante Peter "Peavy" Wagner, que no perdió la sonrisa en toda la noche.
Empezaron con una fuerza enorme, atacando el tema que abre su más reciente plástico, es decir, "The edge of darkness", tras la cual Peavy se dirigió a nosotros intentando hablarnos en español con un "Buenas noches, 'Chichón', Asturias" que arrancó más de una carcajada. Siguieron con la inesperada "Sunchaser" y con la reciente "Hunter & prey", a la que siguieron "Into the light" y "Drop dead".
Entre canción y canción, Peavy se dirigía al público, normalmente en inglés, aunque a veces hacía denodados esfuerzos por hablar en español, y trataba de interactuar con nosotros, de hacernos cantar y, sobre todo, de que nos lo pasáramos bien.
La actuación siguió con "Empty hollow", y después de ella, Peavy nos hizo cantar el estribillo de la canción siguiente, que no fue otra que "Higher than the sky", que sonó potentísima y en la que no cantamos: nos degañitamos como si estuviéramos chiflados.
La actuación se acercaba cada vez más a la falsa despedida que suponen los bises, y las canciones elegidas para "finalizar" fueron "Set this world on fire" y "War of worlds", que es una de mis favoritas.
No tuvimos que esperar demasiado para que volviera al escenario Victor, que nos deleitó con un largo y muy técnico solo con el que demostró que las seis cuerdas no tienen ningún secreto para él. Yo, que estaba en la primera fila, disfruté como un loco viendo sus dedos moverse por el mástil. Me asomé un poquito hacia delante para ver el repertorio que tenía pegado con cinta aislante al lado de su pedalera y observé que todavía quedaban cinco canciones.
Se subieron a las tablas los otros dos músicos del trío, y entonces atacaron "Straight to hell". Pero entonces, Peavy empieza a despedirse y nos invita a caer bajo con "Down". Se me debió de poner cara de póker, porque en el repertorio que yo tenía delante de mí (y al que hice varias fotos con el móvil, por si alguien tiene dudas) ponía que entre "Straight to hell" y "Down" tenían que tocar "Carved in stone" y "Black in mind". ¿Pero qué está pasando aquí?
Efectivamente, tocaron una "Down" que fue de lo mejor de la noche y se despidieron. Ya se iban a bajar del escenario cuando Victor miró hacia su derecha (la izquierda del público), cruzó unas palabras con alguien que quedaba tapado por los amplificadores, se dirigió a sus compañeros, y decidieron hacer UNA más. Entonces empezaron a hacer un breve juego, en el que los músicos interpretaban el principio de alguna canción conocida para ver si las reconocíamos, y así tocaron el celebérrimo riff de "Smoke on the water" de Deep Purple, el de "Breaking the law" de Judas Priest, los redobles de batería de "Painkiller", también de Judas y algunas más, para culminar con esos acordes por todos conocidos con los que empieza "Highway to hell" de AC/DC, que, tocada entera, fue el tema escogido para finalizar la actuación. Por cierto, de la que se bajaba del escenario, Victor me dio su púa.
Vamos a ver. El concierto estuvo muy bien y nos lo pasamos pipa, Rage son unos tíos majísimos y muy profesionales y su música es una verdadera bomba. Pero si sabes que en la sala en la que vas a tocar no pueden tener música en directo después de las once y media, no te enrolles tanto entre canción y canción, ni alargues los temas haciendo cantar al público, y así no tienes que dejar canciones fuera del repertorio.
¿No os parece?
P. D.: Al final, no sólo valió la pena ir pese a todo, sino que después consegui recuperar unas cuantas horas de sueño. Si es que el metal siempre ayuda...
Entonces, cuando sólo pasaban cinco minutos de las diez de la noche, una intro nos indicó que los alemanes estaban a punto de salir a escena, para presentar, supuestamente, su reciente y más que notable Strings to a web, que, sin embargo, no tuvo la presencia esperada en su set. El batería, Andre Hilgers salió y se sentó detrás de las cajas, y le siguieron el genial guitarrista bielorruso Victor Smolski y, por supuesto, el afable bajista y cantante Peter "Peavy" Wagner, que no perdió la sonrisa en toda la noche.
Empezaron con una fuerza enorme, atacando el tema que abre su más reciente plástico, es decir, "The edge of darkness", tras la cual Peavy se dirigió a nosotros intentando hablarnos en español con un "Buenas noches, 'Chichón', Asturias" que arrancó más de una carcajada. Siguieron con la inesperada "Sunchaser" y con la reciente "Hunter & prey", a la que siguieron "Into the light" y "Drop dead".
Entre canción y canción, Peavy se dirigía al público, normalmente en inglés, aunque a veces hacía denodados esfuerzos por hablar en español, y trataba de interactuar con nosotros, de hacernos cantar y, sobre todo, de que nos lo pasáramos bien.
La actuación siguió con "Empty hollow", y después de ella, Peavy nos hizo cantar el estribillo de la canción siguiente, que no fue otra que "Higher than the sky", que sonó potentísima y en la que no cantamos: nos degañitamos como si estuviéramos chiflados.
La actuación se acercaba cada vez más a la falsa despedida que suponen los bises, y las canciones elegidas para "finalizar" fueron "Set this world on fire" y "War of worlds", que es una de mis favoritas.
No tuvimos que esperar demasiado para que volviera al escenario Victor, que nos deleitó con un largo y muy técnico solo con el que demostró que las seis cuerdas no tienen ningún secreto para él. Yo, que estaba en la primera fila, disfruté como un loco viendo sus dedos moverse por el mástil. Me asomé un poquito hacia delante para ver el repertorio que tenía pegado con cinta aislante al lado de su pedalera y observé que todavía quedaban cinco canciones.
Se subieron a las tablas los otros dos músicos del trío, y entonces atacaron "Straight to hell". Pero entonces, Peavy empieza a despedirse y nos invita a caer bajo con "Down". Se me debió de poner cara de póker, porque en el repertorio que yo tenía delante de mí (y al que hice varias fotos con el móvil, por si alguien tiene dudas) ponía que entre "Straight to hell" y "Down" tenían que tocar "Carved in stone" y "Black in mind". ¿Pero qué está pasando aquí?
Efectivamente, tocaron una "Down" que fue de lo mejor de la noche y se despidieron. Ya se iban a bajar del escenario cuando Victor miró hacia su derecha (la izquierda del público), cruzó unas palabras con alguien que quedaba tapado por los amplificadores, se dirigió a sus compañeros, y decidieron hacer UNA más. Entonces empezaron a hacer un breve juego, en el que los músicos interpretaban el principio de alguna canción conocida para ver si las reconocíamos, y así tocaron el celebérrimo riff de "Smoke on the water" de Deep Purple, el de "Breaking the law" de Judas Priest, los redobles de batería de "Painkiller", también de Judas y algunas más, para culminar con esos acordes por todos conocidos con los que empieza "Highway to hell" de AC/DC, que, tocada entera, fue el tema escogido para finalizar la actuación. Por cierto, de la que se bajaba del escenario, Victor me dio su púa.
Vamos a ver. El concierto estuvo muy bien y nos lo pasamos pipa, Rage son unos tíos majísimos y muy profesionales y su música es una verdadera bomba. Pero si sabes que en la sala en la que vas a tocar no pueden tener música en directo después de las once y media, no te enrolles tanto entre canción y canción, ni alargues los temas haciendo cantar al público, y así no tienes que dejar canciones fuera del repertorio.
¿No os parece?
P. D.: Al final, no sólo valió la pena ir pese a todo, sino que después consegui recuperar unas cuantas horas de sueño. Si es que el metal siempre ayuda...
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