Aquí estoy de nuevo, queridos lectores. Y esta vez no quiero contaros nada concreto. Sólo quiero recordar que esta es la centésima vez que me siento a escribir para vosotros en Que paren el mundo que me quiero bajar. Cien entradas ya. La verdad, nunca pensé que llegarían a ser tantas. Sobre todo al principio, cuando casi nadie se acercaba por este rinconcito de la blogosfera.
Cien. Un número redondo. A veces parece que todo lleva al número cien. Son los años que tiene un siglo; son los soldados que tenía bajo su mando un centurión romano; son los días que tardó Philleas Fogg en dar la vuelta al mundo, pero mal contados... Todo va a dar al número cien, je, je. Pero claro, eso mismo podríamos decir de cualquier otro número, ¿verdad? Pero por algún motivo hemos decidido celebrar sólo los números redondos. Y por eso el 100 es tan llamativo.
Vale, ahora algún desgraciado podría recordar que no siempre escribí yo, que un par de veces colgué textos ajenos. O que la primera vez que escribí lo hice para daros la bienvenida, o que otra vez lo hice para decir que iba a estar un tiempo sin escribir. Pero bueno, esto es lo que hay.
Por supuesto, esto no hubiera durado tanto tiempo si no hubiera personas ahí, al otro lado de la pantalla, leyéndome y dándome ánimos. Porque, aunque a veces diga que este blog es la voz que clama en el desierto, es mentira. Sé bien que estáis ahí y que seguís lo que escribo. Las reflexiones y las opiniones, los relatos y los comentarios, las denuncias y las recomendaciones. Las mentiras y las verdades, en definitiva.
Y nada de esto sería posible si vosotros no me recordarais que estáis ahí. Por eso, estas palabras no son para mí, ni para celebrar mis textos. Son para vosotros, porque vosotros, amigos, sois los responsables de que esto siga existiendo. Y seguirá mientras estéis ahí.
Gracias.
Cien. Un número redondo. A veces parece que todo lleva al número cien. Son los años que tiene un siglo; son los soldados que tenía bajo su mando un centurión romano; son los días que tardó Philleas Fogg en dar la vuelta al mundo, pero mal contados... Todo va a dar al número cien, je, je. Pero claro, eso mismo podríamos decir de cualquier otro número, ¿verdad? Pero por algún motivo hemos decidido celebrar sólo los números redondos. Y por eso el 100 es tan llamativo.
Vale, ahora algún desgraciado podría recordar que no siempre escribí yo, que un par de veces colgué textos ajenos. O que la primera vez que escribí lo hice para daros la bienvenida, o que otra vez lo hice para decir que iba a estar un tiempo sin escribir. Pero bueno, esto es lo que hay.
Por supuesto, esto no hubiera durado tanto tiempo si no hubiera personas ahí, al otro lado de la pantalla, leyéndome y dándome ánimos. Porque, aunque a veces diga que este blog es la voz que clama en el desierto, es mentira. Sé bien que estáis ahí y que seguís lo que escribo. Las reflexiones y las opiniones, los relatos y los comentarios, las denuncias y las recomendaciones. Las mentiras y las verdades, en definitiva.
Y nada de esto sería posible si vosotros no me recordarais que estáis ahí. Por eso, estas palabras no son para mí, ni para celebrar mis textos. Son para vosotros, porque vosotros, amigos, sois los responsables de que esto siga existiendo. Y seguirá mientras estéis ahí.
Gracias.
4 comentarios:
Enhorabuena, Pablo. Todo el mérito es tuyo. Y no hay que contar sólo las 100 entradas, sino las respuestas, nuestros debates... eso puede hacer doblar la cifra.
Ha sido hermoso. Tus pensamientos publicados por escrito sobre todas las cosas imaginables, manteniendo el contacto y el debate con tus amigos, y atrayéndote otros nuevos.
Repito mi enhorabuena.
Un abrazo. Pedro.
Hola
Pablo, enhorabuena por alcanzar una cifra tan interesante.
Pues sí que hay eventos con el número 100!!!!!
Pues gracias por estar ahí, gracias por tus historias siempre agradables de leer.
Para que siga siendo 100, te envío 100 biquiños desde Coruña.
Lo dicho: enhorabuena.
Diana
feliz cumpleblog!! jeje
Muchas gracias a todos por vuestras palabras (y gracias a todos los que leéis pero no comentáis, que sé que sois unos cuantos).
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