El otro día vi Los amantes pasajeros, de Almodóvar. Y, aunque me gusta mucho el cine de
Almodóvar, la peli me dejó un regusto agridulce. Es entretenida,
sí, pero nada más. Es bastante insulsa en algunos momentos. Parece
que no es lo que podríamos esperar de alguien que ha ganado dos
Oscars.
Y al día siguiente, me dio por buscar críticas sobre la película, y, en general, encontré muchas muy negativas. Sin embargo, en Film Affinity encontré una que me hizo pensar. ¿Y si, en realidad, se trata de una película hecha con una intencionalidad alegórica?
Y al día siguiente, me dio por buscar críticas sobre la película, y, en general, encontré muchas muy negativas. Sin embargo, en Film Affinity encontré una que me hizo pensar. ¿Y si, en realidad, se trata de una película hecha con una intencionalidad alegórica?
Llevo desde entonces
dándole vueltas a esa idea. ¿Realmente podemos verla como algo
alegórico? Pensemos.
En la película
vemos a la gente que viaja en clase turista drogada y dormida, sin
enterarse de lo que pasa y del riesgo que corren, lo que sería una
alegoría de nuestra sociedad, en la que una gran masa de gente vive
“adormecida” por el fútbol y Gran Hermano. Sin embargo, el resto
de las personas del avión, los que sí saben lo que pasa, son o bien
gente de ética discutible (un empresario corrupto, una prostituta de
alto standing que chantajea a sus clientes, un asesino a sueldo), o
personas con más buena voluntad que medios para afrontar la
situación (la chica que asegura ser vidente, la tripulación del
avión). Y así toda la gente que conoce la realidad la afronta con
alcohol, drogas, sexo y canciones, como si no quisieran que la fiesta
terminara a pesar de que es posible que el avión se estrelle.
Entonces, desde este
punto de vista, la película estará hecha en dos niveles: un nivel
superficial en el que solo veríamos una película excesiva, colorista y pretendidamente divertida, que nos recuerda a los trabajos que hacía
Almodóvar en los ochenta, y un nivel más profundo en el que el
avión a punto de estrellarse es una alegoría de la sociedad actual.
No sé si será así,
pero al menos, a mí me parece que es posible.
Eso sí, el número musical es impagable.
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