miércoles, diciembre 03, 2014

Las aventuras del pequeño Nicolás

Hola a todo el mundo:
No sé si alguna vez lo había contado a alguien, pero cuando iba al colegio, me leí, con sumo gusto por cierto, varios de los libros que forman la serie de El pequeño Nicolás, escritos por el francés René Goscinny, que fue, además, el autor de los guiones de cómics tan conocidos e influyentes como los de Asterix o Lucky Luck. 
Pues bien, hoy nos encontramos con que hablar del pequeño Nicolás no supone hablar de ese personaje ficticio, sino que supone hablar de un chaval que se cree la encarnación de James Bond y que, por lo que parece, tiene muchos contactos (aquí podríamos, jugando con el título de otro de los libros de la serie, hablar de Los amiguetes del pequeño Nicolás). Y en esta historia, por lo que parece, hay unos cuantos puntos oscuros.
Por supuesto, a la hora de hablar de este chaval, lo primero que hay que hacer es intentar dejar de lado el personaje que los medios están creando y que es eso: un personaje. Pero también hay que pasar por alto la retórica megalómana del propio chaval, que, de tanto codearse con gente importante a tan poca edad, se cree el rey del mundo. Pero esto último es normal, todos, con dieciocho o veinte años, nos creímos los reyes del mundo, y normalmente con muchos menos contactos que él.
Lo que tenemos que hacer es reflexionar sobre algunas cosas. La primera, lo raro que resulta que, en cuestión de minutos, antes de que finalizara la entrevista que le hicieron en Tele 5 hace algunas semanas, ya se habían hecho públicos desmentidos de la Vicepresidencia del Gobierno, la Casa Real y el Centro Nacional de Inteligencia. No soy muy dado a las teorías de la conspiración, pero que esperasen tan poco para contradecir a Francisco Nicolás me parece altamente extraño.
Sin embargo, lo que me parece más destacable de toda esta historia es, al margen de la veracidad que puedan tener las cosas que Nicolás cuenta, que es la plasmación más clara que podemos ver de la forma en que se llevan haciendo las cosas en este país desde hace tiempo. Una forma de actuar en la que todo se basa en los contactos que se tenga, y en la que todo negocio depende de a quién se conozca. Y por eso a este chaval le fue tan bien en los últimos años, porque supo vender la moto de que tenía los contactos necesarios para facilitar cualquier negociación.
No sé si lo que dice el pequeño Nicolás es verdad o no. Pero sí sé que nos está demostrando que, para triunfar en este país, muchas veces lo menos importante es la preparación que se tenga. Valen más los contactos.

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