Hola a todo el
mundo:
No sé si alguna vez
lo había contado a alguien, pero cuando iba al colegio, me leí, con
sumo gusto por cierto, varios de los libros que forman la serie
de El pequeño Nicolás, escritos por el francés René Goscinny, que
fue, además, el autor de los guiones de cómics tan conocidos e
influyentes como los de Asterix o Lucky Luck.
Pues bien, hoy nos
encontramos con que hablar del pequeño Nicolás no supone hablar
de ese personaje ficticio, sino que supone hablar de un chaval que se
cree la encarnación de James Bond y que, por lo que parece, tiene
muchos contactos (aquí podríamos, jugando con el título de otro de
los libros de la serie, hablar de Los amiguetes del pequeño
Nicolás). Y en esta historia, por lo que parece, hay unos cuantos
puntos oscuros.
Por supuesto, a la
hora de hablar de este chaval, lo primero que hay que hacer es
intentar dejar de lado el personaje que los medios están creando y
que es eso: un personaje. Pero también hay que pasar por alto la
retórica megalómana del propio chaval, que, de tanto codearse con
gente importante a tan poca edad, se cree el rey del mundo. Pero esto
último es normal, todos, con dieciocho o veinte años, nos creímos
los reyes del mundo, y normalmente con muchos menos contactos que él.
Lo que tenemos que
hacer es reflexionar sobre algunas cosas. La primera, lo raro que
resulta que, en cuestión de minutos, antes de que finalizara la
entrevista que le hicieron en Tele 5 hace algunas semanas, ya se
habían hecho públicos desmentidos de la Vicepresidencia del
Gobierno, la Casa Real y el Centro Nacional de Inteligencia. No soy
muy dado a las teorías de la conspiración, pero que esperasen tan
poco para contradecir a Francisco Nicolás me parece altamente
extraño.
Sin embargo, lo que
me parece más destacable de toda esta historia es, al margen de la
veracidad que puedan tener las cosas que Nicolás cuenta, que es la
plasmación más clara que podemos ver de la forma en que se llevan
haciendo las cosas en este país desde hace tiempo. Una forma de
actuar en la que todo se basa en los contactos que se tenga, y en la
que todo negocio depende de a quién se conozca. Y por eso a este
chaval le fue tan bien en los últimos años, porque supo vender la
moto de que tenía los contactos necesarios para facilitar cualquier
negociación.
No sé si lo que
dice el pequeño Nicolás es verdad o no. Pero sí sé que nos está
demostrando que, para triunfar en este país, muchas veces lo menos
importante es la preparación que se tenga. Valen más los contactos.
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