Muy
buenas:
Desde
hace algún tiempo, especialmente desde el cambio de Gobierno, se
viene oyendo hablar de un misterioso concepto: la “marca España”.
¿Por qué digo que es “misterioso”? Porque, aunque a nuestros
políticos se les llena la boca hablando de esa “marca España”,
nadie se ha molestado en decirnos qué es o por qué debería
importarnos que esa marca España se dañe.
A
veces parece que se refieren con estas palabras a la imagen del país
en el extranjero, seguramente para no asustar a los socios europeos o
a los posibles inversores. O a los turistas, que parecen ser la prioridad ahora. Pero se les olvidan una cosa a este
respecto:
Y es
que gracias a Internet, esos socios europeos y esos posibles
inversores ya no son tan fáciles de engañar con tonterías. Tienen
acceso a suficiente información como para saber qué pasa, por qué
pasa y cuáles son las consecuencias que puede haber.
Y
precisamente por eso, el Gobierno debe tener cuidado también con lo
que hace o lo que dice. Y así, no cometer la tontería que hizo
Margallo esta semana, que dijo que la imputación de la infanta
(presunta corrupta, recordemos) dañaba la marca España, olvidando
que lo que la daña de verdad es la misma corrupción.
¿Sabéis
lo que os digo yo? Que ahora mismo, en el contexto actual, la marca
España no es más que un concepto vacío de contenido, y así
seguirá hasta que el Gobierno (el actual o los que vengan) se den
cuenta de que la imagen del país no depende de hechos concretos,
sino de procesos a largo plazo, de forma que será más dañina para
esa imagen, por ejemplo, el que no se tomen medidas para evitar la
corrupción, que el hecho de que se impute a quienes pueden estar
pringados por ella.
¿O
no?
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