viernes, agosto 10, 2012

Robin Hood y los demás

Muy buenas, queridos lectores:
La noticia de estos últimos días es el asalto a un Mercadona que llevaron a cabo varios sindicalistas el otro día para, según decían, donar los alimentos que robaron a quienes más los necesitaban.
Y qué queréis que os diga. No voy a ser yo el que, a estas alturas, defienda el que la gente entre a los supermercados y se lleve la comida, sobre todo porque eso da argumentos a la ultraderecha mediática para decir que los de izquierdas somos unos ladrones resentidos, y porque además puede dar lugar a un efecto de imitación.
Pero sí que podemos darnos cuenta del valor que tiene este acto como algo simbólico. En un país en el que hay ciudades en las que se quieren poner candados en los contenedores de basura para que nadie pueda buscar comida en ellos, o donde se rumorea que ciertas cadenas de supermercados rocían con lejía la comida que van a tirar para que nadie la pueda aprovechar, en el que las tasas universitarias suben hasta límites salvajes, en el que se quiere hacer que inmigrantes sin recursos paguen un dinero que no tienen por acceder a la atención médica, o en el que se quiere eliminar la ayuda a los parados de larga duración, mientras gente que llevó bancos a la quiebra tiene finiquitos millonarios y ladrones convictos quieren fundar partidos políticos, no me parece tan raro que actos como éste puedan servir para canalizar un descontento creciente.
Y luego, nuestro Presidente cuando le toca hablar de la figura de Peces-Barba, va y se le ocurre mencionar que era de una ideología distinta a la suya (¿realmente había necesidad de hacerlo?). Y luego los sectarios somos los de izquierdas.
No sé. Yo creo que el día que nuestros gobernantes vean el mundo real, implosionarán. 
Nos vemos.

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