Muy buenas, queridos lectores:
Últimamente no tengo muchas ideas, así que voy a haceros la crónica de un concierto al que fui hace mucho tiempo, más de seis años. El concierto que dieron Iron Maiden en el Palacio de los Deportes de Gijón un glorioso sábado de hace ya algún tiempo. A fin de cuentas, es uno de mis grupos favoritos y éste fue el mejor de todos los conciertos que vi en mi vida, así que supongo que me acordaré bien.
Después del fracaso que supuso el concierto de Metallica del año 1999, los grandes conciertos de Metal no eran una prioridad en nuestra ciudad, así que cuando supimos que Steve Harris y sus chicos iban a acercarse por aquí, muchos corazones de metal se alegraron. Entre ellos, el mío.
La fecha no era muy propicia, porque era en mayo, justo en el momento que yo tenía pensado dejar de salir para centrarme en los exámenes de junio. Pero el concierto de Bruce Springsteen también iba a ser ese mes (nueve días antes, para más señas), así que había algo de movimiento rockero en la ciudad por esas fechas. Por cierto, en el del Boss también estuve.
Llegamos al Palacio y, cuando acabó el montaje del escenario, vimos que el bajo del señor Harris ya estaba en el escenario aclimatándose al calor de los focos. Puntualmente, a las 20:45, se subieron al escenario los británicos Stray, que yo no conocía de nada. Lo hicieron bien, sonaban con ganas, pero no estábamos allí por ellos.
Terminaron su actuación, y a las diez en punto de la noche las luces volvieron a apagarse. De pronto, sonó por los altavoces algo que yo no esperaba tan pronto: los versículos del Apocalipsis. Eso sólo puede significar una cosa: van a empezar con "The number of the beast". No es posible. Van a empezar con "The number of the beast". ¡¡¡Y yo con estos pelos!!!
Termina la intro y entonces, dos luces cenitales iluminaron a Dave Murray y a Adrian Smith, que empezaron a tocar sus guitarras mientras, desde atrás, el historiador reconvertido Bruce Dickinson llegaba, micro en mano, cantando los primeros versos de "The number...", entre el delirio de los 8.000 que estábamos allí. Pantallas con el 666 se ilumninaban en cada repetición del estribillo y yo no me podía creer lo que estaba viendo. Cuando terminó la canción, ya con los seis músicos perfectamente visibles para todos, Dickinson fue a la parte de atrás del escenario y volvió con una bandera británica. Está claro, van a tocar "The trooper".
Mientras tocan, detrás de la batería de Nicko McBrain vemos que proyectan las portadas de los discos o singles en los que se incluye cada canción. Eso será lo habitual durante todo el concierto.
"Hallowed be Thy name", "Brave new world", "The wickerman", un "Wildest dreams" que, lógicamente, no conocíamos porque salió en el disco siguiente,... todo suena como en mis mejores sueños. Bruce dice eso de "Scream for me, Gijón" (pronunciando el nombre de la ciudad mejor que su tocayo el día 15) y casi se me saltan las lágrimas. Lo prometido es deuda, le dejo una llamada perdida en el móvil al Garry. Cuando tocan "Heaven can wait", un montón de tíos, que habían ganado un concurso en el programa Derrame Rock de los 40 Principales, se suben a hacer los coros.
Dickinson se sube por las pasarelas sobreelevadas y todos lo vemos bien. Steve Harris, la verdadera bestia, coge durante un momento la guitarra acústica y comienzan a tocar "The Clansman". Es curioso cómo una canción compuesta originalmente para que la cantara Blaze Bailey puede sonar mejor en la voz de Bruce Dickinson. Será que canta mejor.
No puede faltar la pelea entre Janick Gers (guitarrista rítmico) y un enorme muñeco de Eddie, la mascota de los Maiden. Pero al darse la vuelta, vemos que la tela del vestido del muñeco se quedó pillada y se ve a la gente que lo maneja desde dentro. No todo puede ser perfecto.
Subido a la plataforma, Bruce nos dice en su lengua y con su perfecta pronunciación de caballero inglés, algo así como "Debo decir una cosa. Tengo miedo a la oscuridad". Suena entonces, cómo no, "Fear of the dark", en palabras del Garry, "la canción más Maiden de Maiden".
Dickinson dice tres veces seguidas lo de "scream for me, Gijón" justo antes de presentar "Iron Maiden". Pero, vaya por Dios, no todo sale como debería. Bruce descorre una cortina y vemos una plataforma hidráulica que sube y un muñeco de Eddie que está sobre ella. Pero no hace nada. El cantante, descojonándose, vuelve a correr las cortinas y se van para los bises. Días después, leyendo la crónica de un concierto en Galicia (¿Vigo, tal vez?), me enteré de que tendría que haber estallado la cabeza de Eddie. Vaya.
Vuelven para los bises, con una canción que yo no esperaba, "Bring your daugther... to the slaughter", y después, "2 minutes to midnight", que no sólo es mi canción favorita de Maiden, sino que es una de mis canciones favoritas en general. Lo que yo sentía en ese momento, no se puede expresar con palabras. El final, por supuesto, fue con "Run to the hills". Increíble, "ya me puedo morir tranquilo", pensé. Miré mi reloj y ¿sabéis qué hora era? Sí, efectivamente, las 23:58.
'No tocaron "Aces high", pero tocaron todas las demás', me dijo una chica a la que me enccontré cuando salía. O sea, que había valido la pena.
Desde allí, me fui a un bar a buscar a algunos de vosotros, bar donde no se acostumbraba a ver a gente vestida como iba yo (camiseta negra, cazadora vaquera curtida en mil batallas, botas de montaña y vaqueros gastados), de modo que la gente se apartaba a mi paso. Chulería con una chavala que, sorprendida, me dijo al verme "No me digas que vienes del concierto de Iron Maiden", y a la que respondi, después de dar un último trago a mi cerveza, algo así como "La duda ofende" (si hubiera añadido "muñeca", la chulería ya habría sido completa).
Pero claro, poco después empezaban los exámenes y yo estaba ya en cuarto de carrera, así que me fui pronto.
Visto con la perspectiva que da el tiempo, tal vez no fuera un concierto perfecto, igual esperaba más de ellos. Se hubieran agradecido un par de canciones más, como "Wratchild" (que sí tocaron en Galicia), o "Aces high", o, puestos a soñar, "Killers" (de hecho, del disco Killers no tocaron nada). Pero de todos modos, estaba cumpliendo el sueño de ver un concierto de la banda de Heavy Metal más grande del mundo. Y por eso sigo diciendo que fue el mejor concierto de mi vida (con permiso de Motörhead, Deep Purple y Bruce Springsteen, por supuesto).
Ey, al final me acordaba de cómo había sido, jeje.
Feliz verano.
Últimamente no tengo muchas ideas, así que voy a haceros la crónica de un concierto al que fui hace mucho tiempo, más de seis años. El concierto que dieron Iron Maiden en el Palacio de los Deportes de Gijón un glorioso sábado de hace ya algún tiempo. A fin de cuentas, es uno de mis grupos favoritos y éste fue el mejor de todos los conciertos que vi en mi vida, así que supongo que me acordaré bien.
Después del fracaso que supuso el concierto de Metallica del año 1999, los grandes conciertos de Metal no eran una prioridad en nuestra ciudad, así que cuando supimos que Steve Harris y sus chicos iban a acercarse por aquí, muchos corazones de metal se alegraron. Entre ellos, el mío.
La fecha no era muy propicia, porque era en mayo, justo en el momento que yo tenía pensado dejar de salir para centrarme en los exámenes de junio. Pero el concierto de Bruce Springsteen también iba a ser ese mes (nueve días antes, para más señas), así que había algo de movimiento rockero en la ciudad por esas fechas. Por cierto, en el del Boss también estuve.
Llegamos al Palacio y, cuando acabó el montaje del escenario, vimos que el bajo del señor Harris ya estaba en el escenario aclimatándose al calor de los focos. Puntualmente, a las 20:45, se subieron al escenario los británicos Stray, que yo no conocía de nada. Lo hicieron bien, sonaban con ganas, pero no estábamos allí por ellos.
Terminaron su actuación, y a las diez en punto de la noche las luces volvieron a apagarse. De pronto, sonó por los altavoces algo que yo no esperaba tan pronto: los versículos del Apocalipsis. Eso sólo puede significar una cosa: van a empezar con "The number of the beast". No es posible. Van a empezar con "The number of the beast". ¡¡¡Y yo con estos pelos!!!
Termina la intro y entonces, dos luces cenitales iluminaron a Dave Murray y a Adrian Smith, que empezaron a tocar sus guitarras mientras, desde atrás, el historiador reconvertido Bruce Dickinson llegaba, micro en mano, cantando los primeros versos de "The number...", entre el delirio de los 8.000 que estábamos allí. Pantallas con el 666 se ilumninaban en cada repetición del estribillo y yo no me podía creer lo que estaba viendo. Cuando terminó la canción, ya con los seis músicos perfectamente visibles para todos, Dickinson fue a la parte de atrás del escenario y volvió con una bandera británica. Está claro, van a tocar "The trooper".
Mientras tocan, detrás de la batería de Nicko McBrain vemos que proyectan las portadas de los discos o singles en los que se incluye cada canción. Eso será lo habitual durante todo el concierto.
"Hallowed be Thy name", "Brave new world", "The wickerman", un "Wildest dreams" que, lógicamente, no conocíamos porque salió en el disco siguiente,... todo suena como en mis mejores sueños. Bruce dice eso de "Scream for me, Gijón" (pronunciando el nombre de la ciudad mejor que su tocayo el día 15) y casi se me saltan las lágrimas. Lo prometido es deuda, le dejo una llamada perdida en el móvil al Garry. Cuando tocan "Heaven can wait", un montón de tíos, que habían ganado un concurso en el programa Derrame Rock de los 40 Principales, se suben a hacer los coros.
Dickinson se sube por las pasarelas sobreelevadas y todos lo vemos bien. Steve Harris, la verdadera bestia, coge durante un momento la guitarra acústica y comienzan a tocar "The Clansman". Es curioso cómo una canción compuesta originalmente para que la cantara Blaze Bailey puede sonar mejor en la voz de Bruce Dickinson. Será que canta mejor.
No puede faltar la pelea entre Janick Gers (guitarrista rítmico) y un enorme muñeco de Eddie, la mascota de los Maiden. Pero al darse la vuelta, vemos que la tela del vestido del muñeco se quedó pillada y se ve a la gente que lo maneja desde dentro. No todo puede ser perfecto.
Subido a la plataforma, Bruce nos dice en su lengua y con su perfecta pronunciación de caballero inglés, algo así como "Debo decir una cosa. Tengo miedo a la oscuridad". Suena entonces, cómo no, "Fear of the dark", en palabras del Garry, "la canción más Maiden de Maiden".
Dickinson dice tres veces seguidas lo de "scream for me, Gijón" justo antes de presentar "Iron Maiden". Pero, vaya por Dios, no todo sale como debería. Bruce descorre una cortina y vemos una plataforma hidráulica que sube y un muñeco de Eddie que está sobre ella. Pero no hace nada. El cantante, descojonándose, vuelve a correr las cortinas y se van para los bises. Días después, leyendo la crónica de un concierto en Galicia (¿Vigo, tal vez?), me enteré de que tendría que haber estallado la cabeza de Eddie. Vaya.
Vuelven para los bises, con una canción que yo no esperaba, "Bring your daugther... to the slaughter", y después, "2 minutes to midnight", que no sólo es mi canción favorita de Maiden, sino que es una de mis canciones favoritas en general. Lo que yo sentía en ese momento, no se puede expresar con palabras. El final, por supuesto, fue con "Run to the hills". Increíble, "ya me puedo morir tranquilo", pensé. Miré mi reloj y ¿sabéis qué hora era? Sí, efectivamente, las 23:58.
'No tocaron "Aces high", pero tocaron todas las demás', me dijo una chica a la que me enccontré cuando salía. O sea, que había valido la pena.
Desde allí, me fui a un bar a buscar a algunos de vosotros, bar donde no se acostumbraba a ver a gente vestida como iba yo (camiseta negra, cazadora vaquera curtida en mil batallas, botas de montaña y vaqueros gastados), de modo que la gente se apartaba a mi paso. Chulería con una chavala que, sorprendida, me dijo al verme "No me digas que vienes del concierto de Iron Maiden", y a la que respondi, después de dar un último trago a mi cerveza, algo así como "La duda ofende" (si hubiera añadido "muñeca", la chulería ya habría sido completa).
Pero claro, poco después empezaban los exámenes y yo estaba ya en cuarto de carrera, así que me fui pronto.
Visto con la perspectiva que da el tiempo, tal vez no fuera un concierto perfecto, igual esperaba más de ellos. Se hubieran agradecido un par de canciones más, como "Wratchild" (que sí tocaron en Galicia), o "Aces high", o, puestos a soñar, "Killers" (de hecho, del disco Killers no tocaron nada). Pero de todos modos, estaba cumpliendo el sueño de ver un concierto de la banda de Heavy Metal más grande del mundo. Y por eso sigo diciendo que fue el mejor concierto de mi vida (con permiso de Motörhead, Deep Purple y Bruce Springsteen, por supuesto).
Ey, al final me acordaba de cómo había sido, jeje.
Feliz verano.
2 comentarios:
Buf calla calla cada vez que pienso que no pude ir a ese concierto ...... me pongo malo pero bueno espero verlos algún día (seguro que si) ya ves y este año trajeron a THE RASMUS vaya cambio de grupos internacionales habra que ir a ver a warcry a san mateo (con pignoise madre mia)
Nos vemos el jueves
¡¡¡WarCry en San Mateo!!!
Pues allí estaremos (y de paso, tiraremos huevos a Pignoise, jeje).
Un abrazo y nos vemos el jueves.
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