martes, agosto 18, 2009

El legado del cuervo

Supongo que a estas alturas de la película ya sabréis que este año hace doscientos que nació Edgar Allan Poe, el inventor del cuento moderno y, sin duda, uno de los mejores narradores de la Historia de la Literatura (su faceta poética la conozco bastante menos, salvo excepciones como "El cuervo" o "Annabel Lee"). Un genio maldito, en definitiva.
Mi relación con sus relatos fue rocambolesca desde que leí los primeros cuando todavía estaba en el colegio. Leí los cuatro que los críticos llaman "analíticos" ("El escarabajo de oro" y los tres protagonizados por Auguste Dupin) y no me gustaron. Tiempo después, encontré en casa un tomo en el que se recopilaban todos sus relatos, traducidos por Cortázar, y me los leí por aquello de dar una segunda oportunidad. Seguía sin gustarme su obra. En tercero de BUP me hicieron leer varios relatos en inglés y seguía sin gustarme.
Este año volví a coger el libro que estaba en casa. Y me gustó. Mejor dicho, me entusiasmó. Descubrí unas historias sorprendentes con matices que hace años no había visto, supongo que porque todavía no estaba listo para ello. Tal vez eso se relacione con el hecho de que, de vez en cuando, también me gusta escribir relatos truculentos.
Y en relación con el aniversario del nacimiento de Poe, varios músicos de Heavy Metal de nuestro país (gente de Saratoga, Stravaganzza, Mägo de Oz, Lujuria, Topo, Darmoor, Ebony Ark...) realizaron una ópera-rock basada en la vida del maestro, titulada Legado de una tragedia. Estuve escuchándola estos últimos días (de hecho, fue la que me dio la idea de escribir esto), y me resulta difícil decir qué me parece.
Ya me había advertido Garry de que se trata de un disco bastante decepcionante. Y tenía razón. No es malo, quede claro, las canciones están bien, perfectamente construidas, los músicos lo hacen muy bien, e incluso algunos temas, como "Mar adentro" podrían dar mucho juego en directo. Pero si se quiere hacer una versión musicada de la vida de Poe hay que cumplir algunas normas. Y ni en su obra, ni mucho menos en su vida, se ve el buen rollo que se ve en esas canciones. Yo, que no soy precisamente un fanático de los teclados, creo que podría haber sido interesante aprovecharlos más para crear las atmósferas densas y opresivas que destilan los textos de Poe. Al final, queda un disco con grandes canciones, pero incapaz de aterrorizar como los cuentos de la persona en cuya vida se inspira. Y que tampoco logra recrear esa vida atormentada.
Total, que lo que nos queda llegados a este punto es volver a leer a Poe, dejar ese disco como fondo pero nada más y, por último, brindar con una copa de brandy a la memoria de ese pobre diablo que nos legó algunas de las mejores páginas de la Literatura universal.
Nos vemos.

1 comentario:

tu dijo...

recomiendo el texto de poe donde sostiene que el juego de las damas requiere más inteligencia que el ajedrez, que sólo es un juego de concentración.