He de reconocerlo. En determinadas cuestiones no soy objetivo en absoluto. Así, un disco de los Rolling Stones, una película de Woody Allen, un libro de Gabriel García Márquez o un episodio de Los Simpsons no me van a parecer malos nunca. Pueden parecerme más flojos, menos logrados, menos redondos... pero malos, nunca.
Al margen de temas más o menos intelectuales y/o frikis, hay otra cosa con la que tampoco puedo (ni quiero) ser objetivo: Esas películas en las que Harrison Ford sale con barba de dos días, sombrero y un látigo en plan sadomaso.
Lo habéis adivinado: voy a hablar de las películas de Indiana Jones. Y sí: voy a hacer la crítica de la última, Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal.
Al margen de temas más o menos intelectuales y/o frikis, hay otra cosa con la que tampoco puedo (ni quiero) ser objetivo: Esas películas en las que Harrison Ford sale con barba de dos días, sombrero y un látigo en plan sadomaso.
Lo habéis adivinado: voy a hablar de las películas de Indiana Jones. Y sí: voy a hacer la crítica de la última, Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal.
En lo que se refiere a las películas, si no puedo ser objetivo es porque también me gustan. No exagero si digo que las tres originales las vi nueve veces (sí, nueve veces) cada una. Y volveré a verlas unas cuantas veces más (si levanto la mirada de la pantalla del ordenador, puedo ver los dvd con la trilogía original en una de las estanterías que tengo encima). Por eso, supongo que no es sorprendente que diga que esta última entrega de la saga también me gustó. Pero con matices.
En primer lugar, no puedo decir que sea mejor que Indiana Jones y la Última Cruzada (la primera película que vi en el cine y la que me sirvió para descubrir que amo la Historia y la Arqueología), ni mucho menos que sea mejor que la espléndida y nunca suficientemente valorada En busca del Arca Perdida. Pero aún así, es una peli entretenida, emocionante y muy divertida. Una buena forma de pasar una agradable tarde de domingo.
Desde luego, se echa de menos que los malos sean los nazis, aunque el cambio de rivales es algo lógico y necesario: Han pasado casi veinte años (la peli se ambienta en 1957) y el contexto histórico es muy distinto. Pero eso hace que algunas cosas queden un poco forzadas, porque si bien los nazis sí tenían un interés por encontrar reliquias antiguas que justifica el enfrentamiento por el Arca de la Alianza o por el Grial, no hay constancia de que los soviéticos tuvieran interés por cuestiones esotéricas más propias de Iker Jiménez y J. J. Benítez. Pero bueno, como cantaba la churri de Indiana Jones y el Templo Maldito al principio de la película, "Todo puede suceder".
Por eso no me parece mal que la película se resuelva con un final que recuerda a ciertas viejas películas de George Lucas y de Steven Spielberg que no voy a mencionar para no dar pistas que puedan reventar el final a los que todavía no la habéis visto (aunque creo que ya dije más de lo que debía... en fin, lo siento).
Un detalle que me gustó fue que el principio de la película se desarrolla en el misterioso almacén en el que se guarda el Arca de la Alianza al final de la primera peli, y que es, ni más ni menos, que la legendaria (y seguramente ficticia) Área 51. Además, me gustó mucho que en un momento dado, el Arca haga una fugaz (pero estelar, por supuesto) aparición, para regocijo de los fans acérrimos que estábamos en el cine. Y eso de que se insinúe que Indiana había participado en la (también ficticia en la realidad, claro) autopsia del extraterrestre de Roswell también me hizo mucha gracia. En definitiva, es Indy... todo es posible.
Pero sí hubo un par de detalles que eché de menos. El primero era inevitable, que faltara el doctor Marcus Brody era lógico, ya que su intérprete, el actor Denholm Elliott, falleció en 1992. Me pareció menos lógico que faltara el padre de Indiana, Henry Jones Sr. (Sean Connery), no tanto por no haber llegado a un acuerdo económico con el actor (al que sí se le ofreció participar), sino porque, para evitar tentaciones futuras, se dice que el padre de Indy había muerto. Pero vamos a ver.... ¿No habían bebido él y su hijo del Grial al final de la Última Cruzada? Entonces... ¿no deberían ser inmortales los dos?
Hombre, me hizo gracia que la chica en esta peli vuelva a ser su novia de los tiempos del Arca, Marion Ravenwood (interpretada por Karen Allen), pero ya no me gustó tanto que ésta viniera con regalo incluido. Sí, hablo del hijo de Indiana, Henry Jones III, una especie de rebelde sin causa (y sin cabeza y sin personalidad...) que me cayó como una patada en las muelas desde que lo vi aparecer intentando parecerse a Marlon Brando en Salvaje (de 1954). No sé, no puedo evitar ver esta película como un intento de mostrarnos a este personaje como el sucesor natural de Indiana (me remito a esa escena final en la que el sombrero modelo Fedora cae a sus pies, aunque luego Indy lo reclame como propio). No me extrañaría lo más mínimo que en unos pocos años lo tuviéramos intentando emular a nuestro aventurero favorito. Y eso sí que no.
Total, y resumiendo. La película está bien, es entretenida y muy recomendable para pasar un buen rato. Pero hubiera quedado mejor sin ese intento de ponernos a Shia LeBouf (o como carajo se escriba) como sucesor de Harrison Ford. Que todavía hay clases.
Y antes de que alguien pregunte, ya respondo yo: Sí, sé tocar la música de Indiana Jones con la guitarra, je, je.
Por cierto, ya queda menos para el texto número 100 de este blog... ¿Quién iba a pensar que aguantaría tanto?
Y ahora aprovecho para deciros que no dejéis de visitar mi otro blog, Sombra y Luz. Todavía no colgué el primer capítulo, pero os prometo que, si no pasa nada raro, el domingo ya lo podréis leer.
En primer lugar, no puedo decir que sea mejor que Indiana Jones y la Última Cruzada (la primera película que vi en el cine y la que me sirvió para descubrir que amo la Historia y la Arqueología), ni mucho menos que sea mejor que la espléndida y nunca suficientemente valorada En busca del Arca Perdida. Pero aún así, es una peli entretenida, emocionante y muy divertida. Una buena forma de pasar una agradable tarde de domingo.
Desde luego, se echa de menos que los malos sean los nazis, aunque el cambio de rivales es algo lógico y necesario: Han pasado casi veinte años (la peli se ambienta en 1957) y el contexto histórico es muy distinto. Pero eso hace que algunas cosas queden un poco forzadas, porque si bien los nazis sí tenían un interés por encontrar reliquias antiguas que justifica el enfrentamiento por el Arca de la Alianza o por el Grial, no hay constancia de que los soviéticos tuvieran interés por cuestiones esotéricas más propias de Iker Jiménez y J. J. Benítez. Pero bueno, como cantaba la churri de Indiana Jones y el Templo Maldito al principio de la película, "Todo puede suceder".
Por eso no me parece mal que la película se resuelva con un final que recuerda a ciertas viejas películas de George Lucas y de Steven Spielberg que no voy a mencionar para no dar pistas que puedan reventar el final a los que todavía no la habéis visto (aunque creo que ya dije más de lo que debía... en fin, lo siento).
Un detalle que me gustó fue que el principio de la película se desarrolla en el misterioso almacén en el que se guarda el Arca de la Alianza al final de la primera peli, y que es, ni más ni menos, que la legendaria (y seguramente ficticia) Área 51. Además, me gustó mucho que en un momento dado, el Arca haga una fugaz (pero estelar, por supuesto) aparición, para regocijo de los fans acérrimos que estábamos en el cine. Y eso de que se insinúe que Indiana había participado en la (también ficticia en la realidad, claro) autopsia del extraterrestre de Roswell también me hizo mucha gracia. En definitiva, es Indy... todo es posible.
Pero sí hubo un par de detalles que eché de menos. El primero era inevitable, que faltara el doctor Marcus Brody era lógico, ya que su intérprete, el actor Denholm Elliott, falleció en 1992. Me pareció menos lógico que faltara el padre de Indiana, Henry Jones Sr. (Sean Connery), no tanto por no haber llegado a un acuerdo económico con el actor (al que sí se le ofreció participar), sino porque, para evitar tentaciones futuras, se dice que el padre de Indy había muerto. Pero vamos a ver.... ¿No habían bebido él y su hijo del Grial al final de la Última Cruzada? Entonces... ¿no deberían ser inmortales los dos?
Hombre, me hizo gracia que la chica en esta peli vuelva a ser su novia de los tiempos del Arca, Marion Ravenwood (interpretada por Karen Allen), pero ya no me gustó tanto que ésta viniera con regalo incluido. Sí, hablo del hijo de Indiana, Henry Jones III, una especie de rebelde sin causa (y sin cabeza y sin personalidad...) que me cayó como una patada en las muelas desde que lo vi aparecer intentando parecerse a Marlon Brando en Salvaje (de 1954). No sé, no puedo evitar ver esta película como un intento de mostrarnos a este personaje como el sucesor natural de Indiana (me remito a esa escena final en la que el sombrero modelo Fedora cae a sus pies, aunque luego Indy lo reclame como propio). No me extrañaría lo más mínimo que en unos pocos años lo tuviéramos intentando emular a nuestro aventurero favorito. Y eso sí que no.
Total, y resumiendo. La película está bien, es entretenida y muy recomendable para pasar un buen rato. Pero hubiera quedado mejor sin ese intento de ponernos a Shia LeBouf (o como carajo se escriba) como sucesor de Harrison Ford. Que todavía hay clases.
Y antes de que alguien pregunte, ya respondo yo: Sí, sé tocar la música de Indiana Jones con la guitarra, je, je.
Por cierto, ya queda menos para el texto número 100 de este blog... ¿Quién iba a pensar que aguantaría tanto?
Y ahora aprovecho para deciros que no dejéis de visitar mi otro blog, Sombra y Luz. Todavía no colgué el primer capítulo, pero os prometo que, si no pasa nada raro, el domingo ya lo podréis leer.
3 comentarios:
Waw, cien textos, qué grande, enhorabuena. Y ahora pasemos al texto presente.
Como sabes yo también ví la peli, aunque soy mucho menos fan de la saga que tú. Cada uno tiene sus referencias infantiles. La peli está entretenida, lo dicho, para pasar una tarde de domingo; y dentro de unos cuantos años querremos llevar a nuestros hijos a ver películas así, un entretenimiento sano en el que los niños saltan y nosotros nos lo pasaremos bomba.
No entro en los actores porque no me los conozco tan bien, pero tienes razón en lo del cambio de malos: los rusos, a diferencia de los nazis, no montaban expediciones arqueológico-esotéricas; de hecho, una expedición comunista en la América Latina de los 50 se dedicaría a cualquier cosa menos a eso. Y no irían uniformados, ni practicarían esgrima (el duelo entre Cate Blanchet y el quinqui es precioso, pero irreal por ambas partes; pero bueno, el cine de aventuras se rige por sus propios códigos, y un duelo a espada siempre funciona, aunque sea anacrónico).
Volviendo a los rusos, Spielberg dijo en una entrevista que después de hacer la lista de Schindler, y de entrevistarse para ella con decenas de supervivientes del holocausto, nunca más podría usar a los nazis como malos en una película de entretenimiento. Bonito, inteligente y consecuente. Claro, ahora tendrá que entrevistar a supervivientes del gulag stalinista para tomar a los comunistas en serio.
Ahora querría hablar de un tema que apenas tocas, pero que es interesante: el cambio de época. Indy es una criatura de los 30-40, y en esta peli se busca también el contraste con los 50: es preciosa la escena del principio en la que Indy entra en una casa, con el mobiliario típico de los 50, y se produce un contraste precioso, que me impactó. Y en cuanto al chico, es un homenaje a los "greasers" (grasientos, por la gomina y supongo que por su higiene; de ahí viene Grease, pero también se emplea en el original de "Rebeldes", de Coppola). No es sólo Brando, es toda la juventud rebelde de los 50: la época del rockabilly, Elvis, Ricky Nelson y compañía. Gañanes de pueblo que querían hacerse los duros y se engominaban, usaban chupas de cuero y calcetines blancos y se peleaban constantemente. Fue una tendencia juvenil que existió y que está muy estudiada, pues fue la primera generación marcada por los medios audiovisuales masivos y las grandes modas, y con unas tasas de delincuencia juvenil mayores y diferente a épocas anteriores.Supongo que sería una generación con altas tasas de horfandad o de falta del padre debido a la guerra y a la depresión (este mismo chaval se crió sin padre). No debemos olvidar que la película "Rebelde sin causa" está basada, no en una novela, sino en un tratado socio-psicológico sobre la delincuencia juvenil de los 50, y que Coppola (quien hizo con George Lucas "American graffity", a la que se guiña en la nueva entrega de Indiana Jones en la carrera del principio con ese coche antiguo tuneado) reflejó en la muy interesante "Rebeldes" casi con una perspectiva de lucha de clases.
Lo dicho, que es una peli entretenida, y que siempre que Spielberg refleja una época pasada de la historia americana o judía puede decir cosas interesantes. Otra cosa es cuando habla de otros países, ahí ya no digo nada.
Un abrazo.Pedro.
Hola, Pedro, ya echaba de menos tus comentarios. Como sabes, siempre es un placer tenerte por aquí.
Y como, por una vez y sin que sirva de precedente, estamos de acuerdo, no creo que haga falta escribir más.
Un abrazo.
juasjuas, no digas eso. En lo del 2 de mayo también estuvimos de acuerdo. Y en lo de sólido artículo coincidíamos todos, jejeje.
Ahora sin coñas, a mí también me encanta escribir en tu blog, sobre todo cuando escribes algo que mueve a debate no político, en el que los dos podemos exponer lo que sabemos y sentimos.
Un abrazo. Pedro.
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