La verdad es que hoy quería hablar de Heavy Metal. Es una buena época para los que nos gusta esa música: Que si Arturo Pérez-Reverte dice que está descubriendo cosas muy interesantes en sus canciones, que si una gótica ganó el Gran Hermano, que si Saratoga hacen unos conciertos apoteósicos (¡¡el de anoche fue la leche!!)... Pero no puede ser. Resulta que las noticias de hoy me obligan a hablar de otras cosas.
Porque supongo que sabéis que hace un rato se celebró en Madrid un "Acto en favor de la Familia Cristiana". Es decir, un evento en el que la jerarquía eclesiástica critica a todo aquél que no acepte sus ideas y, más particularmente, al Gobierno que lo permite.
A lo largo del acto se cuestionaron ciertas actuaciones del Gobierno, como la Ley de Matrimonios Homosexuales. En este caso considero que es algo particularmente grave: Al criticar esta ley no se reivindica un derecho, sino que se pide que otros ciudadanos no lo tengan (por cierto, sigo esperando que alguien me diga en qué ataca esa ley a las familias "tradicionales").
Sinceramente, todo este embrollo me parece llamativo. No comprendo por qué para reivindicar una manera de pensar es necesario insultar a los que piensan de manera diferente, que es, en definitiva, lo que se hizo esta mañana. El mensaje subyacente era claro: "Si no pensamos y actuamos como dice la Iglesia, estamos equivocados. La verdad sólo la tienen Ella".
¿Realmente la política del Gobierno perjudica a la Iglesia (sobre todo si recordamos que este Gobierno aumentó el porcentaje del IRPF que va a las arcas de la Iglesia de un 0,52 a un 0,7%, además de realizar ciertas concesiones en materia educativa)? ¿Realmente el dar derechos a un grupo de ciudadanos supone que los demás vean los suyos menoscabados? No lo creo.
Teniendo en cuenta que, a nivel europeo, la Iglesia española es la que más ayudas recibe por parte del Gobierno de su país, creo que la jerarquía debería considerar que no está bien este sistemático ataque al que somete al Ejecutivo.
¿Para cuando un Estado verdaderamente laico?
Porque supongo que sabéis que hace un rato se celebró en Madrid un "Acto en favor de la Familia Cristiana". Es decir, un evento en el que la jerarquía eclesiástica critica a todo aquél que no acepte sus ideas y, más particularmente, al Gobierno que lo permite.
A lo largo del acto se cuestionaron ciertas actuaciones del Gobierno, como la Ley de Matrimonios Homosexuales. En este caso considero que es algo particularmente grave: Al criticar esta ley no se reivindica un derecho, sino que se pide que otros ciudadanos no lo tengan (por cierto, sigo esperando que alguien me diga en qué ataca esa ley a las familias "tradicionales").
Sinceramente, todo este embrollo me parece llamativo. No comprendo por qué para reivindicar una manera de pensar es necesario insultar a los que piensan de manera diferente, que es, en definitiva, lo que se hizo esta mañana. El mensaje subyacente era claro: "Si no pensamos y actuamos como dice la Iglesia, estamos equivocados. La verdad sólo la tienen Ella".
¿Realmente la política del Gobierno perjudica a la Iglesia (sobre todo si recordamos que este Gobierno aumentó el porcentaje del IRPF que va a las arcas de la Iglesia de un 0,52 a un 0,7%, además de realizar ciertas concesiones en materia educativa)? ¿Realmente el dar derechos a un grupo de ciudadanos supone que los demás vean los suyos menoscabados? No lo creo.
Teniendo en cuenta que, a nivel europeo, la Iglesia española es la que más ayudas recibe por parte del Gobierno de su país, creo que la jerarquía debería considerar que no está bien este sistemático ataque al que somete al Ejecutivo.
¿Para cuando un Estado verdaderamente laico?
4 comentarios:
Hola, Pablo, perdona el retraso, aunque ya te he ido adelantando en persona una parte de mi argumentación frente a tu artículo que, por otro lado, es realmente sólido. Sobre todo aquello de que se manifestaban no para obtener unos derechos, sino para evitar que otros los tengan. Y es que se han juntado dos debates: por un lado, hay gente trasnochada que cree que la homosexualidad es algo malo, que incluso puede ser curada, o que la exposición abierta de la homosexualidad supone una amenaza para el modo de vida heterosexual. Lamentablemente hay gente así. Y luego hay muchísima más gente que está de acuerdo en que los homosexuales tengan los mismos derechos jurídicos que los demás. Aunque parezca chocante, la doctrina oficial del PP está en esa línea. Aznar ya dio un primer paso con la ley de parejas de hecho, un marco jurídico para parejas que no fueran matrimonios convencionales y a la que se podían acoger las parejas homosexuales. Lo dicho, un primer paso, todo lo tibio que quieras, pero por algo se empieza. Luego llegó Zapatero y siguió avanzando en la misma dirección; el problema es que decidió hacer algo que nadie, en ninguna sociedad occidental actual había hecho(no digamos en otras, donde los homosexuales son ejecutados, o internados en campos de trabajo, como en Cuba): llamar a una pareja homosexual "matrimonio". Y ahí surgió el debate, porque muchísimas instituciones, como el Tribunal Supremo, o la Real Academia de la Lengua, vieron eso como algo, cuanto menos, debatible. Los mismos que dijeron que el concepto "género" no debía aplicarse a una ley, ya que es un anglicismo que, si bien está presente en el plano universitario, aún no le está en el ámbito legislativo, y que sería mejor hablar de violencia doméstica, o familiar, o incluso de sexo. Vemos que esas discusiones eran únicamente semánticas, no se discutía la ley, sino determinados conceptos.
Pues bien, en ambos casos el gobierno de Zapatero (cuyo gabinete no negarás que ha hecho en estos años cierta gala de incultura) se negó, sistemáticamente, a debatir, a discutir abierta y amigablemente dichos conceptos. Y un debate amistoso, en el que se hubiera hecho alguna concesión simbólica (y hablamos únicamente de cuestiones semánticas) a la Iglesia, hubiera paralizado totalmente la oposición cristiana no solo al matrimoino homosexual, sino incluso a todo el gobierno. Qué duda cabe que si Bono fuera presidente, las cosas habrían sido bastante distintas.
En lugar de ello, Zapatero decidió echar más leña al fuego. Crearon el sello "los obispos" (apuesto a que en esas manis hay más sacerdotes que obispos, por simple cuestión numérica), o la "jerarquía eclesial". De esa manera hacen ver que quienes discuten son una panda de ancianos gordos y trasnochados a quienes les encantaría volver a quemar herejes y sodomitas. Y, por supuesto, el PSOE no tiene nada que debatir con obispos, excepto, eso sí, la financiación de la Iglesia, lo cual queda francamente poco elegante: si cada vez que una institución protesta por algo se le amenaza económicamente no se muestra un talante muy dialogante (por no hablar de cuanto de la Vega se iba a Roma a pedirle al Papa que cerrara la Cope; berlanguiano). Y en todo caso, si el Estado paga a la Iglesia es porque millones de españoles, que trabajan y pagan sus impuestos, marcan la casilla de la Iglesia Católica. Sin olvidar que la mayor parte de la caridad que los españoles tienen con sus pobres o con el Tercer Mundo se realiza y gestiona a través de la Iglesia Católica (¿cuántos misioneros tienen los otros países europeos por el mundo y cuánta ayuda humanitaria envían?).
En suma, que dos meses antes de las elecciones el gobierno se encuentra con que la Iglesia ha conseguido reunir a cientos de miles de personas en Madrid para protestar tranquilamente y sin disturbios contra el gobierno. Y, lógicamente, los progres se ponen nerviosos y empiezan a echar bilis. Y es curioso ver cómo la reunión pacífica de miles de ciudadanos expresando sus ideas dialécticamente recibe más condenas por parte del gobierno y sus fieles que los cócteles molotov o los petardos de los abertzales. Por no hablar del obispo de San Sebastián y sus homilías proetarras.
Como conclusión: el gobierno se buscó la enemistad del catolicismo, creyendo que se la veía únicamente con cuatro obispos medievales salidos del Nombre de la Rosa. Pero hete aquí que cientos de miles de ciudadanos adultos les apoyan civilizadamente en pleno Madrid, y con el frío que hace. ¿Es toda esa gente homófoba? Seguro que no, porque entonces el PP recogería esa homofobia (como lo hace la ultraderecha francesa, o como Fraga todavía reivindica el franquismo). ¿Contra qué se manifestaban? Pues contra toda la cultura progre del gobierno que contempla todos los distintos tipos de uniones tan bien como la familia tradicional (cuando la familia tradicional es la más estable, frutífera, y en la que menos crímenes y violencia se producen); contra el hecho de que el gobierno quiere que los alumnos, antes de saber leer, ya quieran discutir como progres; en suma, contra el "talante" del gobierno.
Creo que en una democracia todo el mundo puede manifestarse contra el gobierno (de hecho, ese es un termómetro de la democracia que hay en un país). Pero también creo que, cuando demasiada gente civilizada se manifiesta, el gobierno debe empezar a plantearse no si tendrán o no razón, sino si deberían sentarse a debatir civilizadamente con ellos para llegar a una solución. Y Carlinhos Brown no pinta nada en todo esto.
Un abrazo y perdón por el plomazo.
Pedro
Con lo bonito y sólido (como tú dices) que me había quedado el texto, vas tú y escribes ese testamento (empiezo a sospechar que en este blog escribes tú más que yo). A ver cómo lo rebato (y a ver si este fin de semana no hay ninguna catástrofe más y puedo escribir la crónica del concierto de Saratoga del sábado, que es lo que quiero).
En primer lugar, la manifestación no tenía una verdadera razón de ser, porque en este momento el Gobierno no ha promovido ninguna medida que pueda hacer que la Iglesia se sienta amenazada ni ha comentado la posibilidad de hacerla en la próxima legislatura. De hecho, meterse con la ley del aborto, que fue promulgada en 1985, me parece que es algo que llega con cierto retraso. Por eso opino que fue más bien un acto político, un mitin orientado a beneficiar a un partido político concreto.
En esa manifestación no se recogía, evidentemente, la opinión de toda la jerarquía eclesiástica, sino sólo la de aquéllos cuya postura tiene más "tirón mediático" y que resultan más cercanos a cierta opción política. Sobre lo de la postura de la Conferencia Episcopal, es sintomático que, pese a todo el ruido que se está haciendo, en ciertas cosas, como la Educación para la Ciudadanía, no está en contra del Gobierno (ni tiene por qué estarlo, en tal asignatura no se cuestiona la existencia de la religión, además de que el Gobierno realizó concesiones a los colegios religiosos relativos a la asignatura de marras). Con esto vemos que no necesariamente dos cardenales van a representar la postura de la Iglesia.
Sin embargo, me sigue pareciendo grave que se convoquen manifestaciones que, en última instancia, lo que buscan es desestabilizar al Gobierno y criticar la posibilidad de que haya más opciones que las que ellos plantean. Frente a la familia tradicional hay muchas otros modelos, todos son respetables y ninguno supone una amenaza para los demás ni para la sociedad en sí misma. Negar eso supone negar que nuestra sociedad es plural y diversa, y que en ella caben todas las opciones. En una democracia, ninguna organización debería imponer su postura al resto de la sociedad.
En lo que respecta a lo que dices de que la familia tradicional es la más estable y en la que menos crímenes se producen, no voy a entrar y me gustaría que aportaras datos y cifras al respecto.
Sobre las discusiones de carácter semántico, ahí tienes razón, pero creo que no es necesario intentar echar abajo una ley por una puñetera palabra.
Dices, con bastante mala fe (como cuando hablas de que el Presidente habló del atentado de la T4 como "accidente"), que se critica más a los obispos que a los proetarras. Eso es más que discutible. En primer lugar, porque es mentira: Siempre que los violentos hacen algo, su acción es seguida de una enérgica condena por parte del Gobierno. En segundo lugar, si se critica el acto del domingo no es por su evidente signo de ataque al Gobierno y a todos los que no pensamos de la manera que marca la Iglesia, sino por el hecho de que en ella se cuestionaron una serie de derechos (no sólo el de los homosexuales a casarse, sino el derecho al divorcio, al aborto...). En este caso, a mí me parece especialmente grave porque esos derechos no los cuestiona alguien que está fuera del marco legal del Estado (como fuera de ese marco legal están los etarras), sino que lo hace una organización que está inserta en la sociedad, que debería acatar ese marco legal y que se beneficia de los impuestos que pagamos todos.
Estimado Pablo:
sólida respuesta, en serio, cada vez me es más difícil defender la manifestación de la Iglesia; entre otras cosas porque no se manifestaban contra algo concreto sino contra algo como puede ser el "talante" de un gobierno. De hecho, este gobierno apenas ha hecho nada objetivamente (podríamos dejar ahí la frase, pero quedaría demasiado panfletario) que realmente amenace los cimientos de la familia cristiana. Pero sí hubo una serie de gestos a lo largo de la legislatura por parte del gobierno y sus medios para desprestigiar tanto a la Iglesia como a la familia tradicional. Una cosa es reconocer el derecho de los homosexuales a unirse legalmente y otra es decir que cualquier cosa es una familia con la misma legitimidad y funcionalidad para educar niños.
España, tras 20 años de divorcio y aborto, con el problema añadido de la inmigración (y espera a que vengan las familias poligámicas africanas, como en Francia) se está incorporando a un debate que ya existe en el mundo occidental, y que tiene una gran importancia en las elecciones americanas, por ejemplo (de hecho, en USA se señala la descomposición de la familia negra como una de las causas más importantes de su pobreza; del orden del 70% de los niños negros americanos son ilegítimos, o viven sin padre). El debate entre la familia tradicional y todo lo demás. Obviamente, la realidad ya existía, pero el gobierno, al meter ese debate en los libros de texto, de alguna manera lo llevó a la calle. Lo dicho, es un debate más grande que esta legislatura, pero no es gratuito.
¿Tenía la mani connotaciones electorales? Por supuesto, lo cual no es malo.
Ahora pregúntate por qué ningún progre ha reflexionado sobre la asistencia masiva, en lugar de centrar el debate sobre el motivo de la convocatoria. Porque también hay manis racistas, pero como van 4 nazis nadie habla de ellas.
En esta legislatura ha habido grandes manifestaciones multitudinarias de derechas, algo a lo que no estábamos acostumbrados (excepto las que organizaba Aznar tras los atentados, de hecho, vienen de allí). Y el gobierno sistemáticamente ha centrado el debate tras ellas en la guerra de cifras, si había o no un águila en una esquina, si alguien había dicho algo de Pepiño, si había sonado o no el himno de España... todo eso para evitar plantearse el hecho de que cientos de miles de personas se manifestaban pacíficamente contra el gobierno. Y cuando un gobierno se niega sistemáticamente a pensar en lo que ocurre en la calle, suele ser el paso previo a la derrota.
Sobre el eco mediático de la IGlesia, plantéate lo siguiente: de las 6 cadenas generales, sólo una es de derechas, antena3. Tve, 4 y 6 son socialistas de carnet, y la 5 es sensacionalista. Cuando hablas de eco mediático piensa en quiénes reproducen ese eco y por qué. A lo mejor a los socialistas les interesa únicamente resaltar (a veces descontextualizando) aquello que sitúe al PP o a la Iglesia como extrema derecha. Si el PP fuera de extrema derecha no estaría entre los partidos europeos de democracia cristiana, ni Sarko lo vería como un referente de la derecha europea. Si la Iglesia española fuera impresentable en el contexto de la Iglesia no se celebrarían en Roma las grandes beatificaciones de sus mártires o de Escrivá (dos de los actos más multitudinarios de los últimos tiempos; por cierto, la mayoría de los mártires que tuvo el catolicismo en el s. XX sucedieron en la Guerra Civil española, y probablemented de los últimos 1500 años). Volviendo a nuestros chicos, creo que he demostrado que la derecha española no es extrema derecha a grandes rasgos. Pero ese es el discurso de la izquierda, ya desde el doberman. De esa manera, el PSOE quiere decir que es el único partido de centro (por no hablar de lo que están haciendo con IU, que es vergonzoso) e infundir el miedo en los votantes indecisos (que hacen más daño al psoe que al pp; piensa en los 8 millones de votos del 2000; los socalistas no se los quitan de la cabeza).
En cuanto a las cifras de violencia doméstica, a mí también me gustaría que ofrecieran estadísticas de muertes, edades, relaciones con drogas, alcohol, depresión económica, inmigración, estado civil, nivel económico y cultural... A lo mejor es el gobierno el que no las quiere publicar porque a lo mejor saldría que no es un problema que afecta a toda la sociedad sino a determinadas capas de la misma. De la misma manera, si bien nos restriegan por la cara las terribles cifras de muertes por accidente de tráfico, apenas tocan las de acciddentes laborales, y mucho menos las de abortos.
Bueno, mon cher, ya termino. Habrás reconocido que te he dado un poco (un poquito) la razón en cuanto al tema de la mani, pero que lo he sabido disimular muy bien hablando de mil cosas más.
En cuanto a quién escribe más, pude que yo, ya que a mí me toca trabajo doble: rebatir tus argumentos y luego exponer los míos (que, por supuesto, no son los que criticas).
Recibe un fuerte abrazo, y gracias por mantener vivo un foro de discusión que nos mantiene alerta y en contacto.
Pedro
Puff... Ya empiezo a aburrirme de esta entrada, por todo lo que estoy teniendo que escribir para defenderla, je, je.
Vamos a ver: ¿Es malo que se traslade a la calle un debate que está en la realidad de la sociedad? Por supuesto que no, porque si hay un debate entonces se pueden intentar acercar posturas. Pero cuando uno de los interlocutores del debate es una organización que se considera depositaria de la verdad absoluta y que desprecia todas las demás alternativas, el diálogo es complicado.
Sobre todo esto me asalta una duda: ¿que es peor para la educación de un niño, el criarse en un hogar formado por una pareja homosexual o criarse en un hogar "tradicional", pero en el que uno de los cónyuges (o los dos)tienen problemas con drogas, alcohol, violencia y demás? La respuesta a esa pregunta nos podría ayudar a clarificar un poco el debate.
Volviendo al tema de la manifestación, me alegra ver que, después de tanto marear la perdiz, acabamos llegando al mismo punto de partida de mi texto original: que la manifestación en sí misma no tenía un motivo real para celebrarse y que, en algunos momentos, rozó el despropósito.
Pues eso, un abrazo.
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