martes, abril 03, 2007

Más cine, por favor

La verdad es que en los últimos meses he tenido la oportunidad de ver unas cuantas buenas y relativamente recientes películas (La Isla, Alatriste, Master & Commander, El laberinto del fauno...), pero la semana pasada vi tres que me resultaron especialmente interesantes:

En primer lugar, Hotel Rwanda, de Terrry George. Excelente película protagonizada por Don Cheadle. La película muestra el genocidio llevado a cabo en Ruanda en 1994 y los intentos desesperados de un hombre por salvar a cuantas personas estuvieran en su mano. Es un claro ejemplo de cómo incluso en el momento más dramático, hay personas dispuestas a arriesgar su vida por los demás. Además, en esta película participan Joaquin Phoenix y Nick Nolte, éste en uno de los mejores papeles que le he visto.




En segundo lugar, Amén, de Costa Gavras, dura película sobre el Holocausto en la Alemania nazi y una acerada crítica a la Iglesia Católica por mirar hacia otro lado. Una vez más, su director es el responsable de una película comprometida y polémica, pero también genial y totalmente recomendable. En este caso, valió la pena acostarme tarde para verla terminar.






Y por último, la película que más me gustó, la excelente Salvador, de Manuel Huerga. Dura, emocionante, estremecedora, desgarradora. Cuando me decidí a verla sólo sabía que la protagonizaba Daniel Brühl (al que muchos conocimos gracias a la genial Good Bye, Lenin), aparte, claro, de que conocía la historia. Cuando me puse a verla, me encontré con un magnífico elenco de actores: Tristán Ulloa, Leonor Watling, Ingrid Rubio, Joel Joan, un Leonardo Sbaraglia que está inmenso en el papel de funcionario de prisiones, y, por supuesto, el protagonista, que lo borda. Además, unos cuantos actores menos conocidos redondean el largometraje y nos brindan escenas inolvidables (como una, al final, justo antes de que suceda ese desenlace que no queremos que llegue, en la que una de las hermanas de Salvador se encara con un policía con una enorme dignidad frente a la arrogancia despreciativa del representante de la autoridad).
Cuando terminó la película, tenía el corazón encogido y los dientes apretados, y un profundo sentimiento de rabia recorría mis venas. No por la película, por supuesto, sino por la historia. La de un chaval que cree en algo y lucha por ello. Porque entonces todavía quedaban cosas en las que creer y cosas por las que luchar... y ¿por qué no? cosas por las que morir. Y me pregunté si no se les caería la cara de vergüenza a todos los que se llaman historiadores y nos quieren hacer creer que el franquismo no fue tan malo y que incluso se permiten el lujo de insinuar que tal vez hubiera sido peor que Franco perdiera la guerra (pienso en esos panfletarios llamados Pío Moa, César Vidal, Ricardo de la Cierva...). Aunque ésta claro, ya no es la opinión del cinéfilo, sino la del historiador.

Tres películas. Tres momentos históricos. Tres historias que nos pueden servir de hilo conductor para conocer la Historia con mayúsculas. O simplemente hacernos pasar un buen rato a la vez que nos hacen pensar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buena eleccion en las peliculas

Anónimo dijo...

Hola Pablo:
Ciertamente tres películas interesantes. "Hotel Ruanda" no la ví entera, pero la mitad que ví me gustó; sólo hecho en falta que se apuntara el nombre del dirigente concreto de la ONU que dio la orden directa de no intervención a los cascos azules. Ese nombre era Koffi Annan, el nuevo adalid de la Alianza de Civilizaciones, y que sólo interviene para detener un conflicto siempre que haya diferencias de color entre los combatientes, y sean los más claritos los que vayan ganando (dando igual quién hubiera empezado).
"Amen" es una peli extraordinaria, ya la había visto hace tiempo, la alquilé en vhs en el blockbuster, cuando ambas cosas existían. Creo recordar que no se veía apenas un solo muerto, pero se percibía el genocidio en todo su frío horror. Y el final es desolador. Ni Spielberg ni Polanski, como judíos, podían permitirse un final así, tenían que contar una historia de supervivencia y esperanza. Costa Gavras sí puede hacerlo. Pero creo que aún hay una peli más dura sobre el holocausto, "La decisión de Sophie", con Meryl Streep, de los 80. Hasta esa época los judíos ni siquiera podían contar una visión realista del holocausto, por los traumas psicológicos que conservaban.
En cuanto a "Salvador", no la ví, pero voy a hablar un poco de ella, sobre todo partiendo de tus comentarios. Y es que lo siento mucho, pero no me trago las historias de buenos terroristas. Para empezar la gente que luchó por la democracia en este país merece todo mi respeto; el problema es que la mayoría de losq ue emprendieron la lucha armada contra Franco continuaron l alucha armada contra la frágil democracia española recién nacida. No sólo eso, sino que en la Transición surgieron muchos más grupos terroristas que los que había antes, y sus atentados fueron más frecuentes y mortíferos, hasta rozar el centenar de muertos anuales. Poquísimos terroristas abandonaron voluntariamente la lucha armada con la llegada de la democracia (exceptuando alguna de las muchas escisiones de ETA, una de las cuales ha desembocado en el PSE recientemente, Euskadico Esquerra).
En cuanto al pobre terrorista, ejecutado por asesinar a un policía, pues chico, durante la Guerra Fría hubo lucha armada en casi todo el mundo, contra democracias y contra dictaduras, apoyada por países del bando contrario, y en todos los países se usó toda la fuerza disponible para acabar con ellos. En los 70 ninguna democracia consideraría desproporcionado ejecutar a un terrorista que había asesinado a un policía, eso sin contar el terrorismo de estado y los suicidios de terroristas (algunos de ellos suicidados de un tiro en la frente en su celda; como en el caso alemán). Eso pasaba en el bloque occidental. En el bloque comunista, el que respaldaba a esos terroristas (al tiempo que combatía a los que les infiltraba la CIA), la gente era encarcelada, torturada y ejecutada por delitos como leer un libro extranjero (véase "Balzac y la joven costurera china"), llevar gafas (véase Camboya) o tener en casa un ejemplar de la Declaración de los Derechos Humanos (eso no pasó en la Guerra Fría en ningún genocidio asiático, sino hace un par de años, en Cuba).
Lo dicho, que soy escéptico ante las tiernas y heroicas historias de terroristas; sólo el sufrimiento de los inocentes y desarmados me conmueve.
Un abrazo. Pedro.