lunes, agosto 31, 2020

El amor (a la música) en los tiempos del virus

 Vivimos tiempos extraños. El coronavirus nos ha hecho cambiar buena parte de nuestras costumbres, y eso se nota, entre otras muchas cosas, en el acceso a la cultura y el arte, especialmente a la música. Así, ahora tenemos que conformarnos con conciertos con aforo limitado, con mascarilla y con cordones policiales que nos alejan del público y asientos que nos separan de nuestros amigos o de nuestras parejas. Pero, como dicen compañeros que saben más que yo, es lo que nos toca y mejor es esto que nada.

Por eso, siempre es de agradecer que, pese a todo, se organicen conciertos, como los que está organizando la Asociación de Músicos Al Traste junto con el Ayuntamiento de Langreo para dar oportunidad a grupos que empiezan en ese municipio. Y de uno de esos conciertos voy a escribir hoy, del que dieron Supermirafiori el pasado viernes día 28 en el parque Dolores F. Duro de La Felguera.

Supermirafiori es un grupo de rollo indie, muy influenciado por bandas como Vetusta Morla y similares. Muy alejado de lo que suelo escuchar, sí, pero con calidad igualmente. Además, el que su vocalista, Berto, sea colega nos dio la excusa para que un buen puñado de amigos nos juntáramos para ver a la banda. Porque los primeros fans de un grupo que empieza tienen que ser sus amigos, los que le van a hacer las críticas constructivas más sinceras y los que van a promocionar su música con más entusiasmo.

La actuación se llevó a cabo en un escenario pequeño y muy sencillo, en el que estaba la pequeña mesa de mezclas desde la que su guitarrista se encargaba de que todo sonara bien. Con una puntualidad extrema, los músicos se subieron a las tablas siendo Berto el último.

Empezaron con “Giro argumental”, un tema de estribillo pegadizo, pero durante el cual la voz todavía no se escuchaba todo lo que nos gustaría. Siguieron con “Soviet” y con la primera versión de la tarde, la de “Empezar de cero” de los Niños Mutantes.

Después de interpretar “La ira de los Manson(s)” y de empezar con “Redención”, la lluvia que llevaba amenazando todo el día descargó brevemente sobre el parque, lo justo para que el grupo tuviera que parar de tocar y se viera obligado a cubrir todo el equipo para evitar males mayores. Este inesperado chaparrón echó a las pocas personas que se habían sentado en las sillas.

Sin embargo, muy pronto la lluvia paró y se pudo volver a la carga, con esa “Redención” que se había visto interrumpida y con temas como “Mitad soldado” o “La pena capital”. También hacen una nueva versión de los Niños Mutantes, concretamente la de “Las noches de insomnio”.

Berto se muestra comunicativo, aunque, como él mismo reconocía, estaba nervioso. Y eso es bueno, creo yo, porque asegura que se mantenga la atención y la concentración durante el concierto. Así, nos recuerda que estamos en una situación casi distópica y, por supuesto, no deja de agradecernos que estemos allí.

Poco a poco se va acercando el final de la actuación, y así tocan “Renglones torcidos”, “Vuela alto” y la última versión de la tarde, la de “Ceremony”, de New Order. El final, como no podía ser de otra manera, fue con “El final perfecto”, tema durante el cual Berto presentó a sus compañeros y agradeció a la organización la oportunidad de estar allí.

Pero antes de irse, nos regalaron un último momento de diversión cuando volvieron a tocar “Giro argumental”, y esta vez sí que pudimos disfrutarla como corresponde y cantar su estribillo.

No fue un concierto al uso. O al menos, no es el tipo de concierto al que podemos estar acostumbrados. Sin embargo, es el tipo de concierto al que nos tenemos que acostumbrar, por lo menos de momento. Si la situación exige que estemos sentados y separados del grupo y de nuestros amigos, no nos quedará otra si queremos disfrutar de la música.

Afortunadamente, siempre quedará gente con ganas de crear esa música que nos hace disfrutar, y por eso, tenemos que premiar su amor a la música asistiendo a sus conciertos y apoyando su arte.

Que la música siga sonando.

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