El otro día, como
ya habéis podido leer en MetalCry, estuve en un concierto de Los
Suaves, un grupo que ha sido parte de mi vida desde que era adolescente. Era la décima vez que los veía, y seguramente será la
última, porque esta es su gira de despedida. Y, ahora que sé que
nos los voy a poder ver más, sé que me va a faltar algo.

Luego vinieron
conciertos buenos y malos, largos y cortos, desde un mini-concierto
de cinco canciones en la FNAC cuando sacaron el recopilatorio Un paso
atrás en el tiempo, a uno magnífico, creo que en 2003, en la playa
de Poniente de Gijón, en plena Semana Grande de la ciudad.
También llegaron
muchos cd’s a mi casa. Algunos antiguos, como el Malas Noticias, o
todos aquellos que ya tenía en cinta, y otros que llegaron a mis
manos a medida que el grupo los iba editando, como el Víspera de
Todos los Santos, el propio Un paso atrás en el tiempo, o el Si yo fuera Dios.
Y más conciertos.
En la discoteca El Jardín en Gijón. En la sala Quattro de Avilés.
En la sala Espacio Estilo de Oviedo. Otra vez más en San Mateo en Oviedo. Otra vez en una carpa montada junto a la estación de autobuses de Langreo.

Luego vino su
actuación, con un repertorio impecable y una interpretación como yo
había años que no veía en un concierto suyo. Y con invitados.
Muchos invitados que hicieron de esa noche algo que todos los que
estábamos allí recordaremos mucho tiempo.
¿Era una lágrima
lo que me bajaba por la mejilla el viernes cuando sonó el último
acorde de “La noche se muere”? Tal vez, la verdad es que no lo
recuerdo bien. Pero si lo era, era lo menos que podía pasar al haber
sido testigo de un concierto único.
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