sábado, abril 18, 2009

Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa

A pesar de que últimamente me tenéis muy abandonado y no me dejáis comentarios, hoy vuelvo a escribir. Y me gustaría hacerlo sobre un tema algo polémico: el canon digital y las descargas de música, cine y demás.
Vamos a ver. A estas alturas, evidentemente no voy a defender el canon digital, porque es injusto y nos penaliza por un delito que (todavía) no cometimos. Pero es injusto igual que lo son todos los impuestos indirectos, y sobre todo porque dicho canon va a una entidad privada, la SGAE. Ahora bien, si ese canon fuera al Ministerio de Cultura o a cualquier otra entidad del Estado, ¿sería igual de injusto y de criticable? Yo creo que no, porque al final revertiría en toda la sociedad.
Dicho en otras palabras, que considero lógica la oposición al canon tal como está ahora, aunque habría que reconocer que en otras circunstancias sería una medida no del todo criticable. Lo que ya no me parece tan lógico es que la oposición se haga con algunos de los argumentos que se han usado. Porque cuando esta cuestión se reduce a la oposición entre unos internautas muy buenos que quieren el interés general y unos malvados titiriteros que, apoyados por un Gobierno igual de malvado, quieren enriquecerse a costa de los ciudadanos, la cosa me suena, como poco a demagógica. Y cuando se dice que con las descargas desde internet lo que se hace es fomentar un acceso libre y gratuito a la cultura ya me entra la risa.
Y es que el acceso libre y gratuito a la cultura ya existe. Sí, en las bibliotecas, en las que, además de libros, también nos prestan música, películas, nos permiten acceder a internet y demás. Pero claro. Las bibliotecas no son "modernas" y para ir a ellas hay que salir de casa. Y eso cuesta ¿verdad?
Y hablar de un acceso libre y gratuito a la cultura es un poco peligroso. Porque por lo mismo, podríamos decir que que habría que tener acceso libre y gratuito a la comida, la vivienda y a todas las cosas de primera necesidad, de manera que podríamos sentirnos legitimados para entrar en el supermercado y llevarnos lo que nos diera la gana o para okupar cualquier sitio que nos apeteciera así porque sí.
Claro que hay cantantes que ponen sus discos a disposición de sus fans de manera gratuita a través de sus páginas web y luego viven sólo de los conciertos. Pero igual que respetamos esto, tenemos que respetar que otros quieran vender sus discos o que los actores quieran que vayamos a ver sus películas. Porque es su trabajo y, como en todo, habrá quien quiera ganar más y quien se conforme con ganar algo menos. Porque, ¿a que todos queremos cobrar por nuestro trabajo?
También me molesta el hecho de muchas veces, los internautas digan que es una tontería comprar discos o ir al cine si todo se puede descargar de internet. Una opción respetable, pero a mí, que también me bajo cine y música cuando no puedo gastarme la pasta en discos o películas, me gusta la sensación de ver una peli en el cine, o tener el dvd para tener la posibilidad de verla en versión original si quiero, o tener el disco para leer las letras, saber quién compuso cada canción o qué otros músicos colaboraron. Y no me siento un idiota, ni un esquirol ni nada de eso por gastarme el dinero así.
Que sí, que todos somos muy grandes, muy creativos y tenemos ingentes cantidades de cds y dvds con esas fotos tan artísticas que hicimos en nuestro último viaje al pueblo, con canciones bajadas legalmente de ITunes, con esas historias que nos harán ricos o con esas investigaciones que hicimos y que van a cambiar la Historia de la Humanidad. Pero me apuesto algo a que la mayoría de lo que tenemos en esos discos, dvds, reproductores de mp3, ordenadores y demás soportes de última tecnología es material bajado de internet sin pagar. A ver, que levante la mano aquél que no haya descargado nada de la red y sólo compre cds y dvds para meter sus grandes creaciones. Si alguno levantó la mano, que sepa que a mí no me engaña.
Además, tenemos que recordar que, en nuestro país, todavía no se cortó a nadie la conexión a internet por bajarse cosas (como sí se hace en otros países de nuestro entorno), y que la persona que fue condenada por tener una página de intercambio de archivos no lo fue por el intercambio en sí, sino por el hecho de que en su página tenía publicidad mediante la cual sacaba dinero.
Y es que las cosas no son tan simples como nos quieren hacer creer.
Nos vemos.

5 comentarios:

Alvaro dijo...

Pablo te recomiendo esta lectura.
http://www.enriquedans.com/2009/04/mentiras-y-gordas.html

Pablo Folgueira Lombardero dijo...

Hola, Álvaro.
Ese artículo es interesante, pero volvemos a lo mismo. ¿Que las descargas no se van a acabar? Eso está claro. ¿Que lo lógico sería intentar que la industria de la música se adaptara a la red en lugar de luchar contra ella? Evidente. ¿Que las descargas no son las únicas ni las más importantes responsables de la bajada de ventas? Eso es algo que de tan evidente que es, no vale la pena ni darle más vueltas.
Pero una cosa es eso, en lo que todos estamos de acuerdo, y otra justificar las descargas desde ese punto de vista tan bucólico.
¿Es una guerra económica? Pues claro que lo es, pero no sólo de los internautas contra las grandes corporaciones. Con las descargas se perjudica a mucha más gente, no sólo a los artistas o a los empresarios. Hay muchísima más gente que vive de esa industria.
Lo que hablábamos anoche de ese grupo, Dunedain, que puso su disco en descarga directa en su web y sacan el dinero de los conciertos es un ejemplo de una manera de funcionar en el negocio. Pero hemos de recordar que ellos grabaron el disco también (lo regalan con la entrada del concierto), y en la grabación de ese disco hay mucha más gente involucrada: el técnico de sonido, el que diseñó la portada, el que hizo las mezclas... Y a ellos el dinero que se saque de los conciertos les servirá de poco, suponiendo que les sirva de algo.
En última instancia, las descargas pueden perjudicar a mucha gente.
Yo con mi texto no intentaba justificar el canon digital ni ponerme del lado de los artistas. Simplemente intentaba hacer ver que no es todo tan simple, que no podemos reducir una cuestión tan compleja (en la que se mezclan en derecho a la propiedad intelectual con el derecho al acceso a la cultura y con mil ramificaciones más) a una mera cuestión semántica de "estoy a favor" o "estoy en contra". En esto, como en todo, al final cada uno debe decidir qué postura tomar y ser coherente con ella.
Un abrazo.

Irène dijo...

Muy buenas Pablo. Es verdad, cuánto tiempo! Pienso como tú en cuanto al placer particular de disponer de cds y películas originales. No se puede tener todo pero sí seleccionar y también aprovechar el bajo coste cuando ha pasado el tiempo. Así compro yo casi siempre.
Por otro lado, en mi caso puede decir que gracias a internet he conocido música que hubiera sido imposible fuera de la red.
Es más, una vez compré un cd a una persona que iba con cds pirateados y me gustó tanto que fui a por el original. Pues bien, no lo tenían. Eso también es lo que tiene el mercado. Al tipo de la tienda no le interesa tener ese disco, soportar un coste para que esté en mi mano, qué te parece? Encima me ofendió porque casi me insinuó que yo era la rara por no pedirle el de yo no se quién del momento. Tenía lo que se vende.
El mundo al revés de Galeano. Porque insisto, el del pirateo sí que lo tenía. Esta fórmula la utilizo para música que no conozco, si me enamora lo compro original. Más que nada porque considero una joya tener "ese" cd, película o libro, son mis tesoros.
En cuanto a la gratuidad me gustó un artículo reciente de Elvira Lindo. Dice que en mitad de una discusión sin fin con alguien que criticaba el que se tuviera que pagar para ir al Prado, le espetó: oye, pero cuantas veces vas tú al Museo del Prado si lo único que visitas es el museo del jamón???

Un abrazo y no te preocupes que más temprano que tarde por aquí nos dejamos caer.

Pablo Folgueira Lombardero dijo...

Hola, Irène.
Este tema es muy complicado, y, como decía en mi respuesta a Álvaro, cada uno de nosotros tiene que decidir su postura.
Yo también me compré discos que antes había descargado de internet, porque me gustaron mucho, porque consideraba que el grupo que había compuesto algo tan bueno merecía ganar algo de pasta por la venta del disco, o porque me apetecía tener el disco original. No voy a mentiros, los discos de Mägo de Oz son verderas joyas en cuanto a presentación y por eso me gusta tenerlos originales, o me apetecía tener el último de Avalanch original porque se grabó en un concierto en el que yo estuve (y yo salgo en el libreto y mis colegas en la contraportada...), o hay veces que los compro porque quiero tener justo la edición limitada.
Y con las películas es igual, la posibilidad de tener el dvd para verla en versión original, o para ver los extras siempre es un aliciente.
Pero hay otra cosa en todo este debate que creo que no podemos olvidar. ¿Cuántos músicos españoles viven realmente de la música que crean y sólo de ella? Muchos menos de los que imaginamos. Podemos decir que son, entre comillas, "privilegiados" los músicos de Saratoga, Mägo de Oz o el guitarrista de Avalanch porque de lunes a viernes trabajan enseñando a tocar los instrumentos que en los fines de semana tocan ellos en sus grupos. Pero muchos otros tienen trabajos que no se relacionan en nada con la música. Carlos Lage, cantante de Avalanch, es carpintero. Y Óscar Sancho, el de Lujuria, es maestro de escuela (que me lo imagino dando clase a los críos con su tatuajes, sus piercings y demás, tiene que ser la leche).
Pues eso, que se dedican a la música porque les gusta, pero no viven de ella. Y si encima sólo sacaran pasta de los conciertos, pues menos aún.
Un saludo.

Diancecht dijo...

Lo que siempre echaré de menos es un estudio que cuantifique el dinero que les dan las descargas a los grupos en concepto de publicidad.

Y seguro que no es tan difícil de medir ...