Otra vez. Ya van dos años seguidos que, por estas mismas fechas, tengo que cambiar mis planes de redacción para adaptarme a las noticias. O mejor dicho, a la noticia, que los dos años fue la misma. Parece mentira que alguien como yo, que en los últimos años no he pisado una iglesia si no era por un interés histórico, arqueológico o artístico, tenga que dejar de escribir sobre un disco de Heavy Metal (que es lo que quería hacer hoy), por una noticia que tiene que ver con la Iglesia. Pero lo hice hace un año, y vuelvo a hacerlo hoy.
Porque, como ya sabréis, ayer hubo en la plaza de Colón de Madrid una misa por la familia cristiana. Y no me parece mal ni me opongo a ello, quede claro, cada uno es libre de defender aquéllo en lo que cree. Lo que sí me parece mal es que la defensa de un modelo de familia suponga el insulto a todos los demás.
Porque las familias en las que yo creo son ésas en las que los progenitores salen a las seis de la mañana de casa para sacar adelante a sus críos. Ésas que, como no pueden mantener más que a un hijo o a ninguno, usan métodos anticonceptivos para evitar los embarazos. Ésas en las que el amor y el respeto son los pilares de la convivencia. Y me da igual que en esas familias haya un padre y una madre, o dos padres, o dos madres, o una madre soltera, o un padre sólo con sus hijos, me da igual que los hijos sean naturales o adoptados, y me da lo mismo cómo sea esa familia en fin, siempre que en ella haya ese amor y ese respeto al que me refería hace un momento.
Se dicen tantas cosas en actos como el de ayer... El aborto es un asesinato, dijo Rouco Varela. No sé. No sé cómo lo vería si la mujer que va a abortar fuera alguien cercano a mí, o mi propia pareja. Lo que sí sé es que yo no tengo la verdad absoluta. Por eso, no censuraría a esos jóvenes que deciden libremente abortar porque fallaron los métodos anticonceptivos que usaban porque no querían tener hijos, tal vez porque no podían mantenerlos. Ni llamaría asesina a esa mujer que aborta porque el hijo que espera es fruto de una violación. Ni criticaría a esa mujer que, entre lágrimas, decide abortar porque su médico le dijo que el feto tenía una malformación y que había muchas posibilidades de que el embarazo no se pudiera llevar a término de manera feliz. En esos casos, supongo que la decisión no se tomará a la ligera, ni mucho menos con gusto, sino después de una reflexión profunda y dolorosa. Por eso creo que esas personas, lejos de merecer insultos, merecen apoyo. Que algún católico practicante que lea este blog me corrija si me equivoco, pero, ¿no decía la Biblia que quien esté libre de pecado tire la primera piedra?
Se dijo también que los divorciados están fuera de la Iglesia. Pero, ¿se puede decir a una mujer, católica practicante de toda la vida, casada por la Iglesia y cuyos hijos están bautizados, han hecho la Primera Comunión e incluso la Confirmación, que está fuera de la Iglesia por divorciarse de un energúmenos que la maltrataba a ella y sus hijos?
Y se dice que los matrimonios homosexuales son una amenaza para los matrimonios heterosexuales... Sobre una afirmación tan demencial, creo que no es necesario que escriba nada. La propia frase ya se descalifica sola.
Fuera de las grandes catedrales, lejos de los oropeles y el lujo hay un mundo muy grande. Un mundo en el que hay tantas maneras de vivir como personas, y tantos tipos de familias como familias. Lo que no hay es una moral única y excluyente. Ni existen sólo el blanco y el negro, hay muchos (demasiados) tonos de gris.
No critico a la Iglesia en sí misma, porque si bien hizo cosas malas a lo largo de la Historia, también las hizo buenas, tanto en lugares como Ruanda o el Congo, como aquí, al lado de nuestras casas, en parroquias como la de San Carlos Borromeo, en Madrid, o las de Fátima y San Melchor en los barrios antiguamente obreros de La Calzada y El Cerillero, aquí en Gijón. Porque pese a todo, a pesar de las incendiarias declaraciones de las altas jerarquías, aún quedan religiosos que transmiten un mensaje de paz y de solidaridad.
Y, si realmente me planteara creer en algún Dios, sería el que se reconoce en sus predicaciones.
Porque, como ya sabréis, ayer hubo en la plaza de Colón de Madrid una misa por la familia cristiana. Y no me parece mal ni me opongo a ello, quede claro, cada uno es libre de defender aquéllo en lo que cree. Lo que sí me parece mal es que la defensa de un modelo de familia suponga el insulto a todos los demás.
Porque las familias en las que yo creo son ésas en las que los progenitores salen a las seis de la mañana de casa para sacar adelante a sus críos. Ésas que, como no pueden mantener más que a un hijo o a ninguno, usan métodos anticonceptivos para evitar los embarazos. Ésas en las que el amor y el respeto son los pilares de la convivencia. Y me da igual que en esas familias haya un padre y una madre, o dos padres, o dos madres, o una madre soltera, o un padre sólo con sus hijos, me da igual que los hijos sean naturales o adoptados, y me da lo mismo cómo sea esa familia en fin, siempre que en ella haya ese amor y ese respeto al que me refería hace un momento.
Se dicen tantas cosas en actos como el de ayer... El aborto es un asesinato, dijo Rouco Varela. No sé. No sé cómo lo vería si la mujer que va a abortar fuera alguien cercano a mí, o mi propia pareja. Lo que sí sé es que yo no tengo la verdad absoluta. Por eso, no censuraría a esos jóvenes que deciden libremente abortar porque fallaron los métodos anticonceptivos que usaban porque no querían tener hijos, tal vez porque no podían mantenerlos. Ni llamaría asesina a esa mujer que aborta porque el hijo que espera es fruto de una violación. Ni criticaría a esa mujer que, entre lágrimas, decide abortar porque su médico le dijo que el feto tenía una malformación y que había muchas posibilidades de que el embarazo no se pudiera llevar a término de manera feliz. En esos casos, supongo que la decisión no se tomará a la ligera, ni mucho menos con gusto, sino después de una reflexión profunda y dolorosa. Por eso creo que esas personas, lejos de merecer insultos, merecen apoyo. Que algún católico practicante que lea este blog me corrija si me equivoco, pero, ¿no decía la Biblia que quien esté libre de pecado tire la primera piedra?
Se dijo también que los divorciados están fuera de la Iglesia. Pero, ¿se puede decir a una mujer, católica practicante de toda la vida, casada por la Iglesia y cuyos hijos están bautizados, han hecho la Primera Comunión e incluso la Confirmación, que está fuera de la Iglesia por divorciarse de un energúmenos que la maltrataba a ella y sus hijos?
Y se dice que los matrimonios homosexuales son una amenaza para los matrimonios heterosexuales... Sobre una afirmación tan demencial, creo que no es necesario que escriba nada. La propia frase ya se descalifica sola.
Fuera de las grandes catedrales, lejos de los oropeles y el lujo hay un mundo muy grande. Un mundo en el que hay tantas maneras de vivir como personas, y tantos tipos de familias como familias. Lo que no hay es una moral única y excluyente. Ni existen sólo el blanco y el negro, hay muchos (demasiados) tonos de gris.
No critico a la Iglesia en sí misma, porque si bien hizo cosas malas a lo largo de la Historia, también las hizo buenas, tanto en lugares como Ruanda o el Congo, como aquí, al lado de nuestras casas, en parroquias como la de San Carlos Borromeo, en Madrid, o las de Fátima y San Melchor en los barrios antiguamente obreros de La Calzada y El Cerillero, aquí en Gijón. Porque pese a todo, a pesar de las incendiarias declaraciones de las altas jerarquías, aún quedan religiosos que transmiten un mensaje de paz y de solidaridad.
Y, si realmente me planteara creer en algún Dios, sería el que se reconoce en sus predicaciones.
4 comentarios:
Amén.
Hola
Pabliño, lo primero que se me ocurre es decirte como Álvaro: Amén.
También que me parece una reflexión muy acertada, coherente y madura.
Yo no creo que llegara a ser tan cortés con los "magníficos" representantes de una iglesia que sólo quiere conseguir bienes materiales( money, money) y lo hace mediante amenazas de eterno sufrimiento.
No sería nada cortés con una iglesia que se cree y quiere hacer creer que sólo ella tiene la razón del mundo mundial.
Un hurra por las familias estén formadas por no importa quienes, pero que sean un centro de amor, respeto y alegría para los componentes.
Desde Coruña un bico amigo Pablo.
Diana
Me ha gustado tu reflexión, porque hay poca gente como tú que reconozca que hay sectores en la iglesia que funcionan.Lástima que gilipollas como su jerarquí estén totalmente obsoletos y anclados en el fango.
Es alucinante, estoy totalmente de acuerdo
Has hecho una exposición magistral.
Saludos
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