La verdad es que empezaba a estar cansado, o mejor dicho, hastiado de la política. Como ya dije la semana pasada, gracias a la política vamos a tener oportunidad de entretenernos. Pero la verdad es que me llega a cansar tanto oír mentiras, insultos y malos modos. Encima, como todo se pega menos la hermosura, Ruiz Gallardón, con lo educado, moderado y "centrista" que parecía, dio el otro día un espectáculo lamentable y, ante la pregunta de si su ayuntamiento tenía contactos con gente imputada en el Caso Malaya, contestó, con evidentes malas maneras, que él no hablaba de su vida privada. Eso sí, me dio una idea: cuando los miembros de algún tribunal me examinen responderé ante cualquier pregunta que no hablo de mi vida privada. Faltaría más.
Encima, el jueves pasé por la biblioteca de mi barrio y saqué un libro de José Saramago (que ya sabéis que me gusta mucho), concretamente, Memorial del convento. Cuando pasé por el mostrador, me encontré con una hoja preocupante sobre él: en dicha hoja se recogían firmas para que evitar el canon por el uso de las bibliotecas que ya os comenté hace cosa de un mes. O sea, que si se recogen firmas para evitar que se implante, es porque se va a implantar. Evidentemente firmé, mientras la bibliotecaria pasaba mi tarjeta por el ordenador, pasaba el código de barras del libro y muy amablemente me daba un folleto sobre literatura portuguesa, al darse cuenta de que en mi ficha aparecían muchos títulos escritos por autores de esa nacionalidad.
Entre la política y el canon empezaba a pensar que el ser humano se precipita al abismo y que mundo va camino de la destrucción. Sin embargo, ayer encontré algo que me reconcilió con la especie humana. En efecto, en el número de esta semana del Magazine que dan los domingos con el diario La Nueva España había una entrevista a Paul Rusesabagina.
- ¿Y ése quién es? - preguntará alguien.
El señor Rusesabagina es el tío que inspiró la película Hotel Rwuanda, de la que ya os hablé hace un par de meses. Es decir, el que en pleno genocidio se la jugó para salvar a todas las personas que pudo. Estaba en España para promocionar el libro que escribió contando su historia, un libro que se titula Un hombre corriente y que está editado por Planeta. Al leer la entrevista sentí la misma sensación que al ver la peli, pero multiplicada por mil. La sensación de que incluso en medio de la barbarie más absoluta, siempre habrá alguien dispuesto a luchar por los demás. Y me di cuenta de que tal vez (sólo tal vez) quede alguna esperanza en este mundo tan perro.
Encima, el jueves pasé por la biblioteca de mi barrio y saqué un libro de José Saramago (que ya sabéis que me gusta mucho), concretamente, Memorial del convento. Cuando pasé por el mostrador, me encontré con una hoja preocupante sobre él: en dicha hoja se recogían firmas para que evitar el canon por el uso de las bibliotecas que ya os comenté hace cosa de un mes. O sea, que si se recogen firmas para evitar que se implante, es porque se va a implantar. Evidentemente firmé, mientras la bibliotecaria pasaba mi tarjeta por el ordenador, pasaba el código de barras del libro y muy amablemente me daba un folleto sobre literatura portuguesa, al darse cuenta de que en mi ficha aparecían muchos títulos escritos por autores de esa nacionalidad.
Entre la política y el canon empezaba a pensar que el ser humano se precipita al abismo y que mundo va camino de la destrucción. Sin embargo, ayer encontré algo que me reconcilió con la especie humana. En efecto, en el número de esta semana del Magazine que dan los domingos con el diario La Nueva España había una entrevista a Paul Rusesabagina.
- ¿Y ése quién es? - preguntará alguien.
El señor Rusesabagina es el tío que inspiró la película Hotel Rwuanda, de la que ya os hablé hace un par de meses. Es decir, el que en pleno genocidio se la jugó para salvar a todas las personas que pudo. Estaba en España para promocionar el libro que escribió contando su historia, un libro que se titula Un hombre corriente y que está editado por Planeta. Al leer la entrevista sentí la misma sensación que al ver la peli, pero multiplicada por mil. La sensación de que incluso en medio de la barbarie más absoluta, siempre habrá alguien dispuesto a luchar por los demás. Y me di cuenta de que tal vez (sólo tal vez) quede alguna esperanza en este mundo tan perro.
1 comentario:
Precioso artículo. Muy bonito.
En cuanto a lo de Gallardón, fue estupendo, digno de aquí hay tomate: tenemos por un lado a un delincuente que ha hecho negocios con el ayuntamienot de Madrid, por lo que es pertinente que el candidato de la oposición lo toque; pero en lugar de plantear la denuncia ante la fiscalía anticorrupción, presentar datos, etc, va y enseña la foto de un churri. En cuanto a gallardón, en lugar de contestar, "mire usted, si me acusa de un delito hágalo, con pruebas, ante un tribunal, y si no lo hace eso es difamación", va y dice "es rastrero hablar de mi vida privada, y yo no pienso hablar de la suya".
¿Deducción? No la pondré por escrito, ya la comentaremos charlando y echando unas risas, para que en un futuro no se conserve un escrito mío no diciendo rosas sobre un posible futuro candidato a la presidencia de España.
Un saludo y un abrazo.
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