A
pesar de lo que pudimos ver en los medios de comunicación estas últimas semanas,
ni España es Siria ni Barcelona es Alepo. Sin embargo, sí vimos una serie de
disturbios que demuestran que la situación está bastante más caldeada de lo que
nos gustaría.
Hace
ya algún tiempo dije (no recuerdo si en este blog o en alguna conversación con
más gente) que el crecimiento del independentismo en Cataluña durante los
últimos años no respondía más que a un intento por parte de su gobierno de que
la gente olvidara que sus recortes y su política eran iguales a los que se
planteaban desde el gobierno central, tapando eos recortes con la bandera. No
obstante, los acontecimientos de los últimos tiempos han servido para enconar
toda esta situación, y, desde mi punto de vista, van a tener consecuencias a
corto, a medio y a largo plazo.
A
corto plazo, la cuestión de la unidad del estado va a ser central en la campaña
electoral que se avecina, dejando de lado cuestiones tan importantes como las
pensiones, la educación, el desempleo o la sanidad. Y todo esto puede llevar a
que los partidos de derechas, que son los que mejor manejan esas cuestiones,
crezcan mucho más de lo que nos gustaría.
A
medio plazo, el crecimiento del independentismo va a ser imparable, porque
Torra y compañía ya han conseguido que se olvide su política y la gente se
centre solamente en la cuestión independentista. Y eso puede llevar a que, a
largo plazo, se lo tomen todavía más en serio.
Por
todo ello, y partiendo de la base de que no me gustaría que Cataluña se
independizara, me gustaría preguntar algo. Sé de sobra que hacer un referéndum
sobre la independencia es contrario a la Constitución y que cambiarla para
permitirlo sería algo muy complejo. Pero, a pesar de todo eso, si se hiciera el
esfuerzo de reformarla y permitir el referéndum, ¿realmente la situación sería
peor?
La
verdad, no lo sé.
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