Creo
que ya lo dije más veces: Madrid es una de mis ciudades favoritas. Y por eso,
un acuerdo al que he llegado con C. es el acercarnos por allí al menos una vez
al año. Una ciudad en la que tenemos buenos amigos y en la que hay muchas cosas
que hacer bien lo valen, ¿no os parece? Si a eso le añadimos que el día 8 de
septiembre era fiesta en Asturias y que esa fiesta se pasó al lunes alargando
el fin de semana, ya teníamos la excusa perfecta.
Sábado
7 de septiembre:
El
sábado apenas madrugamos, porque queríamos coger el autobús a media mañana. Un
viaje tranquilo hasta Madrid, con la consabida parada en Villalpando para comer
algo, y nos plantamos en la Villa y Corte.
Esta
vez no estábamos en el mismo hostal del Barrio de las Letras en el que solemos
quedarnos, sino en un hotel bastante cercano, tanto que cogíamos el metro en la
misma estación. Llegamos rápido y después de descansar y ducharnos nos lanzamos
a explorar.
Nuestra
primera parada iba a ser en una cervecería del Barrio de las Letras que
habíamos descubierto el año pasado, pero estaban de vacaciones, así que nos
sumergimos en el metro en dirección a Malasaña para tomar algo en una
cervecería de allí que no conocíamos, La Pirata, donde pasamos un rato
agradable tomando unas birras y disfrutando de su ambiente acogedor.
De
allí dando un paseo hasta la calle Cardenal Cisneros, donde ya habíamos estado
el año pasado tomando cervezas, para acercarnos al Oldenburg, un sitio que el
año pasado no habíamos llegado a conocer. Allí nos quedamos a tomar unas birras
y a comer algo. De allí, al hotel, que hay que descansar.
Domingo
8 de septiembre:
El
Día de Asturias nos levantamos temprano y desayunamos en el hotel, con
intención de ir al Museo del Prado. Según llegamos, una cola que se movía con
fluidez nos llevó a entrar en el Museo. Pasamos por la exposición de Velázquez,
Rembrandt y Vermeer, por la de Fra Angelico, y deambulamos un buen rato por la
colección permanente viendo cuadros de Velázquez, Goya, Tiziano, El Greco,
Rubens y alguno más.
De
allí al metro, porque habíamos quedado con una pareja que habíamos conocido en
nuestras vacaciones. Con ellos tomamos algo y fuimos a comer a un restaurante
mexicano propiedad de Joaquín Sabina. Muy interesante.
Pero como no sería un viaje nuestro sin una de nuestras habituales desorientaciones, después de estar con ellos cogimos el metro para pasar por el hotel a dejar unas cosas antes de quedar con algunos amigos. Y nos dimos cuenta de que hubiéramos llegado antes andando. Encima, nos dijeron que estaban justo en el mismo sitio donde nos habíamos separado de los otros colegas.
Del
hotel a donde habíamos quedado, esta vez sí, fuimos andando. Recorrimos la
calle Atocha, subimos la cuesta de Moyano, pasamos junto a la estatua a Pío Baroja y entramos en el Retiro, viendo a
unos músicos que cantaban canciones de Celtas Cortos, a un par de chavales que
estaban allí con sus guitarras acústicas, a una chica que leía sentada en la
hierba con la espalda apoyada en el tronco de un árbol… Todo muy bucólico,
justo antes de llegar a la escultura del Ángel Caído.
Llegamos a donde nos esperaban nuestros amigos, y tomamos algo con ellos, poniéndonos al día del verano, que no nos habíamos visto. De allí, salimos del Retiro pasando por el Palacio de Cristal y nos dirigimos al hotel otra vez, pero antes paramos para comernos un bocata de calamares con una cerveza en un sitio que nos habían recomendado y que nos quedaba de paso. Unas últimas compras y, ahora sí, al hotel.
Lunes
9 de septiembre:
El
lunes no teníamos muchas ganas de madrugar, porque estábamos muy cansados del
domingo, así que después de desayunar, aunque nuestra idea era pasar por
Malasaña a ver algunas tiendas, decidimos deambular por el Barrio de las
Letras, asomándonos a los escaparates de librerías y tiendas de instrumentos, e
incluso aprovechando para asomarnos a la Real Academia de la Historia (ya sé
que tengo que hacer para consultar su biblioteca, jajaja). De allí, a la plaza
Mayor, y de vuelta al hotel, que hay que coger los trastos para volver a casa.
En
resumen:
Que me encanta Madrid, ya lo dije. Y que me queda mucho por ver todavía, así que habrá que volver.
Como
me dijo una antigua compañera de trabajo, Madrid está bien de vez en cuando…
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