Desde
hace ya casi dos semanas estamos en estado se alarma y en cuarentena por el
coronavirus. Y ahora, o mejor dicho, como siempre, en lugar de intentar buscar
formas de que esto dure lo menos posible y podamos volver a la normalidad
cuanto antes, hay quien se dedica a buscar culpables. Porque nadie sabe lo que
hay que hacer, pero todos sabemos lo que se tenía que haber hecho, ¿no es así?
Mucha
gente dice que si no se hubieran permitido las manifestaciones del 8 de marzo,
no estaríamos en esta situación. O que, al menos, estaríamos en una menos
grave. Puede que tengan razón, no voy a decir que no, pero esas manifestaciones
no fueron los únicos eventos más o menos multitudinarios que hubo ese fin de
semana. Hubo partidos de fútbol, de baloncesto y de otros deportes. Los cines y
teatros estaban abiertos, y también los bares. Yo mismo estuve en un concierto
ese fin de semana, y también salí a tomar algo. Pero además, después de ese fin
de semana, todavía tuvimos que trabajar casi una semana más. Así que, si el
estado de alarma se hubiera puesto en práctica el día 6 de marzo nada de esto
estaría pasando, ¿verdad?
Pues,
sinceramente, no estoy seguro. La enfermedad ya estaba en marcha, y, si se
hubieran cancelado todos los eventos del fin de semana del 7 y el 8 de marzo,
aparte de las críticas que hubiera recibido el Gobierno, aunque se hubiera
ralentizado el ritmo de contagios, no se hubiera evitado que la gente se
siguiera contagiando. Además, si ahora todavía vemos a mucha gente que se cree
muy lista saltándose la cuarentena, ¿no creéis que en una cuarentena iniciada
en un momento con menos casos habría más gente saltándosela? Porque yo creo que
sí.
En
definitiva, no sé si la acción del Gobierno es la mejor o si fue un completo
desastre, ni voy a entrar a debatir eso. Solo sé que estamos en una situación
completamente nueva y que tenemos que salir de ella lo mejor posible,
aprendiendo tanto como podamos para evitar que esto nos supere si vuelve a
pasar. Y, de momento, sí que podemos sacar algunas conclusiones:
En
primer lugar, que los servicios públicos son esenciales, especialmente los
sanitarios, pero también los educativos y tantos otros. Cualquier recorte o
privatización de estos servicios solamente sirve para que la respuesta en estos
casos sea menos eficaz.
En
segundo lugar, que lo de que los jóvenes son nativos digitales está muy lejos
de ser verdad, al menos en muchos casos. Como mucho, saben usar el móvil y, con
suerte, la tableta, pero no buscar información en internet.
En
tercer lugar, que hay muchos estudiantes en los niveles de educación
obligatoria que no tienen acceso a internet, lo que les dificulta mucho seguir
las materias a distancia. Además, no se puede pedir que un sistema educativo
concebido para ser presencial se convierta de un día para otro en un sistema a
distancia sin dar formación a docentes y a estudiantes.
En
estos tres ámbitos y en todos aquellos en los que podamos aprender algo nuevo durante
las semanas que quedan de cuarentena tendremos que empezar a trabajar en el
mismo momento en el que volvamos a nuestra actividad diaria.