Hola a todo el mundo:
No sé si alguna vez lo dejé escrito
en este blog, pero desde hace mucho tiempo (ya más del que quiero reconocer),
soy fan de la serie de televisión Expediente X, desde que se estrenó en España
su primera temporada allá por… ni me acuerdo ya. Y no es porque me crea nada de
eso de los fenómenos paranormales, que no me los creo, sino porque, simplemente,
me parecía una opción divertida para “descansar la cabeza” de tanta realidad.
No fue solo por el hecho de que,
según nos dicen, sea la última vez que vamos a ver a David Duchovny y Gillian
Anderson en los papeles que les llevaron a la fama, sino por la forma en la que
habrían “dado cierre” a la serie.
Después de un primer capítulo en el
que los dos protagonistas se reencontraban y los Expedientes X volvían a
arrancar, y en el que la conspiración volvía a hacer acto de presencia, a lo
largo de cuatro semanas se volvió a la costumbre de traernos un “monstruo de la
semana”, en cuatro capítulos tan entretenidos como intrascendentes. Sin
embargo, el último capítulo, que yo esperaba con más interés y casi con
ansiedad, no me terminó de gustar, y la razón creo que es porque, aunque se nos
dijo que era para cerrar la serie después de más de doscientos episodios y dos
películas, la trama quedó lo suficientemente abierta como para que podamos decir
que no solo no es un cierre, sino que dejó a todos los fans con cara de póker,
más dudas de las que teníamos, y, sobre todo, muchas ganas de más.
Por eso, yo creo que esto no era en
realidad el cierre de la serie, sino simplemente un intento de volver a
recordarnos la serie a los que ya la conocíamos, y darla a conocer a las nuevas
generaciones, tal vez para volver a rodar nuevos episodios.
Porque si no, no me lo explico.
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