Desde hace ya
algunas semanas, la inmigración es uno de los temas que más tiempo
ocupan en las noticias, debido al hecho de que ya van varios intentos
de llegar a nuestro país por parte de inmigrantes subsaharianos. Sin
embargo, una escucha atenta de esas mismas noticias nos lleva a
darnos cuenta de que las cifras que se mencionan son un tanto
confusas, ya que parece que, según lo que nos dicen, cada día
habría más inmigrantes intentando llegar a tierras españolas. Y no
serían uno ni dos: ayer escuché que habría 80.000, cuando el día
antes había escuchado la mitad, y la semana pasada 30.000. Casi
parece que los medios nos quieren asustar para que aceptemos las
políticas inmigratorias de cuchillas y disparos.
Pero lo más
relevante de esta cuestión no es la cantidad de personas que intenta
llegar aquí, sino el motivo por el que lo hacen y el motivo por el
que eligen España y no otros países.
El motivo para salir
de sus países está claro: buscan una vida mejor, igual que hacemos
nosotros cuando nos echamos la mochila a la espalda y dejamos de
vivir en una ciudad de provincias y vamos a Madrid o a Berlín o a
Londres o a donde buenamente podemos.
Pero lo que parece
que mucha gente todavía no asimila es el motivo por el cual vienen
aquí. No voy a hacer el chiste de El Jueves según el cual vendrían
por un efecto llamada debido al triunfalismo del Gobierno, sino que
voy a hablaros de la realidad: vienen porque España es uno de los
países de la frontera meridional de la Unión Europea. O sea, que no
quieren venir a España, quieren venir a Europa.
Entonces eso
significa que estamos ante un problema de toda la Unión, no sólo de
España, y por ello la política de inmigración, en estos casos,
debería venir indicada desde Europa.
Vamos, digo yo.
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