martes, febrero 25, 2014

Golpe de Estado en la tele

Hola a todo el mundo:
Tal vez hoy debería hablar de la falsa entrega de armas de ETA. O al menos, eso sería lo esperable en un blog como este. Sin embargo, hoy me apetece más hablar de otra cosa: del programa de Jordi Évole del domingo.
Supongo que a estas alturas no hace falta que os cuenta de qué iba. Era una ficción en la que se presentaba el golpe de Estado del 23-F como si hubiera sido una enorme farsa en la que estaban implicados políticos, periodistas, militares e incluso un cineasta como Garci que habría sido el encargado de planificar toda la dramatización. Pero al final de este programa, a diferencia de muchos otros de la televisión actual, se nos dijo que todo lo que acabábamos de ver había sido mentira.
Después de ese programa, ayer pudimos escuchar y leer un montón de opiniones, a favor y en contra del programa. Mucha gente lo alabó como un ejemplo de televisión dirigida a un público maduro que vive en un país con una democracia muy consolidada. Pero también mucha gente lo criticó.
¿Sabéis? Yo creo que esa gente no lo criticó sólo porque sembrara dudas sobre un episodio muy importante de nuestra Historia reciente, o ni siquiera por su carácter de engaño. Sino porque con él se demostró lo fácil que es engañarnos, porque nos hizo preguntarnos cuántas veces nos habrán engañado antes y no nos lo dijeron al final. Y, sobre todo, porque al abrirnos los ojos, ahora nos insta a estar atentos, a aplicar el sentido crítico y a reflexionar sobre todo lo que escuchemos.
Y eso, a veces, puede doler.

viernes, febrero 21, 2014

Lobos con piel de cordero

El otro día estuve viendo El Lobo de Wall Street, la última peli de Scorsese, protagonizada por Leonardo di Caprio. Es una película entretenida, que, a pesar de su excesiva duración (alrededor de tres horas), tiene un ritmo trepidante que hace que el tiempo se nos pase volando. Pero también es una película excesiva por todo lo que pasa, porque nos muestra a un broker decadente, vicioso y casi degenerado en algunos momentos.


Y sin embargo, no me cuesta creer que muchas de las cosas que aparecen en ella sean posibles. Porque en las finanzas hay mucha gente que se aprovecha de las circunstancias y retuercen la ley en su beneficio (o, directamente, la quebrantan) para enriquecerse, sin importarles lo más mínimo a quién puedan hacer daño. Y es por eso que estamos viviendo la crisis que estamos viviendo.
Pero lo que más me preocupa es saber que cualquiera puede acabar siendo así. Porque todos somos muy honrados, pero también todos, en algún esporádico momento de debilidad, hemos pensado que nos iría mucho mejor en la vida si fuéramos tan malas personas como el protagonista de esa peli, y hemos mirado con envidia, cuando no con cierta secreta admiración, a presidiarios como Mario Conde.
¿O no?

miércoles, febrero 19, 2014

Leyes absurdas

La semana pasada, nuestro (des)Gobierno nos dio otro disgusto (más). Pero no me refiero a la intención de privatizar de manera encubierta los Registros Civiles que quiere perpetrar, que por sí sola daría para un texto. Hablo del anteproyecto de su nueva Ley de Propiedad Intelectual.
Evidentemente, me parece normal y lógico que se quiera defender los derechos de los creadores de contenidos. Lo que me parece mal es que, con esa excusa, se criminalice a todos los usuarios de internet.
Sí es verdad que se piratea cine, pero también es cierto que se trata de uno de los sectores que peor se está adaptando al nuevo escenario que nos brindan las nuevas tecnologías. En efecto, el mismo día que un disco sale a la venta, yo puedo entrar en mi perfil de Spotify y escucharlo legalmente, sabiendo que parte del dinero que la plataforma obtiene de la publicidad (a veces desconcertante) que tiene va para el músico y la discográfica. Luego, si además me quiero descargar el disco o alguna canción suelta, puedo hacerlo por un módico precio.
Pero con el cine no pasa así. Mi única alternativa legal es ir a una sala de cine que, como sabéis, es el lugar en el que para mí se vive la verdadera experiencia de ver una película. Pero claro, ir al cine cada vez es más caro, y, normalmente, nadie puede ir al cine tanto como quisiera. Mi pregunta es, ¿no se podría aprovechar la tecnología que nos proporcionan la Smart TV’s para ofrecernos un acceso legal y no demasiado caro al visionado de esas películas de estreno? Seguro que sería un éxito.

Pero resulta que esta Ley tiene un apartado todavía más absurdo, porque en ella se propone imponer una tasa a los agregadores de noticias (como Google News o Menéame) que enlacen noticias de periódicos. Y eso sí que carece de sentido.
Porque, en primer lugar, cuando en esos agregadores se enlaza, lo que se hace es dar el titular y una frase y luego el enlace que lleva a la noticia en la web correspondiente, con lo que, en realidad, lo que se hace es llevar tráfico a esa web. Para que nos entendamos, sería el equivalente a incluir una nota a pie de página y una bibliografía en un artículo académico.
Desde mi punto de vista, esto consiste en querer aplicar unas reglas del siglo XIX a un juego del siglo XXI, porque si los medios no quieren que se les enlace, en realidad eso les perjudicaría.
Si esos medios no quieren ser agregados en Google News (por ejemplo), es bastante fácil impedirlo, no tienen más que dedicar unos minutos a solucionarlo. Pero eso impedirá que llegue tráfico a su página, lo que, a su vez, les hará perder ingresos por publicidad. Y, desde luego, no va a hacer que vendan más periódicos en papel.
Por cierto, a partir de ahora no voy a volver a enlazar en este blog más noticias de medios con edición en papel. A partir de este momento, sólo voy a enlazar noticias de medios digitales.

lunes, febrero 17, 2014

La última frontera

Hola a todo el mundo:
Como todos sabéis, hace algunos días varios inmigrantes subsaharianos trataron de entrar por mar en Ceuta, y, debido a una desafortunada actuación por parte de los agentes de la Guardia Civil que estaban allí, su intento se saldó con la trágica muerte de quince de ellos.
Después, tuvimos que asistir al penoso espectáculo que supuso la retahíla de mentiras y desmentidos del director de la Guardia Civil y del Ministro del Interior, sobre si no se habían disparado pelotas de goma, o sobre que si, en realidad no habían llegado a la costa española. Tratando de justificar lo injustificable e intentando convencernos además de que esas personas eran un peligro.
Pero resulta que esta vez, lo que pasó es que los hechos se grabaron, dejando al descubierto las mentiras de unos y otros.
En primer lugar, es muy poco creíble que personas que, para llegar a subirse a la patera, tuvieron que cruzar el continente durante varios meses (o incluso más tiempo), pudieran ser un peligro. Pero mucho menos creíble resulta cuando, al ver las imágenes, nos percatamos de que se trata de gente que apenas sabía nadar y que llegaron exhaustos a la orilla. Evidentemente, porque muchos procedían de países sin costa y, probablemente, era la primera vez que veían el mar.
Y en el vídeo escuchamos disparos y vemos los impactos de las pelotas de goma en el mar. Y el Ministro nos dice que no se apuntaba a las personas, sino al agua. Pero olvida que, esas personas que llegaban agotadas y muertas de miedo, se pondrían nerviosas al ver que les estaban disparando, y se asustarían aún más al pensar en las perspectivas que les esperaban cuando llegaran a tierra. Todo eso pudo influir en que algunos se ahogaran.
Ahora toca preguntarse cuál es la verdad, la que nos cuentan ahora en la enésima versión, o la que nos contaban al principio. O ninguna de las dos. Y toca también preguntarse cuántas veces más habrá pasado algo parecido. Cuántas veces se habrá hecho lo mismo pero, como nadie lo grabó, no nos enteramos.
Otra pregunta que me hago es desde cuándo pasan estas cosas. Seguro que desde hace mucho, y que éste no es el primer Gobierno que tolera, cuando no promueve, estas actuaciones.
Ya sé que los guardias cumplían órdenes. Pero también sé que, ante órdenes injustas, existe lo que se conoce como objeción de conciencia. Y también sé que esas órdenes las tuvo que dar alguien, pero es alguien cuyo nombre no conocemos y que, por eso, tampoco va a asumir ninguna responsabilidad. Que hay unos protocolos que no conocemos y por los que esta vez murieron quince personas.
Por cierto. ¿Algun@ de vosotr@s ha escuchado a los pro-vida criticar estas muertes?

viernes, febrero 14, 2014

¿Cine político?

Muy buenas a todo el mundo:
La verdad es que esta semana estuve muy liado y apenas tuve tiempo para sentarme delante del ordenador, y es por eso que, a pesar de todos los temas que hemos tenido estos últimos días, no os escribí nada. Y precisamente por eso, en vez de ofreceros una sesuda reflexión sobre alguno de los temas más polémicos y/o importantes de esta semana (que hay a patadas…), me voy a centrar en un tema que también me parece interesante, aunque es mucho menos trascendente.
Como bien sabéis, el domingo fue la gala de entrega de los Premios Goya. Y, como todas las semanas posteriores a la entrega, esta semana escuchamos toda una retahíla de críticas, insultos e improperios hacia la propia gala, hacia los actores (en general) y hacia la propia industria (también en general).
Que el cine español recibe subvenciones, nos dicen. Que es verdad, eh, pero no más que el cine de otros países o no más que otras actividades económicas. Y es que hasta la CEOE obtiene la mayor parte de su presupuesto de fondos públicos (y luego dicen).
Que si los actores, que viven tan bien y no pagan impuestos aquí se atreven a criticar. Pues sí. En primer lugar, porque para tener conciencia social no hace falta vivir debajo de un puente, y, de todas formas, la coherencia tampoco es algo tan habitual en estos tiempos (¿o algun@ de vosotr@s escuchó a algún pro-vida criticar las muertes de inmigrantes del otro día?). Y lo de los impuestos, pues en fin, por un lado, alguien que trabaja fuera, no me parece tan extraño que tribute fuera, pero, aún así, con la cantidad de defraudadores que hay en este país (y a los que el Gobierno se lo pone tan fácil para que legalicen el dinero que defraudan), no serían los únicos a los que señalar.
Que sí. Que los actores tienen mucho morro. Y los directores. Y los productores. Y toda la gente que, directa o indirectamente, vive del cine. Pero, con todo, hay una serie de preguntas que me gustaría hacer:
¿Por qué un Gobierno que, supuestamente, está tan preocupado por la llamada “Marca España” desprecia tanto una expresión cultural que sirve de escaparate del país en el exterior, hasta el punto de que el Ministro del ramo no fue a la gala?
¿Por qué unos periodistas paniaguados y, muchas veces, mediocres critican películas o actores que han sido reconocidos con premios internacionales entregados por gente que, digo yo, algo sabrá de cine?
Pues eso.

martes, febrero 04, 2014

Política sin educación

Muy buenas, amig@s: 
Como ya sabéis, el pasado fin de semana fue la convención del Partido Popular. Que, como todo el mundo sabe, no es sino un evento en el que nuestros (supuestos) líderes nos recuerdan lo mucho que les debemos y nos dicen lo mucho que les vamos a deber en el futuro. Claro, que luego llegan los datos del paro y no saben qué decir.
Pero bueno, afortunadamente, los del Partido Popular no dejaron que nos aburriéramos, y así nos dejaron algunas perlas, como esa de Cospedal según la cual es "el PP o la nada". Aunque, visto lo visto, somos muchos los que casi preferimos la nada.
Pero lo más grande fue cuando nuestro líder y mesías (o eso se cree él) Mariano Rajoy se dirigió en tono desafiante, macarra, chulesco y despectivo al líder de la oposición, al que exigió que se callara o apoyara al Gobierno.
Ahora vamos a hablar un poco en serio. ¿De verdad podemos tomarnos en serio a un Presidente del Gobierno que trata así a quien representa a la segunda fuerza política del país y, por tanto, a sus votantes? 
No, señor Rajoy, no. La mayoría absoluta no le ha otorgado la verdad absoluta, así que no debería ser tan despreciativo hacia quienes  no piensan como usted. Porque no está insultando solo a Rubalcaba. Está insultando a todos aquellos que le votaron, que son unos cuantos millones de personas. 
Esta forma de comportarse de Rajoy no es sino la muestra de la escasa talla política y moral de un Gobierno que no solo no está a la altura de las circunstancias, sino que ni siquiera es capaz de mantener unas mínimas formas.
Vamos, que son unos maleducados, leñe.

domingo, febrero 02, 2014

Periodismo

Hola a todo el mundo:
Puff… cuánto tiempo, ¿verdad? Pero esta vez no voy a buscar excusas para no haber escrito. No tenía ideas y punto. Y ahora resulta que me encuentro con que los temas sobran. Pero es mejor que me centre en uno.
No voy a hablar de la muerte de Luis Aragonés porque no soy lo bastante “futbolero” como para que mi opinión tenga verdadero valor. No voy a hablar del artículo del ABC en el que nos quieren enseñar a no masturbarnos, porque me cuesta mucho tomármelo en serio y porque una compañera ya escribió algo bueno al respecto.
Así que me voy a centrar en hablar de que hayan largado a Pedro J. Ramírez de la dirección de El Mundo.
En primer lugar, desde mi punto de vista, lo que este señor ha hecho en muchos momentos de su carrera ha sido un ejemplo clarísimo de lo que NO es periodismo. Por ejemplo, su cobertura de los atentados del 11-M y su creación de la teoría de la conspiración.


Sin embargo, tampoco me parece bien que se le haya echado de forma tan alegre. Hay muchas empresas con pérdidas, pero rara vez el que se va a la calle es precisamente su cabeza visible. En este caso, más bien parece que cabreó a quien no debía y se le quitó de en medio.
Ahora mismo, al Gobierno le sobran medios afines, pero no por eso va a permitir que uno de sus valedores de siempre ahora vaya de digno y empiece a sacarle los trapos sucios. El Gobierno está demasiado acostumbrado a que le doren la píldora como para tolerar voces díscolas y discordantes entre los suyos, así que había que descabezarlo.
Ahora en El Mundo habrá una dirección mucho más afín a Rajoy y sus secuaces, y muy pronto el nombre de Bárcenas no será sino un vago recuerdo.
Pero lo que más me fastidia es que ahora Pedro J. Ramírez pueda permitirse el lujo de ir de mártir del periodismo, leñe.