Hola a todo el
mundo:
Puff… cuánto
tiempo, ¿verdad? Pero esta vez no voy a buscar excusas para no haber
escrito. No tenía ideas y punto. Y ahora resulta que me encuentro
con que los temas sobran. Pero es mejor que me centre en uno.
No voy a hablar de
la muerte de Luis Aragonés porque no soy lo bastante “futbolero”
como para que mi opinión tenga verdadero valor. No voy a hablar del
artículo del ABC en el que nos quieren enseñar a no masturbarnos,
porque me cuesta mucho tomármelo en serio y porque una compañera ya
escribió algo bueno al respecto.
Así que me voy a
centrar en hablar de que hayan largado a Pedro J. Ramírez de la dirección de El Mundo.
En primer lugar,
desde mi punto de vista, lo que este señor ha hecho en muchos
momentos de su carrera ha sido un ejemplo clarísimo de lo que NO es
periodismo. Por ejemplo, su cobertura de los atentados del 11-M y su creación de la teoría de la conspiración.
Sin embargo, tampoco
me parece bien que se le haya echado de forma tan alegre. Hay muchas
empresas con pérdidas, pero rara vez el que se va a la calle es
precisamente su cabeza visible. En este caso, más bien parece que
cabreó a quien no debía y se le quitó de en medio.
Ahora mismo, al
Gobierno le sobran medios afines, pero no por eso va a permitir que
uno de sus valedores de siempre ahora vaya de digno y empiece a
sacarle los trapos sucios. El Gobierno está demasiado acostumbrado a
que le doren la píldora como para tolerar voces díscolas y
discordantes entre los suyos, así que había que descabezarlo.
Ahora en El Mundo
habrá una dirección mucho más afín a Rajoy y sus secuaces, y muy
pronto el nombre de Bárcenas no será sino un vago recuerdo.
Pero lo que más me
fastidia es que ahora Pedro J. Ramírez pueda permitirse el lujo de
ir de mártir del periodismo, leñe.
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