Después de unos cuantos
textos sobre la actualidad de nuestro país que me dejaron un cierto
sabor amargo por lo mala que es la situación en nuestros días, y
después de ver que, según nuestro Gobierno, no hay dinero para
Educación o Sanidad, pero sí para rescatar con dinero público un
banco, dirigido por uno de sus amigos y en el cual tuvieron
participación los Gobiernos de la Comunidad de Madrid y de la
Comunidad Valenciana (o sea, del mismo partido que está en el
Gobierno central), hoy voy a hablaros de algo un poco más alegre: el
concierto que pudimos vivir anoche en la Sala Quattro de Avilés.
Después de varios meses,
las celebraciones del aniversario del programa de radio Derrame Rock
llegaban ayer a su fin, con una memorable noche en la que disfrutamos
de las actuaciones de dos grupos muy prometedores, Leather Boys y
Döria, y de uno de los referentes del Rock español: Los Suaves.
Llegamos a la sala,
recientemente remodelada, a eso de las nueve y media, la hora a la
que debían haberse subido a las tablas los primeros de la noche,
pero en realidad, un cierto retraso hizo que toda la música que
estuviera sonando en ese momento fuera la música de ambiente que el
DJ pinchaba desde su mesa.
Entonces, a eso de las
diez de la noche, una intro nos indicó que la cosa estaba a punto de
empezar, y se subieron al escenario los avilesinos Leather Boys, grupo con una
estética y un sonido muy ochenteros, que hicieron todo lo posible
por estar comunicativos y por mover al escaso público que los estaba
viendo en ese momento. Con temas como "Halo of hell", “Tunning girl” o "Rock and Roll blowjob", nos
demostraron sus ganas de hacerlo bien y de hacernos disfrutar.
Después de unos cuarenta y cinco o cincuenta minutos, se fueron del
escenario.
Con algo más de público
para verlos, a las once se subieron al escenario los barceloneses Döria, un grupo
joven y con un sonido más agresivo y actual, que con buen rollo y
virtuosismo nos dejaron un inmejorable sabor de boca. Venían a
presentar su álbum Despertar, y con temas como “Despierta”,
“Si te vas”, “Carta al barquero”, y especialmente la genial
“Caperucita feroz”, que fue la última canción que
interpretaron, nos demostraron que son unos chavales con mucho que
decir en el panorama rockero actual. Por cierto, cuando salíamos, sus músicos repartieron algunos singles con tres canciones.
Y por fin tocó el turno
a las estrellas de la noche: Los Suaves. Más de treinta años a sus
espaldas, infinidad de conciertos, montones de canciones de letras
intemporales y una legión de fans repartidos por toda la
geografía española que siempre perdonarán las idas de pelota que a
veces tiene el Yosi, hacen que estemos hablando de un grupo que
trasciende lo musical, llegando a ser casi un credo para mucha gente.
Por mi parte, estamos hablando de uno de los primeros grupos que
empecé a escuchar, uno de los primeros que vi en concierto (la
primera vez que los vi fue en septiembre de 1998 en Oviedo), y uno de
mis favoritos. Precisamente por eso, a estas alturas no pensaba que
pudieran sorprenderme, pero como veréis ahora mismo, sí que lo
hicieron.
A las doce de la noche,
los altavoces escupieron el minuto final de "Les preludes", de Franz Liszt, la música que Los
Suaves llevan varios lustros usando como intro de sus conciertos,
indicándonos que lo bueno estaba a punto de empezar. Entonces,
cuando esta música terminó, Tino dio tres golpes a sus platillos y
todos salieron a darlo todo con una canción que no me esperaba: “No
puedo dejar el Rock”, a la que siguió “Cuando los sueños se
van”. Continuaron con ese poema de José Agustín Goytisolo que es “Palabras para Julia”,
a la que siguieron “Maldita sea mi suerte”, una “Lisa” que yo nunca había
escuchado en concierto, “Ese día piensa en mí” o “Esa noche
te perdí”.
Después dio la sensación
de que querían tocar sus temas más tristes, y así atacan una “Sin
empleo” que está más de actualidad que nunca (los ojos se
encharcan al darnos cuenta de que esta letra, escrita hace más de
treinta años, sigue estando vigente), “Malas noticias”, “¿Sabes?
Phil Lynnot murió”, “Tomás el tendero”.
Yosi, cuya imagen cada
vez se aleja más de la que todos esperamos de una estrella del Rock,
intenta estar comunicativo y responder al cariño que le transmite el
público, pero se le nota que los años no pasan en balde y que cada
vez le cuesta más.
La actuación sigue con
canciones como una inesperada “Buenos Aires Rock n’ Roll,
“Viajando al fin de la noche”, una “Dile siempre que no estoy”
para la que el Yosi tocó la armónica (por fin, después de tantos
años…), para dar paso a la falsa despedida con la imprescindible
“Dolores se llamaba Lola”.
Hasta el momento, la
actuación estaba siendo un tanto irregular, con muchos temas
inesperados y con otros sorprendentemente olvidados.
Precisamente por eso,
esperamos con algo de ansiedad unos bises que no se hicieron de rogar
demasiado, que se iniciaron con “San Francisco Express”, a la que
siguió una “Dulce castigo” durante la cual el público se volvió
loco, y otro falso final con “El afilador”.
El concierto ya duraba
bastante, sobre todo teniendo en cuenta que el Yosi ya no suele
aguantar tanto como antes, así que mucha gente ya pensaba que la
noche se había acabado, pero pronto los cinco volvieron a subirse a
las tablas y dijeron que iban a interpretar una canción. Entonces se
lanzan a por una “Mi casa” que yo me moría de ganas de escuchar
en concierto, a la que sin solución de continuidad siguió “Ya nos
vamos”.
Pero la cosa no terminó
aquí, y así, como sorpresa final, interpretaron una inesperada “La
noche se muere”, que nos dejó con muy buen sabor de boca, sobre
todo cuando, una vez que Yosi se fue al camerino, Alberto y Fernando
empezaron a hacer unos larguísimos solos con los que nos demostraron
por qué son dos de los mejores guitarristas de España. Finalmente,
la música de “Dios es suave” sonó por los altavoces y dimos por
finalizada la velada.
En resumen, un concierto
sorprendente, con un repertorio inesperado y un tanto irregular
(dejar fuera “Peligrosa María”, o tocar sólo dos canciones de
su genial último disco es imperdonable), y con algunos altibajos
debidos a un Yosi que ya no es tan genial como era, pero que sigue
siendo uno de los músicos más queridos del planeta Rock.
Y además, gracias a este
concierto, descubrimos que, a pesar de los años, seguimos sudando
más en los conciertos que en el gimnasio…
No hay comentarios:
Publicar un comentario