Muy buenas a todo el
mundo. Estos últimos días tuvimos algunas citas electorales en
Europa que nos han servido para mostrar que hay más respuestas a la
crisis de las que nos quieren hacer creer.
En primer lugar, en
Francia Sarkozy, después de una campaña en la que dijo que si
ganaba la izquierda Francia acabaría como España (qué majo,
¿verdad?), perdió las elecciones frente al socialista Hollande, lo
que no habrá hecho ni pizca de gracia a Merkel, que se encuentra con que
ha perdido a su compañero de juegos. Esperemos que Hollande sepa
plantear una alternativa a los recortes.
Eso es lo que pasa cuando
se vota con cabeza y no como si esto fuera el Madrid-Barça.
Sin embargo, lo que me
preocupa no es tanto lo de Francia como lo de Grecia. Resulta que los
dos partidos mayoritarios no consiguieron los votos suficientes como
para formar Gobierno, y ahora van a ser determinantes la extrema
izquierda y también la extrema derecha, representada por el partido
Amanecer Dorado. Uno de vosotros, a quien por cierto tengo que agradecer que suela retwittear lo que escribo, colgó en su Twitter una reflexión
interesante al respecto, que no puedo más que compartir: “Amanecer
Dorado es el resultado directo del fracaso absoluto de los partidos
políticos tradicionales. Una vuelta a la Europa de entreguerras”.
Y es verdad. En tiempos
de crisis, igual que sucedió durante el período de entreguerras,
las respuestas fáciles de la ultraderecha suelen calar bastante
entre la gente. Y este partido, con su estética y sus maneras de
matones de barrio crecidos por el buen resultado, no es una
excepción. Si es que tienen hasta culto al líder.
Para echarse a temblar,
colegas.
Y bueno, por si había
dudas de a qué chanchullo iban a ir los millones de euros recortados
en Sanidad y Educación, pues que sepáis que casi seguro que va a
haber que rescatar Bankia. Y para que no le pringue mucho la cosa,
Rato acaba de dimitir.
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